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  • Es preciso reducir el déficit presupuestario

    Es preciso reducir el déficit presupuestario

    Rumanía cerrará 2024 con un déficit del 8,6%, según datos del Ministerio de Hacienda. Los expertos señalan que se trata de una cifra enorme y una de las más altas de la UE. El crecimiento económico no es robusto, ya que se basa en grandes desequilibrios internos y externos, y el Gobierno debe intentar mantener el gasto bajo un estricto control, afirman. El déficit debe reducirse este año, lo que supone un verdadero reto, afirma el ministro de Hacienda, Tánczos Barna. Dijo que el objetivo para 2025 es ser frugales en la gestión del dinero público, dado que 2024 fue un año difícil para Rumanía en todos los aspectos. Tánczos Barna

    «Fue un año electoral con muchas elecciones, fue un año en el que se recalcularon las pensiones, se aumentaron los salarios en varias áreas y se apoyaron las inversiones con cantidades sin precedentes. Y creo que este es el elemento más importante del presupuesto de 2024, a pesar de que el año terminó con un déficit del 8,6%. El año 2025 va a significar caer en un déficit del 7%, y es realmente un reto que mientras queremos mantener las cantidades asignadas a la inversión, tenemos que pagar los salarios al nivel de noviembre y las pensiones al nivel de noviembre de 2024. Tenemos que sostener el sistema educativo, el sistema sanitario, todas las instituciones públicas, para encajar en ese déficit, pero al mismo tiempo también tiene que ser el año en que empecemos a crear ese estado magro, que no gravemos para volvernos obesos y emplear aún más y prestar los mismos servicios con más empleados con un coste alto».

    Tánczos Barna ha recordado que, en 2024, Rumanía contrajo un compromiso de 7 años con la Comisión Europea, y al final del período tiene que alcanzar un déficit del 3%. También refirió que las autoridades no contemplan un aumento del IVA ni cambios en el impuesto sobre nóminas en el presupuesto estatal de 2025. Asimismo, dijo que el proyecto de presupuesto se presentará a la coalición gobernante antes del 27 de enero, con vistas a su aprobación por el Parlamento en la primera semana de febrero.

    El Gobierno dirigido por el socialdemócrata Marcel Ciolacu aprobó recientemente un decreto ley sobre algunas medidas fiscales y presupuestarias en el ámbito del gasto público, con el fin de concretar el presupuesto general para 2025. Estas medidas han provocado el descontento del sector privado, que se queja de la imprevisibilidad legislativa y de que las leyes fiscales cambien de un día para otro. Por su parte, los sindicatos advierten de protestas en el próximo periodo y han pedido al Defensor del Pueblo que recurra ante el Tribunal Constitucional el artículo que congela la indexación de las pensiones. El decreto ley, que entró en vigor el 1 de enero, también congela los salarios, elimina exenciones fiscales y restringe determinadas prestaciones.

    Versión en español: Antonio Madrid

  • Deserciones del ejército rumano en la Primera Guerra Mundial

    Deserciones del ejército rumano en la Primera Guerra Mundial

    Al estar en estado de guerra, concentrados en una forma institucional estricta como el ejército, los militares están bajo una gran presión. Se trata de estar vivo o no, de lo desconocido, de la conciencia. En la experiencia extrema de la guerra también está la deserción, una práctica que siempre se encuentra en la historia de la humanidad. Y durante la Primera Guerra Mundial o la Gran Guerra, los soldados de todos los ejércitos desertaron, también los del ejército rumano.

     

    La historiadora Gabriela Dristeru, del Instituto de Historia Nicolae Iorga de Bucarest, investiga el fenómeno de la deserción del ejército rumano durante la Primera Guerra Mundial. Analiza su investigación de forma comparativa y, al hacerlo, ha mostrado la actitud de la sociedad británica actual hacia sus propios casos de desertores.

    «En Inglaterra, la investigación sobre el tema comenzó en la década de 1980, con la desclasificación de documentos sujetos a un régimen de clasificación más largo para no afectar la privacidad de los acusados y sus familias. Los primeros textos argumentaban que la deserción durante la Gran Guerra no se basaba en la cobardía, como se consideraba en ese momento, sino que era el resultado del estrés postraumático. Por lo tanto, las 321 ejecuciones en el ejército del Imperio Británico fueron actos de injusticia cuya reparación moral era absolutamente necesaria».

    El ejército rumano entró en la Primera Guerra Mundial en agosto de 1916. Después de una primera fase de ofensiva exitosa en el norte y el este, en la línea de los Cárpatos, su avance fue detenido por los ejércitos germano-austrohúngaros. En el sur, la derrota del ejército rumano contra el ejército búlgaro-alemán puso en gran peligro la capital, Bucarest. Tras las batallas para defender la capital, la ciudad fue ocupada en diciembre de 1916 y las autoridades rumanas huyeron a Moldavia, al noreste. En 1917, el ejército rumano, con el apoyo de la misión militar francesa dirigida por el general Henri Berthelot y el ejército ruso sobre el terreno, logró resistir la ofensiva alemana en las batallas de Mărăști, Mărășești y Oituz. La Revolución Bolchevique del otoño de 1917 y la disolución del ejército ruso hicieron que Rumanía no pudiera resistir y firmó la paz en marzo de 1918 con Alemania y sus aliados.

     

    Las deserciones aparecieron en el ejército rumano tras la caída de Bucarest y la retirada a Moldavia. Fue una retirada precipitada, caótica a veces, como leemos en las memorias. Los historiadores rumanos han investigado los archivos del ejército y han recopilado estadísticas. Hasta el 1 de junio de 1918, de los juicios juzgados por los consejos de guerra de varias unidades del ejército rumano, dos tercios se referían a la deserción y a los delitos conexos.

     

    La justicia militar rumana se había organizado sobre la base del Código de Justicia Militar francés de 1857. Según la ley, la deserción era de varios tipos: deserción en el país, deserción en tiempo de guerra, deserción ante el enemigo, deserción al enemigo, deserción a un país extranjero. También se consideraba deserción, en tiempo de guerra, la desobediencia al servicio militar obligatorio y la movilización, la insubordinación, los insultos a los superiores y la automutilación.

     

    Para observar mejor el fenómeno de la deserción, Gabriela Dristaru leyó los archivos de los consejos de guerra de dos grandes unidades, la quinta y la decimotercera División. Aunque los castigos por deserción eran duros, con la pena de muerte y la degradación militar, los que juzgaban a los desertores no lo hacían apresuradamente y mostraban indulgencia como fue el caso de la decimotercera División.

    «A pesar de que la deserción en el país en tiempos de guerra se castigaba con trabajos forzados de por vida o incluso la pena de muerte, solo se pronunciaron 3 sentencias de trabajos forzados de por vida y otras 3 sentencias de pena de muerte. Los 6 que recibieron las penas máximas tenían otros cargos: asesinato, robo, falsificación de documentos públicos, insultos al superior. En porcentaje, la mayoría de las sentencias dictadas por el delito de deserción en el país en tiempo de guerra fueron absueltas».

    Las razones de las deserciones no eran la huida de la responsabilidad o del miedo, como se podría pensar, sino, sobre todo, emocionales: la nostalgia, la añoranza de la familia, el deseo de decir a los seres queridos que estaban vivos, el miedo a dejarlos bajo la ocupación enemiga. La gran mayoría de los desertores regresaron a sus unidades por su cuenta después de una ausencia de varias semanas.

     

    Otra razón para la deserción fue el descontento con los líderes militares y políticos. Las deserciones también fueron numerosas en 1917, alentadas por el derrotismo del ejército ruso y la propaganda austro-alemana. Gabriela Dristaru:

    «Marcel Fontaine, miembro de la misión militar francesa, recordó que la opinión de los comandantes rumanos era que los desertores ya eran demasiado numerosos para ser ejecutados, y que los castigos solo empeorarían la situación. En general, no se puede hacer nada para cambiar o mejorar el statu quo. Era un derrotismo asumido de los comandantes que sentían y veían diariamente a su alrededor la disolución del ejército ruso y la proximidad del final de la guerra. La propaganda de las Potencias Centrales se había diversificado y madurado, y sin duda contribuyó a un aumento de las deserciones del ejército rumano. Las autoridades militares rumanas encontraron una solución más pragmática y eficaz: sustituyeron las divisiones de mayoría valaca en primera línea por divisiones compuestas en su mayoría por moldavos que no tenían ningún interés en desertar al enemigo».

    Las deserciones del ejército rumano durante la Primera Guerra Mundial fueron un fenómeno típico de la época. Y los desertores de aquel tiempo permanecen tanto con el juicio de sus contemporáneos como con la clemencia de la posteridad.

    Versión en español: Mihaela Stoian