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  • Niños superdotados

    Niños superdotados


    Los niños dan señales de creatividad e inteligencia desde edades muy tiernas y los padres prestan atención a cada señal que pudiera indicar un apego especial de sus hijos por las artes o a las ciencias exactas. Una vez llegados a la edad escolar deberían beneficiarse de las condiciones necesarias para desarrollar sus talentos, pero en Rumanía, la situación es distinta porque la identificación y la verificación de los niños superdotados es deficitaria. Oficialmente, no existen estadísticas, e incluso la asociación no gubernamental Gifted Education ha efectuado sus propias investigaciones pero éstas no han alcanzado el nivel estándar de representatividad, según declara uno de los autores de estas investigaciones, el matemático Florian Colceag, presidente de la asociación:




    “Primero diría que las estadísticas no reflejan la situación a nivel nacional sino que son muestras de un estudio entre mil personas como máximo, de manera que los datos sacados por mí pueden ser impugnados. Alrededor de un 4% de los niños posee una inteligencia que supera el nivel promedio, es decir que son niños con un IQ superior a 120. En China, este promedio es del 6% y el promedio mundial es del 2%. Por otro lado, estas cifras pueden ser impugnadas porque el resultado depende de las pruebas a las que están sometidos los niños, y de los índices utilizados. Por ejemplo, hace varios años, un equipo de Noruega investigó a los niños del medio rural y de las zonas suburbanas: personas que carecen de cultura y que nunca han prestado esfuerzo intelectual alguno. El resultado fue una población con un bajo nivel cultural pero con un IQ promedio de 89, del total de 100.




    A estas consideraciones y riesgos inherentes de una verificación, se añaden una serie de dificultades a las que no se enfrenta sólo Rumanía. Escuchemos a Florian Colceag:




    “El IQ resultado a raíz de las pruebas no corresponde a la realidad sobre el terreno. Hay muchas personas con un IQ elevado que no han realizado nada en el mercado laboral, no han dejado ninguna huella visible. Existen personas muy inteligentes que son simples taxistas. Por ejemplo, un 50% de las personas sometidas a pruebas por universidades de Connecticut, que han comprobado tener una inteligencia que rebasa el nivel promedio, no han obtenido éxito profesional alguno. De todas maneras dudo de que estas estadísticas sean relevantes.




    Tal vez, no sean relevantes pero pueden representar un punto de salida en el desarrollo de programas educativos destinados a ayudar a los niños a mejorar su potencial. Desgraciadamente, en Rumanía este aspecto es descuidado por las autoridades, y la legislación con respecto a esta problemática es precaria, nos ha dicho Robert Florea, coordinador del Centro del Municipio Bucarest de Recursos Humanos y Asistencia Educativa:




    “Desgraciadamente no he notado una preocupación especial al respecto. No sé cúal es la situación en el ámbito del Ministerio de Educación, pero en el de los Inspectorados no he registrado ninguna preocupación al respecto. Tampoco la legislación presta atención a este aspecto. La ley actual de educación cuenta con una sección y un artículo con cinco apartados referentes a la problemática de los alumnos capaces de alcanzar récords. Legalmente ellos son denominados niños superdotados. En 2007, otro acta normativa incluía varias previsiones con respecto al descubrimiento y la asignación de recursos humanos que se encargaran de estos niños, pero nada especial se ha emprendido hasta la fecha.




    La ley relativa a la educación de los jóvenes capaces de alcanzar altos rendimientos adoptada en 2007, fue votada a iniciativa del profesor Colceag, pero todavía no ha producido efecto alguno. Escuchemos a Florian Colceag:




    “Ya desde el año 2007 tenía que ser creado el Centro Nacional de Instrucción Diferenciada que a su vez habría de crear una red de escuelas especiales. Desgraciadamente no se ha asignado presupuesto alguno, porque ningún partido ha mostrado interés en sacar a la luz los verdaderos valores intelectuales. Este instituto debería redactar alternativas educativas alentadoras para desarrollar la personalidad de los niños y maximizar su potencial. Conforme a estas alternativas es el progreso del alumno que debería ser medido y no el rendimiento, porque no hay niños que estén apasionados por todas las asignaturas en igual medida y al mismo tiempo. Y si un niño alcanza un progreso especial en un determinado sector, entonces hará falta una educación individualizada.




    En ausencia de programas gubernamentales, los padres apelarán a distintas iniciativas privadas para verificar y preparar de manera correspondiente a los niños con talentos o sobredotados. Los olímpicos internacionales, que constituyen una de las razones de orgullo nacional de los rumanos, son los únicos a los cuales el sistema de educación ofrece una preparación adecuada, pero solamente en el contexto de estos concuros internacionales. ¿Pero qué resultará del resto de las habilidades y de los niños dotados? ¿Qué se debería hacer a nivel gubernamental e institucional para descubrirles y valorarles? Robert Florea contesta:




    “Este problema tiene que ser enfocado a nivel sistémico con ayuda de los especialistas. Ellos deben elaborar el conjunto de instrumentos de verificación y la modalidad de seleccionar la muestra de un estudio a nivel nacional. Desgraciadamente, por el momento no existe una preocupación institucional al respecto. Nadie piensa en descubrir a estos niños. Pensemos por ejemplo sólo en los olímpicos internacionales. No sabemos qué ocurrirá con ellos con el paso del tiempo pero parece que muchos de ellos prefieren abandonar el país. ¿Por qué no crear, con tiempo, las condiciones propicias a su desarrollo? Pero para crear estas condiciones hace falta identificarles primero y por ello necesitamos una unidad completa.




    El asunto no depende sólo del desarrollo del potencial individual de los niños, sino también del futuro social, económico y cultural de Rumanía.



  • Copiii supradotaţi

    Copiii supradotaţi

    Încă de la vârste extrem de fragede, copiii dau
    semne de creativitate şi de inteligenţă, iar părinţii sunt atenţi la fiecare
    semn care ar indica o dotare specială pentru arte sau ştiinţe a celor mici.
    Ajunşi la vârsta şcolară, copiii ar trebui să-şi poată dezvolta înclinaţiile
    native, după ce ele sunt identificate. Aşa stau lucrurile teoretic, dar în
    practică, în România, situaţia e alta. Testarea şi identificarea copiilor
    supradotaţi este deficitară. La nivel oficial, nu există statistici, asociaţia
    non-guvernamentală Gifted Education a făcut propriile cercetări care, însă, nu
    ating nivelul standard de reprezentativitate, după cum recunoaşte chiar unul
    din autorii lor, matematicianul Florian Colceag, preşedintele asociaţiei:
    În general, pot spune că statisticile care s-au făcut nu au fost la nivel
    naţional, ci doar pe eşantioane de până la o mie de persoane. Aşa că datele provenite
    de la mine pot fi contestate. Cam 4% dintre copii au o inteligenţă peste medie,
    adică IQ peste 120. La chinezi, acest procent e de 6%, iar media mondială este
    de 2%. Dar aceste cifre sunt destul de contestabile, pentru că depinde de tipul
    de test aplicat, de indicatorii cu care se lucrează. De pildă, acum câţiva ani,
    o echipă de psihologi norvegieni au testat copiii din mediul rural şi din
    zonele suburbane. A fost testată populaţia comună: oameni fără cultură şi care
    n-au depus nici un efort intelectual în viaţa lor. Ei au ajuns la concluzia
    unei populaţii cu o cultură redusă care avea un IQ mediu de 89 (100 fiind media
    mondială).


    Acestor considerente şi
    capcane inerente testării li se mai adaugă şi anumite dificultăţi, prezente nu
    doar în România, consideră Florian Colceag: Datele de
    inteligenţă făcute prin testări nu corespund cu realitatea de la faţa locului.
    Sunt mulţi oameni cu un coeficient intelectual înalt, deja măsurat, care nu au
    făcut nimic concret pe piaţa muncii, nu au lăsat nici o urmă vizibilă. Există
    oameni foarte inteligenţi care sunt şoferi de taxi. De pildă, 50% dintre
    persoanele testate şi descoperite ca având o inteligenţă peste medie de către
    universităti din Connecticut, nu fac performanţe profesionale. Am, de aceea, mari
    reţineri în a spune că aceste statistici sunt relevante.


    Poate că statisticile nu sunt relevante, ele pot
    constitui un punct de plecare pentru dezvoltarea unor programe educaţionale
    menite să-i ajute pe copiii să-şi dezvolte potenţialul. În România, din păcate,
    acest aspect este neglijat de către autorităţi, iar legislaţia cu privire la
    această problematică este precară, am aflat de la Robert Florea, coordonatorul
    Centrului Municipiului Bucureşti de Resurse şi Asistenţă Educaţională:
    Din păcate, nici nu există o preocupare distinctă în acest sens. Nu ştiu
    care e situaţia la nivelul Ministerului Educaţiei, dar la nivelul
    inspectoratelor de învăţământ nu ştiu să existe o preocupare în această
    direcţie. Nici în legislaţie nu există o pondere semnificativă acordată aceste
    chestiuni. Legea actuală a educaţiei are o secţiune şi un articol cu cinci
    aliniate care se referă la problematica elevilor capabili de performanţe
    înalte. Ei nu sunt denumiţi legal ca fiind supradotaţi. În 2007, un alt act
    normativ conţinea câteva prevederi referitoare la depistarea, la alocarea de
    resurse umane care să se ocupe de aceşti copii. Din păcate, în momentul de
    faţă, nu există vreo aplecare particulară în acestă privinţă.


    Legea privind educatia tinerilor
    capabili de performanţă înaltă, adoptată în 2007, a fost votată la iniţiativa
    profesorului Florian Colceag, dar nu a produs niciodată vreun efect, aflăm tot
    de la Florian Colceag: Din 2007, trebuia să se înfiinţeze Centrul
    Naţional pentru Instruite Diferenţiată care ar fi trebuit să creeze o reţea de
    şcoli. El este legal instituit, dar nu are personale, birouri şi nici buget.
    N-a intrat în interesul nici un partid politic să scoată la suprafaţă valori
    intelectuale puternice. Acest institut ar trebui să redacteze alternative
    educaţionale încurajatoare pentru dezvoltarea personalităţii copiilor şi pentru
    maximinarea potenţialului lor. Conform acestor alternative, nu performanţa
    trebuie măsurată, ci progresul elevilor în domeniilor lor de interes sau de
    pasiune, fiindcă nu există copil care să fie pasionat de toate domeniile sau de
    toate disciplinele în acelaşi timp. Dar în momentul în care reuşeste un progres
    cu totul deosebit într-o anumită zonă, asta e ceva extraordinar care presupune,
    însă, educaţie individualizată.


    În lipsa programelor
    guvernamentale, părinţii apelează la diverse iniţiative particulare pentru
    testarea şi pregătirea corespunzătoare a copiilor talentaţi sau supradotaţi.
    Olimpicii internaţionali, care constituie unul din motivele de mândrie
    naţională ale românilor, sunt singurii cărora sistemul de învăţământ le oferă o
    pregătire adecvată, dar numai în contextul acestor concursuri internaţionale.
    Cum rămâne cu restul abilităţilor şi al copiilor înzestraţi cu ele? Ce ar
    trebui făcut, la nivel guvernamental şi instituţional, pentru depistarea şi
    valorificarea lor?

    Robert Florea: E o problemă care trebuie abordată la nivel
    sistemic, prin intermediul specialiştilor. Ei vor elabora setul de instrumente de testare şi modalitatea de
    selectare a eşantionului la nivel naţional. Deocamdată, din păcate, nu există o
    preocupare instituţională. Nimeni nu şi-a pus problema să-i depisteze pe aceşti
    copii, deşi ea ar trebui să existe. Să ne gândim numai la olimpicii
    internaţionali. Nu ştim ce se întâmplă cu ei în timp, dar se pare că unii
    părăsesc ţara. De ce nu am crea nişte condiţii propice dezvoltării lor din
    timp? Ca să le creăm, trebuie să-i avem, iar ca să-i identificăm, iar pentru
    asta, ne nevoie de un întreg aparat.


    Chestiunea nu ţine,
    aşadar, doar de dezvoltarea potenţialul individual al copiilor, ci şi de
    viitorul socio-economic şi cultural al României.