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  • Destino ecoturístico Pădurea Craiului

    Destino ecoturístico Pădurea Craiului

    Senderos temáticos y rutas de senderismo, cuevas, antiguas iglesias de madera, vías ferratas, carreras de montaña o rutas en bicicleta de montaña, sin olvidar la comida tradicional, son solo algunos de los ingredientes de unas vacaciones inolvidables. Con la familia, los amigos o los colegas, para relajarse o vivir aventuras, Pădurea Craiului puede ser el refugio natural perfecto. He aquí un destino ideal para sus vacaciones.

    Situada al oeste de Rumanía, la zona se caracteriza por sus densos bosques y picos en forma de cúpula, pero también por sus ricos fenómenos cársticos y por poseer la mayor densidad de cuevas de Rumanía. Primero fijamos los límites de este destino ecoturístico con Paul Iacobaș, director del Centro de Áreas Protegidas y Desarrollo Sostenible.

    «Pădurea Craiului está en el noroeste de los montes Apuseni. Se extiende hasta el distrito de Bihor. En el norte, podríamos decir que está bordeado por el Crișul Repede, que fluye desde el distrito de Cluj hacia Bihor, con el desfiladero del Criș Repede y las mesetas cársticas, en una superficie de diez hectáreas, llamadas Damiș-Ponoraș. Al sur, tenemos la Depresión de Beiuș, el País de Beiuș como nos gusta decir en Bihor. Es una zona etnográfica muy especial del distrito. Al oeste, hacia Oradea, es una zona de colinas, y al este, tenemos el Valea Iadului y el macizo de Vlădeasa, que también forma parte de los montes Apuseni. Es básicamente un país entre dos ríos. Al norte tenemos el Crișul Repede y al sur el Crișul Negru».

    Toda esta zona compacta se ha convertido, con el tiempo, en uno de los destinos con mayor diversidad de experiencias naturales de Rumanía, en un territorio tan pequeño.

    «Hablamos sobre todo de cuevas, porque tenemos mucho relieve accidentado y varias cuevas preparadas para el turismo. También tenemos una red de cuevas para turistas espeleólogos, que son cuevas más técnicas que solo se pueden visitar con guía y equipo de espeleología. Al mismo tiempo tenemos varias vías ferratas, una ruta de rafting, tenemos muchas zonas donde se puede practicar ciclismo o bicicleta de montaña. La escalada también está muy bien representada en las paredes rocosas del Bosque Craiului. También hay rutas de senderismo, así como rutas “Eduventure”, es decir, de educación a través de la aventura, para jóvenes y mayores. Por último, pero no por ello menos importante, podemos mencionar las carreras de montaña, para las que contamos con una infraestructura desarrollada y, últimamente, también se ha desarrollado la equitación, incluido el turismo ecuestre. También sería importante decir que es una buena zona para el descanso, tanto si se opta por alojarse en el patio de la casa de huéspedes, a menudo una casa tradicional que se ha restaurado de forma agradable para los turistas, como en glamping y campings».

    Una vía ferrata significa trepar por paredes rocosas, pisando sobre piezas metálicas, firmemente fijadas en la roca, aseguradas con equipamiento específico por un cable metálico. En resumen, la máxima aventura con el mínimo riesgo. Las vías ferratas de Pădurea Craiului ofrecen experiencias desafiantes tanto para principiantes como para los más experimentados. Y tienen una historia interesante, como nos cuenta Viorel Lascu, espeleólogo y alpinista.

    «La historia de la Vía Ferrata se remonta a la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas italianas tenían que cruzar de un lado a otro de las montañas. En aquella época se crearon escalones de hierro accionados por cable. Desde entonces han evolucionado, pero se han mantenido en las rocas. Después de la guerra, empezaron a utilizarse como senderos turísticos. Así, de un lugar a otro, se desarrolló la Vía Ferrata. En los últimos años, se ha convertido en un fenómeno. Hemos desarrollado senderos en esta zona, hay muchos senderos para profesionales, pero el número de escaladores profesionales ha disminuido, no son tantos. Sin embargo, la zona de vías ferratas es accesible a cualquier tipo de turista en buena forma física con un mínimo de entrenamiento. No hace falta ser un profesional. Además de esos escalones de hierro, hay un cable que llamamos el “cable de la vida”. Va desde abajo, desde el inicio del sendero hasta la salida. Todo turista de Vía Ferrata está obligado a entrar con su propia protección, debe llevar arnés con amortiguador, amortiguador, casco y, opcionalmente, guantes».

    También encontrarás un pequeño código QR al comienzo de los senderos, que puedes escanear con tu teléfono para conocer todos los detalles. Es una gran ayuda para los turistas que vienen aquí, como nos cuenta Viorel Lascu, espeleólogo y alpinista. Hay muchos senderos, de distintos grados de dificultad, para avanzados, principiantes y niños.

    «Tenemos un recorrido, por ejemplo, hecho antes de los dos recorridos profesionales, que se llama Piticot. Acostumbro a los niños a ese recorrido, que tiene una altura máxima de 20 metros. He visto a padres parados en los bordes y animándoles, pero no habían subido hasta allí para darse cuenta de lo que significa. Los 20 metros son mucho. Es tan alto como un bloque de apartamentos de cuatro plantas. Pero poco a poco te acostumbras. Los que hacían las rutas pequeñas hace unos años ya se han pasado a las grandes. Las grandes alcanzan alturas de 40, 60, 80 metros. La gran mayoría tienen unos 150 metros. Cada vía ferrata es diferente. Ninguna puede ser igual porque la roca es diferente. Todas son preciosas, todas hay que recorrerlas. También hemos seguido atentamente el movimiento turístico y ya hay gente que quiere hacer todas las vías ferratas de Rumanía».

    Pădurea Craiului también está atravesado por una ruta europea de iglesias de madera, explica Paul Iacobaș, director del Centro de Áreas Protegidas y Desarrollo Sostenible.

    «Nos referimos en particular a dos monumentos históricos: la iglesia de madera de Beznea y la iglesia de madera de Valea Crișului, ambas situadas cerca de Crișul Repede, en la parte norte del destino y de fácil acceso. Pero hay más. Por ejemplo, también hay una iglesia de madera en Josani, en la comuna de Măgești, al norte de la región. También hay iglesias en el sur. Aunque no sean tan valiosas, porque no están clasificadas como monumentos históricos, son muy interesantes por la arquitectura y las pinturas de su interior, la antigüedad y el hecho de que hayan durado tanto tiempo.»

    En la página del destino ecoturístico, padureacraiului.ro, descubrirá información completa sobre todas las experiencias turísticas, tanto sobre la superficie como bajo tierra.

    Versión en español: Antonio Madrid

  • La miscelánea: Descubriendo el ecoturismo invernal en Rumanía

    La miscelánea: Descubriendo el ecoturismo invernal en Rumanía

    Empezamos nuestro recorrido en el Delta del Danubio, un lugar que siempre ha sido considerado uno de los destinos más importantes para el ecoturismo. Este increíble ecosistema, que es uno de los más grandes y mejor conservados de Europa, es ideal para aquellos que buscan una experiencia tranquila, rodeados por una naturaleza virgen. En invierno, el delta se cubre con una capa de nieve, transformando el paisaje en una maravilla invernal. Aunque parece una estación tranquila, el invierno en el delta es el momento perfecto para observar aves migratorias y disfrutar de la paz que ofrece este increíble lugar. Ahora nos dirigimos hacia los Cárpatos, una de las regiones montañosas más imponentes de Rumanía. Este lugar es perfecto para el ecoturismo invernal, con sus bosques cubiertos de nieve y sus impresionantes paisajes montañosos. En el Parque Natural Apuseni, por ejemplo, puedes disfrutar de rutas de senderismo de invierno, explorar cuevas misteriosas o ver cascadas congeladas. Lo interesante es que, en los últimos años, se ha fomentado el ecoturismo aquí de forma que los turistas puedan disfrutar de la naturaleza sin causar daño a los ecosistemas frágiles. Los esfuerzos de conservación en esta región están ayudando a mantener intacto este paraíso natural. No podemos olvidarnos de Transilvania, una región famosa no solo por sus castillos y leyendas, sino también por su impresionante naturaleza. Además de ser el hogar de los famosos bosques de los Cárpatos, Transilvania alberga pequeños pueblos donde el ecoturismo es una forma de vida. Aquí, puedes disfrutar de experiencias auténticas, como alojarte en casas rurales sostenibles, aprender sobre la vida tradicional rumana o participar en actividades ecológicas como paseos en bicicleta y senderismo.

    El ecoturismo en Rumanía no solo se trata de disfrutar de paisajes impresionantes, sino también de contribuir a la conservación de estos lugares. El país está implementando una serie de iniciativas para proteger sus recursos naturales y garantizar que el turismo no dañe el medio ambiente. Muchos de los destinos mencionados, como los Cárpatos y el Delta del Danubio, son gestionados de manera responsable, con prácticas ecológicas que minimizan el impacto ambiental. Esto incluye el uso de energías renovables en alojamientos, el reciclaje de residuos y el desarrollo de infraestructuras turísticas que respetan el entorno. Además, existen proyectos que fomentan la educación ecológica entre los turistas, ayudándolos a comprender la importancia de la conservación. Desde guías locales que promueven el turismo respetuoso hasta actividades que permiten a los visitantes participar activamente en la protección de la fauna y flora, el ecoturismo en Rumanía se está convirtiendo cada vez más en una experiencia de aprendizaje sobre cómo convivir con la naturaleza sin dañarla.

    Si estás pensando en viajar a Rumanía para disfrutar de su naturaleza en invierno, aquí tienes algunos consejos para hacerlo de manera responsable. Primero, elige operadores turísticos que estén comprometidos con el ecoturismo y trabajen con las comunidades locales. Esto asegura que el dinero que gastes beneficie a las personas que viven en esas áreas y que se respete el medio ambiente. Además, recuerda siempre respetar las normas de los parques naturales y no dejar residuos. En el ecoturismo, cada pequeño gesto cuenta. También es importante reducir nuestra huella de carbono durante el viaje. Opta por el transporte público o vehículos eléctricos, y si puedes, haz turismo en zonas cercanas para evitar largos trayectos en avión. En cuanto a las actividades, siempre es preferible caminar, andar en bicicleta o utilizar transporte no motorizado, de forma que puedas disfrutar de la naturaleza sin dañarla.

    Ahora, es interesante saber qué opinan los propios rumanos sobre el ecoturismo. En general, los rumanos valoran profundamente su naturaleza, y muchos ven el ecoturismo como una oportunidad de preservar sus paisajes y su biodiversidad, mientras fomentan el desarrollo económico en las zonas rurales. En regiones como Transilvania o el Delta del Danubio, el ecoturismo se ha convertido en una fuente importante de ingresos para las comunidades locales. Sin embargo, también existen preocupaciones sobre los posibles efectos negativos del ecoturismo si no se gestiona adecuadamente. Los rumanos temen que el aumento del turismo pueda poner en peligro los ecosistemas frágiles, como los bosques vírgenes o las especies de fauna autóctona. Por esta razón, muchos abogan por un ecoturismo responsable que no solo preserve la belleza natural del país, sino que también beneficie a las comunidades locales sin comprometer su bienestar. Además, las nuevas generaciones de rumanos están cada vez más interesadas en el ecoturismo como una forma de viajar que respete el medio ambiente. Conscientes de los problemas ambientales globales, como el cambio climático, los jóvenes buscan opciones de turismo que tengan un impacto mínimo en el entorno y que promuevan un desarrollo sostenible.

    El concepto de ecoturismo surgió en los años 80, cuando la gente comenzó a tomar conciencia de los efectos negativos del turismo masivo sobre el medio ambiente. El término fue acuñado por el ecólogo Héctor Ceballos-Lascuráin en 1983. La idea central del ecoturismo es promover una forma de turismo que sea responsable, sostenible y que fomente la conservación de los recursos naturales, respetando las culturas locales y beneficiando a las comunidades receptoras. Este concepto se fue consolidando durante las décadas siguientes, con un énfasis creciente en el equilibrio entre la actividad turística y la preservación ambiental. Hoy en día, el ecoturismo es una de las formas más populares y aceptadas de viajar de manera sostenible. En Rumanía, el ecoturismo ha ganado mucha relevancia en los últimos años, y existen varias asociaciones y organizaciones dedicadas a promover esta forma de turismo. Rumanía está emergiendo como un destino clave para el ecoturismo en Europa, gracias a su biodiversidad y sus áreas naturales protegidas. Con el apoyo de diversas asociaciones y proyectos de conservación, el ecoturismo en el país está creciendo de manera responsable, promoviendo el turismo sostenible y contribuyendo a la conservación del medio ambiente. Estos proyectos no solo están ayudando a preservar la naturaleza, sino que también brindan beneficios económicos a las comunidades locales, creando un modelo de turismo que respeta tanto a la naturaleza como a las personas.

    En resumen, el ecoturismo en Rumanía es una excelente forma de disfrutar de sus paisajes impresionantes mientras se contribuye a la conservación de la naturaleza. Desde el Delta del Danubio hasta los Cárpatos, cada rincón del país ofrece una experiencia única, donde el respeto por el medio ambiente es clave. Si estás buscando una manera de viajar de forma más sostenible, Rumanía te espera con los brazos abiertos para vivir aventuras inolvidables y responsables.

     

  • Un nuevo Código Forestal

    Un nuevo Código Forestal

    El nuevo Código Forestal, uno de los hitos del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia de la UE, fue aprobado por la Cámara de Diputados de Bucarest, como órgano decisorio, por amplia mayoría.

    La ley prevé, entre otras cosas, la inclusión de los bosques en los cinturones verdes alrededor de las ciudades, el aumento de las superficies forestales, la introducción del derecho de tanteo y el acceso a materias primas de calidad a un precio razonable para los fabricantes nacionales de muebles, la obligación de organizar cursos de formación para el personal forestal y un aumento del 25% del salario base de los empleados de la Guardia Forestal Nacional.

    La ley también contempla la videovigilancia de las carreteras forestales, la confiscación de la madera robada y las máquinas utilizadas para transportarla, y penas de prisión de 1 a 5 años por falsificar datos informáticos relacionados con la silvicultura.

    También introduce el concepto de «islas de envejecimiento», un mecanismo por el que las zonas forestales de al menos 1000 metros cuadrados que desempeñen un papel en el mantenimiento de la biodiversidad quedarán protegidas de la tala rasa.

    El proyecto también prevé la creación del Registro Forestal Nacional y la forestación y supervisión estatal de los bosques completamente talados y abandonados, incluso sin autorización del propietario.

    Además, los propietarios de empresas madereras y sus familiares ya no podrán ser empleados de la oficina forestal. Por último, el acceso a los bosques para practicar senderismo será completamente libre.

    La nueva ley marca un nuevo comienzo en la gestión forestal de Rumanía, ha declarado el ministro de Medio Ambiente, Mircea Fechet, quien ha subrayado que las medidas previstas en el proyecto de ley garantizan, entre otras cosas, la forestación de las tierras deforestadas. Mircea Fechet:

    «La superficie forestal en Rumanía ha mostrado una ligera tendencia al alza en los últimos 30 años y esto ha ocurrido sobre todo en el último año, cuando hemos conseguido, utilizando dinero del Programa Forestal Nacional, poblar zonas que nunca antes habían pertenecido al bosque. Hoy tenemos casi 9000 hectáreas listas para ser contratadas, de las cuales más de 3000 ya han sido forestadas este año y el pasado, y creo que es una tendencia que va a continuar».

    También señaló que la silvicultura, la madera y las industrias afines representan el 3,5% del PIB rumano. Sin embargo, también hubo quejas. El eurodiputado de la oposición Dan Tanasă criticó que la ley no prohíba a las empresas extranjeras explotar la madera de los bosques rumanos. Dan Tanasă:

    «Protegeremos de verdad los bosques de Rumanía cuando expulséis a las empresas extranjeras de Rumanía para explotar la madera en el país, y cuando los bosques rumanos sean explotados por rumanos. Solo entonces podréis presumir de haber hecho algo por los bosques de Rumanía».

    Han pasado más de siete meses desde que el nuevo Código Forestal fue aprobado por el Senado como primera cámara decisoria, tiempo durante el cual el texto de la ley ha sufrido más de 200 enmiendas. Ahora se ha enviado al presidente de Rumanía para su promulgación.

    Versión en español: Antonio Madrid

  • La miscelánea: Rumanía en otoño – colores, aromas, fiestas

    La miscelánea: Rumanía en otoño – colores, aromas, fiestas

    Desde los vibrantes colores de los bosques de los Cárpatos hasta los mercados llenos de las riquezas de la cosecha, el otoño rumano nos ofrece un espectáculo visual y cultural inolvidable. El otoño convierte a Rumanía en un verdadero cuadro de cuento de hadas. Los paisajes más hermosos pueden admirarse en las regiones montañosas y rurales. Los Cárpatos, cubiertos de bosques mixtos, se vuelven una explosión de colores: rojo, amarillo intenso, naranja y tonos cobrizos. Por ejemplo, los Montes Apuseni o Bușteni son destinos populares para hacer senderismo en esta época del año, cuando los caminos están rodeados de hojas crujientes y los colores del bosque son impresionantes. La tranquilidad de la naturaleza y el aire fresco hacen que el otoño sea ideal para una escapada en plena naturaleza. Además de las montañas, el Delta del Danubio también ofrece un espectáculo único: la vegetación salvaje y las aves migratorias crean un paisaje inolvidable. Las mañanas frescas y la suave luz del sol otoñal hacen que cualquier paseo por la naturaleza sea mágico. El otoño es también la temporada de las cosechas abundantes en Rumanía. Los mercados de todo el país se llenan de verduras y frutas frescas: manzanas, peras, uvas, calabazas y, por supuesto, maíz. La cosecha de otoño es una oportunidad para que las comunidades celebren el trabajo de todo el verano. Un ejemplo de tradición relacionada con esta estación es la vendimia y la producción de vino. Regiones como Prahova, Moldavia o Dobrogea son conocidas por sus extensos viñedos.

    En octubre, se organizan festivales locales dedicados al vino, donde la gente se reúne para cosechar las uvas y celebrar con comida tradicional y danzas populares. Además, el otoño es la temporada en que las familias preparan conservas para el invierno: zacusca, una pasta tradicional de la gastronomía rumana, hecha principalmente de verduras asadas o cocidas, encurtidos y mermeladas. Esta costumbre, transmitida de generación en generación, llena las casas de aromas como los de los pimientos asados o la mermelada recién cocida, trayendo consigo recuerdos de la infancia y de las comidas familiares.

    El otoño también trae una serie de fiestas y eventos tradicionales en Rumanía. San Demetrio (26 de octubre) es una de las fiestas religiosas más importantes de esta estación. Marca el inicio del invierno pastoral y el final de la temporada agrícola. En los pueblos de montaña, los pastores descienden con sus rebaños desde las montañas y se organizan festivales de la trashumancia, una tradición viva en el país. Asimismo, la festividad de San Andrés (30 de noviembre) está rodeada de supersticiones y costumbres. Según la tradición, la noche de San Andrés los espíritus malignos y los strigoi (espíritus vampíricos) aparecen, y para protegerse, la gente unge las puertas y ventanas con ajo. Además, durante esta temporada se celebra el Día Nacional de Rumanía (1 de diciembre), una oportunidad para reflexionar sobre la historia del país y celebrar la unidad de los rumanos con desfiles, conciertos y fuegos artificiales. El otoño no solo es una temporada de cambio natural, sino también un momento para la introspección. Después del ajetreo del verano, la gente tiende a pasar más tiempo en casa, reflexionar y reconectarse consigo misma. La luz suave, los días más cortos y las temperaturas más bajas nos invitan a buscar comodidad y tranquilidad. Los cafés se llenan de personas disfrutando de bebidas calientes como té de frutas o vino caliente, y las tardes pasadas con un buen libro o cerca de la chimenea forman parte del encanto de esta estaci

    Si  pasean por Bucarest en esta época del año, no podrán dejar de notar la agitación y el encanto característico de los mercados de la ciudad. En otoño, estos se convierten en verdaderos puntos de atracción, ofreciéndonos una rica paleta de colores, aromas y tradiciones culinarias. Uno de los mercados más conocidos es Piața Obor, que mantiene su reputación como el corazón del comercio tradicional en Bucarest. Aquí, en cada esquina, pueden encontrar puestos llenos de verduras y frutas frescas, directamente de los productores locales. Manzanas rojas y amarillas, peras jugosas, uvas perfumadas y calabazas de todos los tamaños y formas – todo esto encanta nuestros sentidos e invita a llenar las bolsas de compras. Además de Obor, también Piața Matache o Piața Amzei son lugares que vibran de vida en esta época. Aquí, el otoño trae una variada oferta de productos de temporada: pimientos, berenjenas, pimientos morrones para zacusca, col para encurtir en invierno y, por supuesto, hierbas aromáticas como tomillo o eneldo, que dan sabor a los platos tradicionales. Cada mañana, los mercados de Bucarest están animados por vendedores llenos de energía y clientes que negocian con una sonrisa en el rostro por sus productos favoritos. Los compradores no vienen solo a por verduras y frutas, sino para disfrutar del ambiente auténtico de un mercado rumano, donde los pequeños productores muestran con orgullo los frutos de su trabajo durante el verano. No solo las frutas y verduras son atractivos de los mercados otoñales. En cada paso, se siente el aroma de las castañas asadas, el maíz hervido o las tartas recién salidas del horno, ofrecidas por los pequeños comerciantes. Todo parece recordarte los sabores de la infancia y las comidas en familia. Y no olvidemos el mosto, la bebida preferida de los rumanos en esta época, el jugo fresco de uvas que se obtiene antes de que comience el proceso de fermentación para producir vino. Es una bebida dulce y refrescante, muy popular en las regiones donde se cultivan uvas, especialmente durante la cosecha de la vid. Se consume como bebida, pero también es el primer paso en la elaboración del vino. En muchos mercados de Bucarest, especialmente en Piața Domenii o Piața 1 Mai, puedes encontrar botellas de mosto recién exprimido, un verdadero manjar otoñal. Es ese jugo de uva dulce, ligeramente efervescente, que te hace sentir que el otoño ha llegado plenamente a la ciudad. Además, los mercados otoñales también traen consigo festivales de la cosecha, donde los productores vienen de todas partes del país con sus mejores productos, y los visitantes pueden degustar delicias tradicionales: desde quesos y embutidos hasta dulces tradicionales y conservas. El ambiente siempre es festivo, con música folclórica y buen ánimo.

    Así que, el otoño en los mercados de Bucarest es una verdadera celebración para los sentidos. Ya sea que estén buscando las mejores verduras para hacer conservas o simplemente quieran disfrutar del ambiente auténtico de un mercado rumano, los mercados son el lugar perfecto para sentir la vibración de esta estación. Si aún no han visitado un mercado otoñal, les recomiendo dar un paseo y dejarse llevar por los aromas y colores de esta generosa temporada.

    En conclusión, el otoño en Rumanía es mucho más que una simple estación de transición. Es un tiempo de abundancia, de tradiciones ricas y de reconexión con la naturaleza. Ya sea que hablemos de la belleza de los bosques cobrizos, de los festivales locales o de las costumbres que nos acercan a la familia y los amigos, el otoño es una fuente de inspiración y emoción. Les invito a disfrutar de esta temporada especial, ya sea paseando por un parque o escapando a la naturaleza, o simplemente saboreando una taza de té caliente junto a una ventana abierta hacia el paisaje otoñal.