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  • Club cultura: Nuevo cine italiano en Rumanía

    Club cultura: Nuevo cine italiano en Rumanía

    Las proyecciones del festival se organizan en seis ciudades rumanas: Bucarest (del 3 al 9 de marzo, Cinema Muzeul Țăranului), Cluj-Napoca (del 13 al 16 de marzo, Cinema Victoria), Craiova (del 21 al 23 de marzo, Cinema Patria), Timișoara (del 27 al 30 de marzo, Cinema Studio), Iași (del 29 al 30 de marzo, Cinema Ateneu) y Sibiu (del 28 de mayo al 1 de junio), dentro de una sección especial del «ESTE Film Festival».

    «Este año volvemos a utilizar, actualizándola, la exitosa receta de ediciones anteriores: directores consagrados y debutantes, personalidades femeninas cada vez más presentes y originales, una incursión en el mundo del cine documental y en el diversificado mundo del cortometraje. Nuestro propósito es presentar al público lo mejor del cine rumano reciente, revelando la modernidad de nuestro cine a través de historias contemporáneas y de un lenguaje cinematográfico creativo y nunca banal», afirma Laura Napolitano, directora del Instituto Italiano de Cultura de Bucarest.

    Uno de los platos fuertes del Festival es el preestreno de «Queer», el último proyecto del aclamado director Luca Guadagnino, una audaz adaptación de la novela de culto de William S. Burroughs.

    Simona Rădoi, responsable de relaciones públicas del Festival, nos amplía detalles:

    «Queer», distribuida en Rumanía por Transilvania Film, se estrena en cines el 21 de marzo. Lo que hace que la película sea un éxito es, ante todo, el hecho de que el papel principal lo interpreta Daniel Craig, a quien nunca antes habíamos visto en un papel así. En ella, encarna a un expatriado estadounidense en la Ciudad de México de los años cincuenta, un hombre que lleva una vida solitaria y alcoholizada, perturbada por su encuentro con una joven estudiante. La banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross, su tercera colaboración con Guadagnino, es magnífica. En ella se incluyen muchos temas conocidos, desde Nirvana hasta Sinéad O’Connor. Obviamente, «Queer» también está considerada una de las películas más atrevidas y personales de Luca Guadagnino.

    Otra película del programa del Festival es «Io sono l’amore», la que consagró a Guadagnino en la escena internacional. Es una película que combina una exquisita estética inspirada en Luchino Visconti con una poderosa historia sobre la identidad y el deseo. Cabe destacar que Tilda Swinton, protagonista y coproductora, forma parte del reparto. La banda sonora de la película es también notable, el vestuario está diseñado por Raf Simons para Jil Sander y los personajes masculinos visten Fendi. Y, hablando de Luca Guadagnino, mencionaré también que en el Festival se proyectó una pequeña joya: «Diciannove/Diecinueve», una audaz ópera prima de un joven director, Giovanni Tortorici, inspirada en el célebre realizador. Su película, coproducida en realidad por Guadagnino, cuenta la historia de un joven que, como hicimos todos en nuestra época de estudiantes, se permite vagar para encontrar su camino en la vida. Y, además de ser muy conmovedora y estar bien escrita, esta película nos lleva a todo tipo de hermosos lugares, desde Palermo hasta Londres».

     

    El Festival «Visuali Italiane» va más allá del cine de ficción clásico y explora otras formas cinematográficas, como los documentales y los cortometrajes, incluidos en el programa «Dove si va da qui?».

    Simona Rădoi, responsable de relaciones públicas del Festival, nos ofrece más detalles al respecto:

    «Este año tenemos un avance de la 18 ª edición de One World Romania. Se trata del documental creativo «Real», de Adele Tulli, una fascinante exploración del mundo digital y de cómo la tecnología está cambiando nuestras vidas y nos plantea preguntas esenciales sobre la realidad en la que vivimos. Lo que me pareció muy interesante es que la autora se inspiró en unas imágenes de CCTV. Los personajes de la película son gente corriente, pero todos viven en el mundo digital: streamers (realizadores de transmisiones en directo), y gamers (jugadores de videojuegos) profesionales, personas que construyen mundos virtuales o viven a través de la IA».  

    La inauguración del Festival en Bucarest, en el Cinema Muzeul Țăranului, estuvo marcada por la proyección de la película «Vermiglio, la novia de la montaña», dirigida por Maura Delpero. La película, ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Venecia y candidata de Italia a los Oscar 2025, narra una conmovedora historia de supervivencia y vínculos humanos en 1944 y destaca por la autenticidad de los paisajes y la profundidad de los personajes. La distribuidora Culoar Films estrenó la película en Rumanía el 7 de marzo.

    Versión en español: Victoria Sepciu

     

  • La miscelánea: ¡Despierta, rumano! Las historias detrás de los símbolos nacionales

    La miscelánea: ¡Despierta, rumano! Las historias detrás de los símbolos nacionales

    Uno de los momentos clave en la historia de Rumanía fue la Unificación de los Principados Rumanos, evento que tuvo lugar el 24 de enero de 1859. En ese día, Moldavia y Valaquia, dos regiones históricas de Rumanía, se unieron bajo el mismo príncipe, Alexandru Ioan Cuza, en un acto de valentía política que dio inicio a la construcción del moderno Estado rumano. Aunque inicialmente la unión no fue reconocida por todas las potencias europeas, fue el primer paso hacia la consolidación de Rumanía como un estado unificado. Esta unión tuvo una serie de efectos significativos que transformaron el curso de la historia rumana. Primero, la unificación permitió la consolidación del Estado rumano moderno. Segundo, la unión promovió importantes reformas sociales, políticas y económicas. Durante el reinado de Cuza, se implementaron reformas clave, como la abolición de la servidumbre en 1864, la creación de un sistema de educación nacional y una reforma agraria que otorgó tierras a los campesinos. Estas reformas mejoraron las condiciones de vida de muchas personas y ayudaron a sentar las bases del progreso social. Tercero, la unidad política permitió a Rumanía ganar más respaldo internacional en su lucha por la independencia frente a los imperios vecinos, como el Imperio Otomano y el Imperio Austrohúngaro. La unión de los principados también simbolizó la fortaleza de la nación rumana y su capacidad para avanzar hacia un futuro mejor.

    En resumen, la Unión no solo unió dos territorios, sino que también representó el nacimiento de un nuevo Estado rumano, con un claro camino hacia la independencia, el progreso y la modernización. Esta unión representó la esperanza y el deseo de libertad y justicia del pueblo rumano. Fue una unión que, además de cambiar el destino político del país, consolidó los ideales que hoy se reflejan en los símbolos nacionales, como la bandera y el himno nacional que exploraremos hoy.

    La bandera nacional de Rumanía es uno de los símbolos más representativos de la unidad de la nación y es tricolor: azul, amarillo y rojo. Cada color tiene un significado profundo relacionado con la historia del país. El azul representa la libertad, la justicia y la lealtad. El amarillo simboliza la riqueza de Rumanía, tanto en recursos naturales como en la vida de su pueblo. El rojo está relacionado con la valentía y el sacrificio de aquellos que lucharon por la independencia y la unión de los principados. La bandera fue adoptada oficialmente en 1866, durante el reinado de Carlos I, pero sus colores ya se utilizaban desde la Revolución de 1848. Es interesante que, durante la Unión de los Principados Rumanos, en 1859, la bandera tricolor se convirtió en un símbolo de la aspiración nacional a la unidad. A lo largo de los años, la bandera ha sido testigo de momentos clave, como la proclamación de la República Socialista de Rumanía en 1948, y su restauración como símbolo de libertad tras la Revolución de 1989. Pasemos ahora a otro de los símbolos fundamentales: el himno nacional de Rumanía, titulado “Deșteaptă-te, române!”, que significa “¡Despierta, rumano!”. Este himno tiene una gran importancia histórica, ya que fue adoptado oficialmente en 1990, después de la Revolución que derrocó al régimen comunista, pero su origen es mucho más antiguo. La letra fue escrita por Andrei Mureșanu en 1848, durante un periodo de agitación política, cuando Rumanía luchaba por la independencia y la justicia social. El poema se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad, un llamado a la unidad y a la valentía del pueblo rumano en momentos difíciles. La música del himno fue compuesta por Anton Pann, un famoso músico y compositor rumano. El himno fue interpretado por primera vez en 1848 en la ciudad de Brașov, durante las revueltas de ese año. A partir de entonces, “Deșteaptă-te, române!” se convirtió en un canto patriótico que reflejaba las aspiraciones del pueblo rumano por la independencia y la unión. A lo largo de los años, el himno ha evolucionado y ha sido adaptado a los tiempos, pero su mensaje sigue siendo el mismo: unidad, libertad y justicia. Cada vez que se escucha, resuena la lucha por un Rumanía unida y libre.

    Mientras que la bandera representaba la fraternidad y la lucha conjunta de los dos principados, el himno fue un llamado a la acción y al despertar nacional, alentando a los rumanos a mantenerse firmes ante los desafíos que enfrentaban. Ambos símbolos fueron testigos y catalizadores de la unión de los principados, ya que proporcionaron una identidad común y un sentimiento de pertenencia a un pueblo que se unía para alcanzar sus metas de independencia y desarrollo. La adopción de la bandera tricolor en 1866, combinada con el himno patriótico “Deșteaptă-te, române!”, reflejaron el deseo de independencia y unidad que motivó el movimiento de unificación.

    Para todos los pueblos, el escudo de armas -el signo heráldico supremo- tiene un significado especial. Sus imágenes evocan la historia del país, a través de la cual pervive la tradición, y su significado despierta el sentimiento nacional. El Escudo de Rumanía simboliza el Estado nacional rumano, soberano, independiente, unitario e indivisible, y está compuesto por dos escudos superpuestos: el escudo grande y el escudo pequeño. El escudo grande, de color azul, tiene un águila dorada con la cabeza hacia la derecha, el pico y las garras rojas, las alas abiertas, sosteniendo en el pico una cruz ortodoxa de oro, en la garra derecha una espada y en la izquierda una maza. En el pecho del águila está el pequeño escudo. Así, estos símbolos acompañaron al pueblo rumano en la construcción de su identidad como nación unificada y en la lucha por sus ideales. En resumen, tanto la bandera como el himno nacional de Rumanía son mucho más que simples símbolos. Son el reflejo de la lucha por la libertad, la unidad y la independencia del pueblo rumano. Estos emblemas acompañan la historia del país, desde su unificación hasta la actualidad, y continúan siendo una fuente de orgullo y pertenencia para los rumanos. El Día Nacional de Rumanía celebrado el 1 de diciembre también es considerado uno de los símbolos nacionales.

    Así, estos símbolos acompañaron al pueblo rumano en la construcción de su identidad como nación unificada y en la lucha por sus ideales. En resumen, tanto la bandera como el escudo y el himno nacional de Rumanía son mucho más que simples símbolos. Son el reflejo de la lucha por la libertad, la unidad y la independencia del pueblo rumano. Estos emblemas acompañan la historia del país, desde su unificación hasta la actualidad, y continúan siendo una fuente de orgullo y pertenencia para los rumanos.

     

  • La miscelánea: Un recorrido por la diversidad musical rumana

    La miscelánea: Un recorrido por la diversidad musical rumana

    Hoy vamos a sumergirnos en los géneros más representativos de la música tradicional rumana, como el doina, el hora o el manele. También veremos cómo Rumanía, ubicada en una encrucijada de culturas, ha recibido influencias de los Balcanes, Europa Central y el Imperio Otomano, creando una mezcla única y rica que continúa inspirando a músicos contemporáneos.

    Comenzamos con uno de los géneros más emblemáticos de la música rumana: el doina. Es una música melancólica y melódica que expresa sentimientos profundos, como la tristeza, la nostalgia y el amor. Tradicionalmente, se interpreta en solitario, con instrumentos como el violín, el címbalo o la flauta, y sus letras suelen ser improvisadas, lo que da a cada interpretación un carácter único. El doina tiene sus raíces en las tradiciones pastorales de Rumanía, y se encuentra en diversas variantes en todo el país. Si bien se escucha principalmente en el campo, ha influido en muchos géneros de música rumana moderna y ha sido interpretado por artistas contemporáneos, fusionándose incluso con el jazz y la música clásica.

    Otro género fundamental de la música tradicional rumana es la hora, una danza popular que se baila en círculo, acompañada de música alegre y rítmica. Es un elemento central en las festividades y celebraciones rumanas, como bodas y fiestas de pueblo. El ritmo constante y el uso de instrumentos de percusión como el tambor y el cimbalom dan a la hora su energía inconfundible. Aunque la hora tiene una fuerte conexión con la vida rural, es también común verla en las ciudades, especialmente durante las celebraciones. Además, la hora rumana tiene muchas variaciones regionales, lo que la convierte en una de las tradiciones más diversificadas en cuanto a ritmo y estilo.

    El manele es uno de los géneros más conocidos y a veces controvertidos en Rumanía. Es una música popular moderna que surgió a fines del siglo XX, fusionando influencias tradicionales rumanas con sonidos balcánicos, turcos y árabes. Aunque a menudo se asocia con la música de fiesta, el manele tiene sus raíces en las comunidades gitanas de Rumanía y refleja su propio estilo y forma de vida. Aunque muchos lo consideran una música de celebraciones y fiestas, también tiene un trasfondo emocional, con letras que a menudo abordan temas de amor, desamor, y vida cotidiana. A pesar de las críticas que ha recibido, el manele sigue siendo muy popular en Rumanía y en la diáspora rumana.

    Rumanía, debido a su ubicación geográfica, ha sido influenciada por muchas culturas a lo largo de los siglos, y una de las más notables ha sido la de los Balcanes. La música rumana comparte muchas características con las músicas de Bulgaria, Serbia y Grecia. Los ritmos complejos y las melodías que parecen ‘fluir’ de una forma libre son una influencia directa de las músicas balcánicas. El uso de instrumentos como el címbalo, el violín y la tambura (una especie de laúd) son ejemplos de cómo las influencias balcánicas han dejado su huella en la música rumana. Además, la forma de interpretar las melodías y el uso del doina tienen paralelismos con las tradiciones musicales balcánicas.

    Otra influencia importante en la música tradicional rumana proviene del Imperio Otomano, que dominó gran parte de Rumanía durante siglos. Esta influencia se puede escuchar especialmente en la música de las regiones de Dobrogea y de las áreas cercanas al Danubio. Instrumentos como el nai (flauta turca) o el darbuka (un tipo de tambor) son muy comunes en la música tradicional rumana, y los ritmos de la música manele a menudo recuerdan a los de la música tradicional turca. La fusión de estos estilos contribuyó al desarrollo de géneros musicales rumanos como el manele. No podemos hablar de la música tradicional rumana sin mencionar la influencia de las comunidades gitanas. Los gitanos rumanos han jugado un papel crucial en la evolución de la música popular del país, especialmente en el género del manele. Su habilidad para tocar instrumentos de cuerda como el violín y la guitarra, junto con su dominio del ritmo, ha enriquecido la música rumana. La música gitana rinde homenaje a las tradiciones de la improvisación y la pasión emocional, características que podemos escuchar en muchos estilos musicales rumanos tradicionales.

    Hoy en día, muchos músicos rumanos están llevando la música tradicional a nuevos horizontes, fusionando géneros como el jazz, el rock y la música electrónica con las raíces folklóricas. Bandas como Folk Frate, o el reconocido violonchelista Mihail han encontrado formas innovadoras de combinar lo antiguo con lo moderno, creando sonidos frescos que siguen resonando con las nuevas generaciones. En los últimos años, ha habido un resurgimiento del interés por la música folclórica rumana, con muchos jóvenes que buscan reconectar con sus raíces. Grupos como Subcarpați y Zdob și Zdub han reinterpretado la música tradicional rumana, agregando elementos modernos pero manteniendo la esencia de las tradiciones. Este renacer también se refleja en festivales, como el Festival de la Música Tradicional de Rumanía, que atrae a miles de personas cada año, deseosos de experimentar la autenticidad de la música rumana.

    La música tradicional rumana es un tesoro que ha perdurado a lo largo de los siglos, abrazando influencias externas, pero manteniendo su identidad única. Desde las melodías melancólicas del doina hasta los ritmos contagiosos de la hora y el manele, la música rumana sigue siendo una poderosa expresión de la vida, las emociones y la historia del pueblo rumano.

     

  • La miscelánea: De la migración a la integración: la evolución de los rumanos en España

    La miscelánea: De la migración a la integración: la evolución de los rumanos en España

    Los rumanos han desarrollado un afecto especial por España por varias razones, la mayoría relacionadas con experiencias personales y condiciones socioculturales. Desde la década de 1990, muchos rumanos han emigrado a España en busca de mejores oportunidades laborales. España ha ofrecido puestos de trabajo en la agricultura, la construcción, los servicios y otros campos, y los rumanos han sido a menudo bien recibidos por su mano de obra. Esta experiencia económica positiva ha reforzado el sentimiento de afecto por el país. El clima cálido de España y sus hermosas playas son otra de las razones por las que los rumanos adoran el país. Muchos rumanos que viven allí disfrutan del generoso sol y de los paisajes mediterráneos, que contrastan con los inviernos más fríos de Rumanía. Los españoles son conocidos por su carácter cálido y abierto, lo que ha ayudado a muchos rumanos a sentirse bienvenidos e integrados en la sociedad. Existe una similitud cultural entre ambos pueblos en cuanto a valores tradicionales como la importancia de la familia y la hospitalidad. Tanto el rumano como el español pertenecen a la familia de las lenguas romances, lo que facilita el aprendizaje del español a muchos rumanos. Esta proximidad lingüística y cultural ayuda a crear una sensación de familiaridad y cercanía. Los rumanos en España forman una de las mayores comunidades de inmigrantes del país y su integración ha sido relativamente fácil. En muchas ciudades, los rumanos han conseguido crear comunidades sólidas con sus propias iglesias, escuelas y negocios, lo que les hace la vida en España más cómoda y agradable. Integrarse en la sociedad española no siempre ha sido fácil. Muchos rumanos se enfrentaron a la discriminación, las dificultades burocráticas o los retos que plantea el reconocimiento de títulos y cualificaciones profesionales.

    Tras la caída del comunismo en 1989, muchos rumanos empezaron a emigrar de Rumanía en busca de una vida mejor debido a los problemas económicos y la inestabilidad política. Al principio, España era un destino relativamente nuevo para los rumanos, que empezaron a venir sobre todo para trabajos estacionales en la agricultura y la construcción. Las primeras oleadas de rumanos eran principalmente hombres, que más tarde trajeron a sus familias. Durante este periodo, los rumanos se integraron gradualmente en la sociedad española, principalmente en sectores económicos con gran demanda de mano de obra, como la construcción y la agricultura. Muchos rumanos trabajaban inicialmente indocumentados o con contratos temporales.

    Un momento clave para la evolución de la comunidad rumana en España fue 2007, cuando Rumanía ingresó en la Unión Europea. Sin embargo, España impuso una serie de restricciones a los ciudadanos rumanos en el mercado laboral hasta 2011. Hasta entonces, muchos rumanos estaban en España legalmente, pero las restricciones económicas y el acceso limitado al mercado laboral complicaron el proceso de integración. Desde 2002, el número de rumanos en España ha crecido exponencialmente. Mientras que en 1998 había unos 6.000 rumanos en España, en 2006 este número había superado los 400.000. El crecimiento continuó después de 2007, llegando a más de 900.000 rumanos en 2011, según datos oficiales. En la década de 2000, la pujante economía española atrajo a un gran número de inmigrantes, entre ellos rumanos. La mayoría de ellos trabajaron en la construcción, el turismo, los servicios asistenciales y la agricultura, contribuyendo significativamente a la economía española. El periodo de crecimiento económico facilitó la integración de los rumanos, muchos de los cuales consiguieron traer a sus familias y establecerse de forma permanente.

    La crisis financiera golpeó duramente a España y el sector de la construcción, en el que trabajaban muchos rumanos. Durante este periodo, algunos rumanos se vieron obligados a volver a casa o emigrar a otros países europeos, pero la mayoría se quedó en España, adaptándose a las nuevas y difíciles condiciones económicas. Después de 2011, cuando la economía española empezó a recuperarse, la comunidad rumana reforzó su presencia. Los rumanos se adaptaron a diferentes sectores económicos y consiguieron establecer pequeños negocios, así como invertir en la educación de sus hijos, que asisten a colegios españoles. Después de 2011, se levantaron las restricciones del mercado laboral para los ciudadanos rumanos, lo que permitió a los rumanos acceder más fácilmente a empleos legales y estables, contribuyendo a una integración social más rápida y a la mejora de las condiciones económicas de sus familias.

    Según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística de España, el número de rumanos residentes en el país ha aumentado de forma constante. Este crecimiento fue más marcado entre 2014-2018, cuando el número de rumanos en España aumentó más del 50%. En los últimos años, el crecimiento ha sido más moderado, pero el número de rumanos en España ha seguido aumentando. Los rumanos son actualmente la segunda comunidad extranjera en España, después de los marroquíes. La mayor concentración de rumanos se da en las comunidades de Madrid, Cataluña y Valencia. Las zonas con mayor concentración de rumanos son Madrid (276.000 rumanos, el 42,5% de todos los rumanos de España), Cataluña, (124.000 rumanos) y la Comunidad Valenciana (104.000 rumanos). Estas regiones han atraído a los inmigrantes por las oportunidades económicas, así como por las comunidades establecidas que ofrecen apoyo y redes de ayuda a los recién llegados.

    Además de su contribución económica, desempeñan un papel activo en la promoción de la cultura y las tradiciones rumanas. Se están organizado eventos culturales, como festivales, conciertos y exposiciones, que no sólo proporcionan un espacio para que los rumanos se expresen, sino que también contribuyen a la diversidad cultural de España. Estos actos son oportunidades para celebrar el patrimonio rumano, pero también para tender puentes entre las comunidades rumana y española. En muchas regiones de España, especialmente en grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla, se han abierto escuelas y clases de lengua rumana para los hijos de los emigrantes, dándoles la oportunidad de aprender y preservar su lengua materna y su cultura.

    Estas iniciativas son esenciales para mantener los vínculos con Rumanía y garantizar la transmisión de las tradiciones y la identidad cultural rumanas a las nuevas generaciones. La Embajada de Rumanía en España y los consulados en las principales ciudades apoyan activamente a la comunidad rumana, facilitando la integración y prestando apoyo jurídico y administrativo. También existen numerosas asociaciones y organizaciones de rumanos que contribuyen a la preservación de la identidad cultural y a la integración en la sociedad española. Las relaciones entre Rumanía y España se han reforzado a través de intercambios culturales, económicos y políticos, que también benefician a la comunidad rumana. Rumanía y España han firmado numerosos acuerdos bilaterales en diversos ámbitos, como el mercado laboral y la educación.

    La comunidad rumana en España es un ejemplo de éxito de integración en el contexto de un país europeo que ha ofrecido importantes oportunidades económicas y sociales. Además del impacto económico, los rumanos contribuyen a la diversidad cultural y social de España, formando un sólido puente entre ambos países.

     

  • Monumentos rumanos restaurados de Besarabia

    Monumentos rumanos restaurados de Besarabia

    La ocupación rusa de Besarabia significó, especialmente después de 1830, una política de fomento de la influencia rusa en una zona de conflicto con el Imperio Otomano. En junio de 1940, tras el acuerdo entre Hitler y Stalin en el verano de 1939, la Unión Soviética se anexionó Besarabia. En 1941, Rumania la liberó y en 1944 la vida de los habitantes de Besarabia volvió a su curso natural. Pero al final de la Segunda Guerra Mundial, a partir de 1944, la Unión Soviética volvió a ocupar Besarabia, así como toda Europa Central y Oriental, e impuso regímenes a imagen y semejanza del suyo.

    Entre 1945 y 1989, la brutalidad soviética se extendió a los habitantes de Besarabia, adoptando todas las formas imaginables: deportaciones a campos y encarcelamientos, desplazamientos de población, educación estalinista, otras violaciones sistemáticas de los derechos humanos y las libertades fundamentales. El amplio proceso de sovietización significó la creación del nuevo hombre soviético a través de la amnesia, es decir, olvidando los propios orígenes y borrando la memoria de los eventos pasados.

    Rumanía fue el principal enemigo utilizado en el proceso de sovietización de Besarabia. La frase «fascistas rumanos» estaba presente en cualquier referencia a la zona al oeste del Prut. Entre las primeras víctimas de la sovietización se encuentran los monumentos del foro público que expresaban la voluntad y los sentimientos de la población de Besarabia, que representaban la adhesión de la mayoría de los rumanos de Besarabia a su identidad y pertenencia a la ciudadanía del Reino de la Gran Rumanía. Las estatuas y símbolos de personalidades de la historia y la cultura rumanas fueron demolidos, destruidos y reemplazados por estatuas y símbolos del ocupante soviético. Los monumentos soviéticos expresaban fuerza y agresividad en el más alto grado, al igual que algunos monumentos representados por tanques con cañones apuntando hacia el oeste, hacia Rumania.

    Pero desde 1991, el año del colapso de la Unión Soviética, un verdadero Imperio del Mal como lo llamó el presidente estadounidense Ronald Reagan, la República de Moldavia se ha vuelto independiente. Desde entonces, los habitantes de Besarabia han estado buscando sus orígenes y tratando de volver a las formas de identidad de sus padres y abuelos.

    Una de las medidas adoptadas en este sentido es la eliminación de los monumentos soviéticos y la reubicación de los monumentos de la época en que Besarabia formaba parte de Rumania. En Bucarest se inauguró una exposición de 28 monumentos rumanos restaurados de soberanos, héroes, soldados y clérigos rumanos, pero también de personalidades culturales contemporáneas como los cantantes Doina e Ion Aldea Teodorovici. La exposición también contó con la presencia de Iuliana Gorea-Costin, embajadora de la República de Moldavia en Bucarest.

    «A la izquierda del Prut, la guerra entre la luz y la oscuridad es bastante intensa y se está librando una batalla permanente para afirmar nuestra identidad. Es una batalla por la historia, por la lengua y la literatura rumanas. Ha estado de pie, más de una vez, en la plaza de la Gran Asamblea Nacional, incluso durante meses. Al estar en la encrucijada de civilizaciones, necesitamos conocernos mejor, los que estamos dentro de la misma nación. Y al mismo tiempo, debemos unir nuestros esfuerzos para que las personas sabias sobrevivan en este espacio».

    En el período transcurrido desde 1991, las organizaciones cívicas de la República de Moldavia han emprendido acciones para reubicar los monumentos rumanos originales y los monumentos que informarían a la opinión pública sobre las atrocidades cometidas durante la barbarie soviética.

    Por ejemplo, un monumento reubicado y consagrado en 2016, una copia del período de entreguerras, es el Monumento de los Tres Mártires en la capital de Chisináu. Está dedicado a luchadores por la idea nacional como el sacerdote y escritor Alexei Mateevici (1888-1917), el abogado, periodista y cantante Simion Murafa (1887-1917) y el ingeniero topográfico Andrei Hodorogea (1878-1917). Los tres murieron en el terrible año de 1917, Mateevici, de 29 años, afectado por el tifus exantemático, y los amigos Murafa, de 30 años, y Hodorogea, de 39, asesinados por una banda de criminales bolcheviques.

    Después de la guerra, Pantelimon Halippa, político de Besarabia, creó un comité para erigir monumentos para todos los combatientes unionistas, entre los que se encontraban los tres. En 1923, se inauguró el monumento a Mateevici, Murafa y Hodorogea por iniciativa de la Sociedad Las Tumbas de los Héroes Caídos en la Guerra, en presencia del general francés Henri Berthelot. El monumento era una losa de piedra, colocada en posición vertical, en la que estaban enterrados los rostros en bajorrelieve de bronce de los tres héroes. En el pedestal, frente a los bajorrelieves, había un águila de bronce y debajo se colocó la inscripción Apóstoles de Besarabia, Mártires de la Santa Causa Nacional. El monumento, de tres metros de altura, estaba coronado con el escudo de armas de Rumanía, entre una rama de roble y una rama de laurel, realizada en bronce. Este medía 4,35 metros de largo y 1,92 metros de ancho.

    En vísperas de la anexión de Besarabia en junio de 1940, el ejército rumano desmanteló los bajorrelieves de Alexei Mateevici y Simon Murafa y los envió a Bucarest. En 1962, el resto del monumento y el campanario situado frente a la catedral de la Natividad del Señor, donde se encontraba, fueron volados por el ejército soviético.

     

    Versión en español: Mihaela Stoian

  • La miscelánea: Dacia Sandero, el coche nuevo más vendido en Europa en el primer semestre de 2024

    La miscelánea: Dacia Sandero, el coche nuevo más vendido en Europa en el primer semestre de 2024

    A pesar de eso, Dacia ha sabido evolucionar con los años para adaptarse a las necesidades de sus clientes. De hecho, cada uno de sus modelos insignia ha supuesto, a su manera, una revolución en el mercado, según indica la página web dacia.es.

    Dacia, que desde 2004 está presente en toda Europa y en los países de la cuenca mediterránea, basa su estrategia comercial en ofrecer a los clientes lo esencial y prescindir de lo superfluo con una buena relación equipamiento-precio, lo que convierte a sus modelos en los más baratos del mercado. En 1999, cuando Renault compra Dacia, la marca da realmente un giro estratégico sin alejarse por ello de sus señas de identidad y cosecha un primer éxito con Logan.

    Las más recientes cifras muestran que el Dacia Sandero es el coche nuevo más vendido en Europa, con más de 160.000 unidades vendidas en los seis primeros meses del año, lo que supone un aumento del 18,5%. Al mismo tiempo, desde su debut en 2008, Dacia Sandero ha vendido más de 3,1 millones de unidades. El Volkswagen Golf siguió siendo la segunda opción entre los europeos con 125.993 unidades vendidas y un aumento del 43 por ciento, mientras que el Renault Clio subió al tercer lugar con 114.623 vehículos entregados, un aumento de 15 por ciento en comparación con el primer semestre del año pasado.

    En el año 2023, el Dacia Sandero fue el segundo coche más vendido en Europa tras el SUV eléctrico Tesla Model Y, según indican los datos centralizados por Automotive News Europe. En concreto, el Tesla Model Y cerró 2023 con unas entregas de 254.822 unidades, mientras que las ventas del Dacia Sandero alcanzaron las 235.893 unidades.

    Los datos de la Dirección General de Permisos de Conducir y Matriculaciones de Rumanía muestran que el mercado rumano de automóviles logró crecer moderadamente el año pasado en comparación con 2022. En 2023 se matricularon en Rumanía un total de 144.611 coches nuevos, lo que supone un aumento interanual del 11,5%. Como era de esperar, el líder en matriculaciones de coches nuevos fue Dacia, que entregó 45.944 unidades en Rumanía el año pasado. Así, de cada tres coches nuevos comprados por los rumanos en 2023, uno fue Dacia, según las estimaciones. En segundo lugar se sitúa la matriz de Dacia, Renault, que entregó 10.698 unidades en Rumanía, y a muy poca distancia completa el podio Toyota, que vendió 10.691 coches. El segundo y tercer puesto están prácticamente empatados. El Top 10 de matriculaciones de coches nuevos en Rumanía en 2023 continúa con Skoda (10.557 unidades), Volkswagen (9.888 unidades), Hyundai (8.977 unidades), Ford (6.649 unidades), Mercedes-Benz (4.764 unidades), BMW (4.684 unidades) y Suzuki (4.621 unidades). Por modelos, el Logan sigue siendo el coche favorito de los rumanos, con cerca de 14.000 coches vendidos en 2023, y el segundo puesto lo ocupa, de forma un tanto sorprendente, el Duster, que ha desbancado al Sandero. Es cierto que hay una diferencia de solo unos cientos de unidades entre los modelos en segundo y tercer lugar, pero el Duster «ha ganado».

    En menos de 15 meses, Dacia ha lanzado su nueva gama, que ya cuenta con cuatro modelos completamente actualizados (Sandero, Spring, Duster y Jogger), ha ampliado su oferta electrificada (al Spring eléctrico se ha unido el Jogger híbrido no enchufable) y acaba de estrenar una nueva identidad de marca que incluye un plan de modernización de su red comercial.

    En el mercado rumano, Dacia matriculó 26.457 vehículos en los 6 primeros meses de 2024, lo que corresponde a una cuota de mercado del 27,91%.  Los modelos más vendidos del mercado están dominados por el Duster (9.391 unidades), el Logan (8.325 unidades) y el Sandero (incluida la versión Stepway), con 4.658 unidades.  El Primavera siguió siendo el modelo más vendido en el mercado 100% EV en Rumanía, con 2.101 unidades, mientras que el Jogger fue el modelo más vendido en el segmento C (excluidos los SUV), con 1.920 vehículos vendidos en los 6 primeros meses de 2024.

    En 1973, hace 51 años, el coche más vendido en Europa era el Fiat 127 urbano. Siguió siendo líder del mercado durante otros 6 años, hasta 1979, cuando el Renault 5 tomó el relevo. Así, desde 1983, el Volkswagen Golf ha sido el «rey» de Europa durante 34 años, con sólo otros cinco modelos ocupando el primer puesto hasta 2022: Fiat Punto en 1997, Peugeot 206 en 2003, Opel Astra en 2005 y 2006, Peugeot 207 en 2007 y Peugeot 208 en 2022.