El próximo mes, el presidente Klaus Iohannis concluirá su segundo y último mandato de cinco años, el último al que tenía derecho según la Constitución. La llamada década de Iohannis ya es objeto de numerosas críticas, en editoriales de prensa y documentales, y el balance dista mucho de ser brillante.
La coordinación de la política exterior del país es una prerrogativa presidencial y este es también el ámbito en el que se han acumulado los retrasos más graves. Muchos rumanos siguen sintiéndose ciudadanos de segunda clase de la Unión Europea, porque su país ha sido admitido en el Espacio Schengen, que es una zona de libre circulación, únicamente en su dimensión aérea y marítima, y no en la terrestre.
Aunque la asociación estratégica entre Bucarest y Washington parece haber alcanzado, según los funcionarios, su punto álgido, Rumanía aún no ha sido incluida en el Programa de Exención de Visado, que permite la entrada sin visado en Estados Unidos.
Por otra parte, el apoyo constante de Rumanía a la vecina Ucrania, invadida por tropas rusas, ha causado grandes problemas a varios grupos de trabajadores locales, desde agricultores a transportistas, que han salido a la calle para expresar su descontento.
Internamente, son innumerables las críticas dirigidas al presidente Iohannis, una de las cuales es que ha ignorado por completo su papel de mediador en la sociedad, que también está estipulado en la Constitución. «Después de Iohannis, queda la sensación de que cualquiera puede ser presidente», escribía recientemente un columnista.
Lo cierto es que 14 aspirantes han entrado inicialmente en la carrera para sucederle. Son líderes de partidos parlamentarios, representantes de partidos políticos marginales o candidatos independientes. Uno de ellos, el ex primer ministro Ludovic Orban, candidato por la Fuerza de la Derecha, anunció el lunes que abandonaba y que apoyaría a la jefa de la USR, Elena Lasconi.
Los equipos de los 13 candidatos restantes han estado calentando motores en los últimos días de la campaña electoral, que concluye en vísperas de la votación del 23 de noviembre a las 7:00 horas. La votación en todo el país tendrá lugar el domingo entre las 7:00 y las 21:00 horas. Si hay votantes en la cola o en el recinto cuando se cierren las urnas, el presidente del colegio electoral podrá ordenar una prórroga de la votación hasta las 23:59, momento en que el sistema se cerrará automáticamente.
Los electores solo pueden votar en la localidad donde tienen su domicilio o residencia, mientras que en Bucarest, apenas en el distrito donde están inscritos en las listas permanentes. La dirección del colegio electoral del votante puede consultarse en el sitio web de la Autoridad Electoral Permanente. Los electores que se encuentren en otra localidad pueden votar en cualquier colegio electoral y se inscribirán en las listas suplementarias.
Los ciudadanos rumanos que vivan o residan en el extranjero pueden votar por correo o en cualquier colegio electoral organizado en el país o en el extranjero. La ronda decisiva de votaciones, en la que se enfrentarán los dos más votados, está prevista para el 8 de diciembre, una semana después de que los rumanos elijan también un nuevo Parlamento el 1 de diciembre, Día Nacional.
Versión en español: Antonio Madrid
