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  • La miscelánea: ¡Despierta, rumano! Las historias detrás de los símbolos nacionales

    La miscelánea: ¡Despierta, rumano! Las historias detrás de los símbolos nacionales

    Uno de los momentos clave en la historia de Rumanía fue la Unificación de los Principados Rumanos, evento que tuvo lugar el 24 de enero de 1859. En ese día, Moldavia y Valaquia, dos regiones históricas de Rumanía, se unieron bajo el mismo príncipe, Alexandru Ioan Cuza, en un acto de valentía política que dio inicio a la construcción del moderno Estado rumano. Aunque inicialmente la unión no fue reconocida por todas las potencias europeas, fue el primer paso hacia la consolidación de Rumanía como un estado unificado. Esta unión tuvo una serie de efectos significativos que transformaron el curso de la historia rumana. Primero, la unificación permitió la consolidación del Estado rumano moderno. Segundo, la unión promovió importantes reformas sociales, políticas y económicas. Durante el reinado de Cuza, se implementaron reformas clave, como la abolición de la servidumbre en 1864, la creación de un sistema de educación nacional y una reforma agraria que otorgó tierras a los campesinos. Estas reformas mejoraron las condiciones de vida de muchas personas y ayudaron a sentar las bases del progreso social. Tercero, la unidad política permitió a Rumanía ganar más respaldo internacional en su lucha por la independencia frente a los imperios vecinos, como el Imperio Otomano y el Imperio Austrohúngaro. La unión de los principados también simbolizó la fortaleza de la nación rumana y su capacidad para avanzar hacia un futuro mejor.

    En resumen, la Unión no solo unió dos territorios, sino que también representó el nacimiento de un nuevo Estado rumano, con un claro camino hacia la independencia, el progreso y la modernización. Esta unión representó la esperanza y el deseo de libertad y justicia del pueblo rumano. Fue una unión que, además de cambiar el destino político del país, consolidó los ideales que hoy se reflejan en los símbolos nacionales, como la bandera y el himno nacional que exploraremos hoy.

    La bandera nacional de Rumanía es uno de los símbolos más representativos de la unidad de la nación y es tricolor: azul, amarillo y rojo. Cada color tiene un significado profundo relacionado con la historia del país. El azul representa la libertad, la justicia y la lealtad. El amarillo simboliza la riqueza de Rumanía, tanto en recursos naturales como en la vida de su pueblo. El rojo está relacionado con la valentía y el sacrificio de aquellos que lucharon por la independencia y la unión de los principados. La bandera fue adoptada oficialmente en 1866, durante el reinado de Carlos I, pero sus colores ya se utilizaban desde la Revolución de 1848. Es interesante que, durante la Unión de los Principados Rumanos, en 1859, la bandera tricolor se convirtió en un símbolo de la aspiración nacional a la unidad. A lo largo de los años, la bandera ha sido testigo de momentos clave, como la proclamación de la República Socialista de Rumanía en 1948, y su restauración como símbolo de libertad tras la Revolución de 1989. Pasemos ahora a otro de los símbolos fundamentales: el himno nacional de Rumanía, titulado “Deșteaptă-te, române!”, que significa “¡Despierta, rumano!”. Este himno tiene una gran importancia histórica, ya que fue adoptado oficialmente en 1990, después de la Revolución que derrocó al régimen comunista, pero su origen es mucho más antiguo. La letra fue escrita por Andrei Mureșanu en 1848, durante un periodo de agitación política, cuando Rumanía luchaba por la independencia y la justicia social. El poema se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad, un llamado a la unidad y a la valentía del pueblo rumano en momentos difíciles. La música del himno fue compuesta por Anton Pann, un famoso músico y compositor rumano. El himno fue interpretado por primera vez en 1848 en la ciudad de Brașov, durante las revueltas de ese año. A partir de entonces, “Deșteaptă-te, române!” se convirtió en un canto patriótico que reflejaba las aspiraciones del pueblo rumano por la independencia y la unión. A lo largo de los años, el himno ha evolucionado y ha sido adaptado a los tiempos, pero su mensaje sigue siendo el mismo: unidad, libertad y justicia. Cada vez que se escucha, resuena la lucha por un Rumanía unida y libre.

    Mientras que la bandera representaba la fraternidad y la lucha conjunta de los dos principados, el himno fue un llamado a la acción y al despertar nacional, alentando a los rumanos a mantenerse firmes ante los desafíos que enfrentaban. Ambos símbolos fueron testigos y catalizadores de la unión de los principados, ya que proporcionaron una identidad común y un sentimiento de pertenencia a un pueblo que se unía para alcanzar sus metas de independencia y desarrollo. La adopción de la bandera tricolor en 1866, combinada con el himno patriótico “Deșteaptă-te, române!”, reflejaron el deseo de independencia y unidad que motivó el movimiento de unificación.

    Para todos los pueblos, el escudo de armas -el signo heráldico supremo- tiene un significado especial. Sus imágenes evocan la historia del país, a través de la cual pervive la tradición, y su significado despierta el sentimiento nacional. El Escudo de Rumanía simboliza el Estado nacional rumano, soberano, independiente, unitario e indivisible, y está compuesto por dos escudos superpuestos: el escudo grande y el escudo pequeño. El escudo grande, de color azul, tiene un águila dorada con la cabeza hacia la derecha, el pico y las garras rojas, las alas abiertas, sosteniendo en el pico una cruz ortodoxa de oro, en la garra derecha una espada y en la izquierda una maza. En el pecho del águila está el pequeño escudo. Así, estos símbolos acompañaron al pueblo rumano en la construcción de su identidad como nación unificada y en la lucha por sus ideales. En resumen, tanto la bandera como el himno nacional de Rumanía son mucho más que simples símbolos. Son el reflejo de la lucha por la libertad, la unidad y la independencia del pueblo rumano. Estos emblemas acompañan la historia del país, desde su unificación hasta la actualidad, y continúan siendo una fuente de orgullo y pertenencia para los rumanos. El Día Nacional de Rumanía celebrado el 1 de diciembre también es considerado uno de los símbolos nacionales.

    Así, estos símbolos acompañaron al pueblo rumano en la construcción de su identidad como nación unificada y en la lucha por sus ideales. En resumen, tanto la bandera como el escudo y el himno nacional de Rumanía son mucho más que simples símbolos. Son el reflejo de la lucha por la libertad, la unidad y la independencia del pueblo rumano. Estos emblemas acompañan la historia del país, desde su unificación hasta la actualidad, y continúan siendo una fuente de orgullo y pertenencia para los rumanos.

     

  • Ana Pauker

    Ana Pauker

    Desempeñó un papel decisivo en el equipo que instaló al partido comunista en el poder en Rumanía, entre 1947 y 1952, como miembro del gobierno de Petru Groza, el primer gobierno del partido comunista. También ocupó posiciones muy relevantes en la jerarquía del Partido Comunista Rumano y en la del Partido Comunista de la Unión Soviética.

    Ana Pauker nació en 1893 en la región de Vaslui, en el este de Rumanía, como Hana Rabinsohn, en el seno de una familia judía religiosa, cuyo abuelo era rabino. En 1920 conoció en Francia a Marcel Pauker, su futuro marido, un judío de Bucarest, comunista radical, con quien se involucró en las actividades de la Internacional Comunista (Comintern). Se convirtió en agente soviética y fue detenida en 1922 y 1935, pero en 1941 fue liberada y se fue a la URSS. Durante su encarcelamiento en 1938, su marido fue ejecutado por Stalin como espía de Occidente. Durante la guerra, en Moscú, fue la jefa del grupo de comunistas rumanos exiliados conocido como la facción de Moscú.

    En 1994, el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana entrevistó al doctor Gheorghe Brătescu, yerno de Ana Pauker. Citó un documento soviético en el que su suegra era apreciada por sus cualidades, pero también criticada por sus incapacidades.

    «En su caracterización de 1946 se dice lo siguiente: entre los dirigentes del Partido Comunista Rumano (PCR), la camarada Pauker es la mejor preparada desde el punto de vista teórico y goza de una gran influencia en el Partido. Es por eso que dirige, desde todos los puntos de vista, la actividad del Comité Central del PCR. Es muy popular entre el pueblo rumano como resultado de su actividad ilegal en el pasado. Aparte de su ocupación como secretaria del Comité Central, dirige el grupo comunista en el Parlamento. Asegura la colaboración del PCR con los demás partidos del Bloque Democrático. Participa activamente en el trabajo de la Federación Internacional de Mujeres Antifascistas. Sin embargo, la camarada Pauker tiene una debilidad importante como organizadora. No usa su influencia y autoridad lo suficiente como para fortalecer el partido ideológica y organizativamente».

    El final de la Segunda Guerra Mundial y la presencia del ejército soviético en Rumanía significaron el camino hacia las más altas esferas del poder político. La eligieron como secretaria del Comité Central del Partido Comunista Rumano y, tras la abdicación forzada del rey Miguel I el 30 de diciembre de 1947, la nombraron ministra de Asuntos Exteriores.

    Los primeros años de la década de 1950 marcaron su declive. En 1952, el líder Gheorghe Gheorghiu-Dej empezó a eliminar a los grupos competidores. Ana Pauker formaba parte de uno de ellos, en el que también estaba su camarada Vasile Luca. Acusados de desviacionismo de derecha y sabotaje, los miembros del grupo fueron encarcelados y Lucrețiu Pătrășcanu, oponente de Dej y asociado al grupo, fue ejecutado. En 1953 se le concedió el domicilio obligatorio a Ana Pauker y al año siguiente fue expulsada del partido. Vivió hasta 1960 y trabajó como traductora del francés y del alemán en la editorial Política, sin derecho a firmar. Formó parte del equipo de traductores que produjo la primera edición completa de las obras de Marx y Engels en rumano.

    Después de 1965, el nuevo líder Nicolae Ceaușescu intentó rehabilitar a algunas de las víctimas de Dej. Gheorghe Brătescu dijo que Ana Pauker no estaba entre ellos y dio detalles sobre los últimos años de su vida.

    «Absolutamente nunca se ha intentado esto. Es más, incluso el trabajo en la Editorial Política se llevó a cabo en condiciones completamente anormales. Ni siquiera recibía allí su salario, se lo enviaban a través de la criada. Ella llevaba los materiales que escribía y en esa ocasión también recibía su salario. Mientras Gheorghiu-Dej vivió, la consideraron la persona más peligrosa, especialmente después de la liquidación de Pătrăşcanu. Esto explica que hasta 1968 no se empezara a hablar de su actividad política. Además, en 1961, un año después de su muerte, se le retiraron las condecoraciones. En otras palabras, en cierto modo, incluso el recuerdo de ella se consideraba peligroso, por lo que no se intentó recuperar su memoria».

    Entre 1953 y 1960, Ana Pauker recibió la visita de varias personas, una de ellas fue el abogado Radu Olteanu, defensor de los comunistas y antifascistas en los juicios de 1930, y la otra fue una antigua compañera de prisión. Gheorghe Brătescu:

    «Una trabajadora que había estado en la cárcel con Ana Pauker llamada Maria Andreescu venía sin ninguna reserva, y era conocida como Băbica. Por lo que sabíamos, también se mantenía en contacto con algunos viejos conocidos, amigos, compañeros, admiradores de Ana Pauker. Cuando Ana fue ingresada en el Hospital de Colentina, Maria Sârbu fue a visitarla. Y al funeral, probablemente movilizado por Băbica, también asistió ese viejo traidor oportunista que era Gheorghe Cristescu, que en cierto modo representaba al viejo movimiento socialista».

    Ana Pauker fue, como tantos otros, una persona cegada por los ideales de una sociedad perfecta que en la práctica significaba terror. Y dejó este mundo derrotada por la cruel realidad.

    Versión en español: Mihaela Stoian