Tag: Moldavia

  • The First Railway in the Romanian principalities

    The First Railway in the Romanian principalities

    Train rides today are often a good opportunity to reminisce over times gone by. However, when it was first introduced in Wallachia and Moldova, two of the Romanian Principalities in mid-19th century, the railway produced quite a scare. And yet, people started to grasp its economic potential soon enough.



    It was against the backdrop of a full-scale process of modernization that the first railway segment was introduced, linking Bucharest to the port of Giurgiu, measuring 67 kilometers in length. Mircea Dorobantu, the director of the Romanian Railway Museum in Bucharest, spoke about the importance of this first railway in Romania.



    Mircea Dorobantu: “Back in the 1860s the authorities were talking about the introduction of the railway, as southern Bucharest was one of the most important hubs on the map of regional trade. The Danube linked the city to many European capitals and was the main transport route at the time. Talks referring to the building of a railway went back to the rule of Alexandru Ioan Cuza, but the problem at the time was that Romania faced a shortage of rail experts. In this context, the British Railways, which were represented by various railway companies at the time, were eager to develop trade relations in this part of Europe. One of these companies belonging to entrepreneur John Trevor Barkley offered to build the rail segment from Bucharest to Giurgiu in exchange for a concession agreement with the Romanian state.



    The agreement was signed over a period of 99 years. Barkley’s company built the railway observing typically British building patterns. To this day, a train ride on this route allows travelers to admire the water towers in Comana and Giurgiu stations, which look much like they did back in 1869. You can still see the original plates”.



    “John Trevor Barkley & John Staniforth” started building the railway in 1866, and on October 31, 1869 the Bucharest-Giurgiu railway was inaugurated. The engines and cars, both for freight and passengers, resembled their British counterparts, of course. Mircea Doborantu:



    Mircea Dorobantu: The first engines were for both passengers and freight. The engines for passengers had one free axle and two driving axles putting the cars in motion as they had wheels with a big diameter. They had to run fast reaching the maximum speed of 83 km per hour. The engines for freight trains had three driving axles to haul freight wagons, which were heavier than the passenger ones. In the beginning, a passenger train on the Bucharest-Giurgiu line was made up of two first class carriages, two second class carriages, three third class carriages and two luggage vans. Passengers were very frightened by the train. To travel by “the fire carriage” was very weird for them; some of them did not keep away from the train as they were used to the horse drawn carriages by-passing them. That is why accidents took place. Those standing on the railway line or close to it were run over by the train and for this reason, when the first trains started running, a rider would ride ahead of the train blowing a horn to warn people to keep away from the train.”



    The next railway in the Principalities was built in Moldavia, being an extension of the existing line on the Lemberg-Cernauti-Suceava-Roman route. The Romanian extension covered the Roman-Bucharest route. The terminus in Bucharest was not the Filaret Train Station, but a new station for the Bucharest-Targoviste route, which subsequently became the main station of the capital, the North Train Station, inaugurated in 1872. In the beginning, there was no communication line between the Filaret Train Station and the North Train Station, as Mircea Dorobantu, the director of the Romanian Railway Museum explains.



    Mircea Dorobantu: “A communication line was then built between the two train stations because due to the great importance of the railways, in 1880, the problem of establishing a sole, well-organized administration was posed. So, in 1880, the Princely Department of the Romanian Railways was established. Meanwhile, the Romanian state bought back the lines from the concessionaires who had built and managed them and included them into a unitary system run by a sole administration.



  • La ideología del moldovenismo

    La ideología del moldovenismo

    El moldovenismo alentaba los separatismos que se oponían a la unión de Muntenia con Moldavia y a la formación del Estado rumano moderno. Esta corriente se impuso plenamente durante el régimen soviético y su herencia perdura hasta hoy en día.




    El historiador Andrei Cusco de la Universidad de Estado de Chisinau nos ofrece más detalles sobre la historia del moldovenismo y de sus malformaciones:





    “Mencionaría una figura muy importante que tiene que ver con la Iglesia de Besarabia. Se trata del último obispo importante de la Iglesia de Besarabia del período zarista, entre 1908 y 1914, Serafín Ciceagov. Fue el bisnieto del almirante Ciceagov que en 1912 llegó a Besarabia como enviado del zar. Este Serafín Ciceagov es, al igual que Pavel Lebedev, el símbolo del intento por parte del centro de controlar la Iglesia de Besarabia. Es el primero y único dignatario del período imperial que intentó imponer un proyecto “cuasimoldovenista. En el período imperial no existía, hasta comienzos del siglo 20, ningún elemento que hubiera podido ser definido como “moldovenista en la percepción rusa sobre Besarabia. Evidentemente, los rumanos de Besarabia son considerados por la mayoría absoluta de los observadores rusos como rumanos con una cierta especificidad regional. Sin embargo, no existe ninguna tendencia de demostrar que los rumanos de Besarabia serían fundamentalmente diferentes en comparación con los de Rumanía y menos de crear una nación moldava distinta.





    La situación cambia radicalmente después de la victoria de la revolución bolchevique de 1917. Para vengarse y recuperar la Besarabia perdida en 1917-1918, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) creó un Estado-fantasma, la República Autónoma Soviética Socialista de Moldavia, en la orilla izquierda del río Dniéster, con la capital inicial en Balta y luego en Tiráspol, cuyo objetivo era propagar las ideas de la existencia de la llamada nación moldava.


    Nuevamente ante los micrófonos de RRI, Andrei Cusco:





    “En el período de entreguerras, los activistas soviéticos culturales que querían formar la nación moldava no estaban seguros de cómo tenía que ser esta nación. Entre 1932 y 1938 el alfabeto latino fue introducido en la República Autónoma Soviética Socialista de Moldavia y el estándar lingüístico era idéntico al de Rumanía. No había ninguna diferencia entre lo que se publicaba en Tiráspol en rumano y lo que se publicaba en Chisinau. El período anterior, entre 1924 y 1932 y sobre todo después de 1938 fueron característicos los intentos deliberados de crear la lengua y la cultura moldavas en base a unos materiales de calidad dudosa. Se trata de un dialecto local, hablado en las aldeas de Transnistria. La idea nacional soviética era circunscrita a la idea de revolución cultural; estos pueblos tenían que superar rápidamente las etapas, recuperar en un decenio o dos lo que no habían logrado en miles de años. Lo mismo sucede también con la llamada nación moldava, sólo que aquí el objetivo era mucho más claro, es decir combatir el nacionalismo rumano, el proyecto rumano.




    Una vez reanexionada Besarabia en 1940 y sobre todo después de 1944, se producen otros cambios de la ideología moldovenista. Andrei Cuşco:




    “Lo que pasa después de 1940, sobre todo después de 1944, es más interesante, después de que las autoridades soviéticas vuelvan a Besarabia. Ellas tienen algunos guiones en la mente. Uno de ellos es el de perpetuar el modelo de Transnistria, de crear de la nada una lengua y una cultura, opuestas al rumanismo. Pero esto no pasa, porque la intelectualidad soviética moldava, sobre todo los escritores, que se habían formado en el periodo de entreguerras, incuso siendo comunistas, no aceptan este estándar, este nuevo canon que los soviéticos intentan imponer. Hacia mediados de los años 1950 se vuelve a los modelos culturales rumanos, lingüístico y literario. En 1957, cuando tiene lugar la última reforma lingüística, se vuelve al estándar rumano, al panteón literario rumano. Tiene lugar un tipo de “rumanización latente, una “rerumanización de los proyectos soviéticos. En los años 1960, si alguien leía un texto escrito con letras cirílicas en el idioma rumano de Besarabia, oficialmente el idioma moldavo, no se diferenciaba de cualquier texto publicado en Rumanía. Por un lado tenemos la rusificación, por otro lado el moldovenismo, declarado como política pública se abandona de facto después de finales de los años 1950. Me refiero al ámbito lingüístico y cultural, porque el moldovenismo no se abandona en el ámbito identitario más amplio. La escuela y la prensa inoculan en la conciencia pública, sobre todo entre los campesinos, el hecho de que ellos son moldavos, de alguna manera distintos a los rumanos, aunque nunca se explique muy bien a través de qué.



    Tras la caída del comunismo y la desintegración de la Unión Soviética de 1991, asistimos a otra etapa de la ideología moldovenista, una aún más primitiva, según opina Andrei Cuşco.




    “El moldovenismo después de 1990-1991, después de la independencia, es otra cosa que el moldovenismo soviético, porque es un híbrido entre la concepción soviética y un tipo de nacionalismo rumano en el espejo. Los nacionalistas que se autodenominan moldovenistas son de alguna manera muy radicales, concediendo un carácter étnico al nacionalismo moldavo. Ellos intentan poner las cosas al revés empleando el modelo rumano. Empleando el mismo modelo, muestran que existiría una continuidad entre la actual Besarabia y el Estado moldavo medieval, lo que es una evidente aberración. O que existen unos elementos identitarios moldavos que preceden la identidad rumana, teniendo en cuenta que el adversario es la nación rumana. En este sentido, los moldovenistas de hoy son incluso menos convincentes que el modelo soviético que se basa en destacar la diferencia, pero no les daba un carácter étnico hasta el absurdo. Lo que incluso para los moldovenistas soviéticos habría sido muy primitivo, porque intentaban construir algo más duradero partiendo de los criterios de clase e ideológicos.




    El moldovenismo de hoy es una ideología residual. A pesar de sus contrasentidos, su fuerza sigue siendo significativa, pero está en un continuo descenso.


  • Preparations from Moldavia

    Preparations from Moldavia

    In this edition of the cooking show we present you with preparations specific to the eastern region of Moldavia, which has its specificities, some of them famous all over the country. Moldavia is also famous for its vineyards, which yield some of the most appreciated wines in Romania.



    That being said, let us see some dishes typical of this region. For instance, one popular breakfast with farmers is fried eggs with fatback crackle and grated cheese. Lunch typically consists of potato or bean stew, baked sauerkraut, bean soup, or giblet soup, made with plenty of carrot, onion, rice and parsley, as well as plenty of fermented wheat bran.



    We would like to present next a typical dish for the region, which has a name derived from the word quiche, but has little to do with the preparation of that name. It is more like a sausage, the casing being the lower intestine of the pig. To make it, you need about 2 kg of ground meat. Boil a cup of rice separately. Chop up a couple of onions and sweat them in oil. Mix together the ground meat, the onion and the rice. For the casing, take pig intestine, which needs to be cleaned thoroughly, first by rubbing it well with cornmeal, then washing it several times. Fill the intestine with the meat mixture. Tie both ends, then prick it along its length from place to place. Now you can cook it, by simmering it with a few bay leaves, a few sprigs of thyme, a few peppercorns, some coriander and some allspice. Let it cool, slice it up, and serve as a cold cut.



    Another preparation typical of Moldavia are meat patties. They are roughly the size of a hamburger, and are made with pork, beef, or both. The mixture also contains soaked stale bread, chopped onion, a couple of eggs, dill, salt and pepper. After kneading well, douse them in flour, then soak them in beaten egg, then in breadcrumbs, and fry them in vegetable oil.



    A 19th century recipe for upper class households recommends that the stale bread be soaked in milk. It also recommends for the beaten egg mixture to include bone marrow and lemon rind, as well as parsley. This is optional, but should lend a special flavor to the end result. A white wine goes well with the patties.


    Enjoy!

  • Dishes from Moldova

    Dishes from Moldova


    Each of Romania’s historical provinces boasts a large array of specific products, some of them named after their place origin, such as wine. Moldavia, in northeastern Romania, has some of the largest vineyards in Romania. Famous wine brands are “Galbena de Odobesti” and “Sarba” whites, produced in the Vrancea region, the “Busuioaca de Bohotin” aromatic, produced in the town of Husi, or the “Grasa”, “Feteasca” and “Francusa” wines associated with the Cotnari vine estates near Iasi.



    And since we’re talking about Moldova, let us introduce you to some specific dishes in this region. A traditional breakfast here includes eggs and pork scraps, served with a variety of salty goat or sheep cheese, stored in special jars. At lunch locals usually have bean or potato ragout, stewed cabbage or bean sour soup. A local favourite is also the giblet soup, made from chicken entrails, and a stock of carrot, rice, onion and parsley, soured with homemade borsch. This is a dish people usually eat after a night of drinking and partying. Another popular dish is the so-called “poale-n brau”, a local variety of sweet cheese and raisin pastries, considered a local delicacy, and a staple of dessert, made from sourdough. To make them, roll the dough into sheets, which you then cut into squares, about 15 cm on the side. Spread out the filling of cheese mixed with dill and raisins on these squares, then bring the corners towards the centre. Leave them to bake until they turn a nice, golden colour.



    Today we bring you a recipe for another popular Moldavian dish — fried meat patties. This is usually made from ground pork or beef or a mixture of the two, about a kilo’s worth. You will also need three slices of bread, two medium-sized onions, 4 eggs, freshly copped dill, salt and pepper. Mix the mincemeat with the slices of bread, which you previously soaked in water and squeezed them. Add the finely chopped onion, the dill and salt and pepper to taste. Add two eggs and stir until you obtain a homogenous mixture. Form the mixture into palm-size patties. Dredge each patty in flour, eggs and breadcrumbs. Fry patties on both sides in a large skillet on both sides. Serve with a side dish of mashed potatoes or bean ragout. And enjoy!

  • La guerra de Transnistria

    La guerra de Transnistria


    Las reformas iniciadas por el líder soviético Mijaíl Gorbachov, conocidas como la perestroika y la glásnost, a mediados de los años 80, nunca fueron útiles para la URSS. Su disolución en 1991 confirmó la quiebra del sistema fundado en 1917 por la revolución bolchevique de Lenin. El colapso de la URSS ha dejado abierta la opción de los enfrentamientos armados. Parecía que el régimen del partido comunista había eliminado, a través de la fuerza, la posibilidad de solucionar las disensiones por medios militares, pero los conflictos solo habían sido congelados o aplazados.



    El colapso del antiguo sistema soviético significó reanalizar la manera en que Rusia, la principal sucesora de la URSS, mantenía su influencia en las antiguas repúblicas soviéticas. Uno de los métodos fue el de apoyar a los movimientos separatistas. Los primeros países incluidos en la lista del Kremlin fueron Georgia y Moldavia, dado que Ucrania era considerada un país fiel a Moscú. Desde 1990, en Georgia las pseudo repúblicas Osetia del Sur y Abjasia proclamaron su independencia, mientras que en Moldavia fueron creadas la República del Transniéster o Transnistria y Gagauzia. Todos estos territorios son asuntos de derecho internacional de Georgia y Moldavia, y no son reconocidos por ningún otro país.



    La proclamación de la República Moldava de Transnistria el 2 de septiembre de 1990, tras haberse declarada independiente la República de Moldavia el 23 de junio de 1990, abrió el camino al separatismo. Según el censo efectuado en 1989, en Transnistria había un 39,9% de moldavos, un 28,3% de ucranianos, un 25,4% de rusos y un 1,9% de búlgaros. El 2 de marzo de 1992, Moldavia consiguió el estatuto de miembro de la ONU. Posteriormente, el presidente moldavo Mircea Snegur autorizaba la intervención militar contra los rebeldes que habían atacado algunas sedes de la policía leales a Chişinău, en la orilla oriental del río Dniéster y en Tiráspol. Los separatistas apoyados por tropas soviéticas del 14º Ejército consolidaron su control en la mayor parte del territorio disputado. El Ejército moldavo, a causa de su inferioridad númerica, nunca ha podido recuperar el control sobre Transnistria, a pesar de las numerosas negociaciones en los últimos 25 años.



    Mircea Druc fue primer ministro de la República de Moldavia entre el 25 de mayo de 1990 y el 28 de mayo de 1991. Al estallar el conflicto, era uno de los líderes del partido de la oposición, el Frente Popular Cristiano Demócrata. Según su opinión, la guerra de Transnistria era inevitable.



    ”La guerra ruso-rumana en el Dniéster, en 1992, era inevitable, desde mi punto de vista, aunque ahora intentamos echarle la culpa a alguien. Los de Besarabia y los de la orilla izquierda del río tuvieron mala suerte: cerca del Dniéster se encontraban los arsenales y los depósitos de armamento que habían sido evacuados por el ejército soviético de los países del antiguo bloque socialista. Había armamento traído de Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, de todos los países donde habían estado los soviéticos. Un cálculo muy sencillo indica que el valor de este armamento alcanzaba unos 4.000 millones de dólares. En 1989 y en 1990, en medio de la perestroika de Gorbachov, estalló el conflicto entre Tiráspol y Chişinău porque el conjunto militar e industrial de Tiráspol no podía acceptar junto a otras fuerzas que se oponían a Gorbachov y a la perestroika, que la URSS iba a desaparecer. Se negaban a creer una verdad muy sencilla: más tarde o temprano todos los imperios desaparecen. Hasta agosto de 1991, estas fuerzas lucharon y pensaron que iban a salvar a la URSS y al régimen que les garantizaba su bienestar y felicidad. Pero la URSS falleció y en agosto de 1991 se produjo el colapso. El 5 de diciembre de 1991 tuvo lugar la disolución de la URSS, cuando los presidentes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania firmaron el acuerdo internacional.”


    En opinión de Mircea Druc, la guerra tuvo una fuerte motivación económica, igual de importante que la geoestratégica.



    ”Apareció un elemento banal. En Chişinău, algunos grupos tenían solo un problema: ¿cómo dividir la herencia soviética, el conjunto de la agroindustria? El patrimonio de los colhoz, de los sovhoz y toda la riqueza acumulada durante 50 años, debido a la labor del pueblo. Transnistria era un nombre muy trivial: ellos decían que no iban a dejar estos 4.000 millones de dólares en manos de los idiotas de moldavos o de los rumanos fascistas. Hablaban mal de Yeltsin y de Moscú porque él había dicho que todo el patrimonio hallado en el territorio de una antigua república soviética socialista pasaría a ser propiedad de aquella república. No sabían que hacer. No vamos a permitir, decían, que esta riqueza sea dividida. Y así llegaron a oponer resistencia. Si no hubiera existido este patrimonio, esta fuente de riquezas, no habría estallado un conflicto tan violento entre Chişinău y Tiraspol, y no habría intervenido una tercera fuerza que personalmente yo sospechaba entonces. ¿Por qué nosotros, los rumanos de Besarabia, no recibimos el mismo tratamiento por parte de las tropas soviéticas igual que los ”aristócratas” bálticos? Porque, en mi opinión, ellos sabían que los rumanos de Besarabia eran más valientes y que inevitablemente terminarían derramando sangre. Cuando se propuso entregar a Snegur los 4.000 millones, dijeron: !No! Los demócratas de Yeltsin en Moscú decidieron intervenir incluso con el 14º Ejército. Luego nos enteramos de que todo este arsenal había sido vendido y el dinero enviado a Ruţkoi y Cernomârdin. Después de 23 años, ya no ha quedado nada ahí, nada que se pueda repartir.”



    La guerra ha dejado casi 600 muertos, de ambas partes. En 1992, tras la firma de un acuerdo de paz entre la República de Moldavia y Rusia, se estableció un statu quo que de hecho determinó la continuación del conflicto entre Chişinău y Tiraspol.



    (Versión española :Simona Sarbescu)

  • Ritratto del principe moldavo Dimitrie Cantemir

    Ritratto del principe moldavo Dimitrie Cantemir

    Il principe della Moldavia, Dimitrie Cantemir, è stato un prolifico letterato, enciclopedista, educato nello spirito del barocco occidentale, con grande apertura verso lo spazio ottomano e orientale. Ha scritto libri di storia, geografia, filosofia, morale, linguistica e musica. Sembra che il nome di Cantemir provenga dall’unione tra due parole, “han” e “Temir”, che evocano uno dei leader del Khanato dell’Orda d’Oro attestato a nord del Mar Nero nel XVII secolo.



    Cantemir nacque nel 1673. Figlio del principe moldavo Constantin Cantemir, fu educato nello spirito delle discipline classiche, studiando greco e latino. Dai 14 ai 37 anni studiò e abitò a Istanbul, dove imparò turco, armeno, persiano e arabo. Le sue opere più note sono la “Descrizione della Moldavia”, “Storia geroglifica”, “Ascesa e declino dellImpero Ottomano”.



    In segno di riconoscimento dei suoi meriti speciali a sostegno della scienza della sua epoca, nel 1714, a 41 anni, Cantemir fu eletto membro dell’Accademia Reale di Berlino. Il nome di Dimitrie Cantemir è citato dal famoso storico inglese Edward Gibbon (1737-1794) nella sua monumentale “The History of the Decline and Fall of the Roman Empire” / “Storia del declino e del crollo dell’Impero Romano” e dallo storico americano della scienza Allen G. Debus (1926-2009) in un libro sul chimico fiammingo del XVI secolo, Jan Baptist van Helmont.



    Alla morte di suo padre, il 20enne Cantemir diventò per la prima volta principe della Moldavia, ma solo di nome. Nel 1710 salì nuovamente al trono, stavolta come titolare. Si affiancò ai russi capeggiati da Pietro il Grande nella guerra contro i turchi. La sconfitta dei russi a Stanilesti, nel 1711, determinò la partenza di Cantemir in esilio, presso la corte di Pietro, in veste di suo consigliere. Nel 2001, Dan Horia Mazilu caratterizzava il politico e letterato Dimitrie Cantemir.



    “Cantemir è il post-bizantino che parla il greco, scrive in latino e discute con i suoi colleghi, gli scienziati occidentali. Ma rispetto a loro, lui ha in più una cosa quasi sconosciuta fino allora nell’Occidente: la scienza dell’Oriente. Per Cantemir, l’islam non aveva segreti perché lui conosceva il mondo maomettano dall’interno, lo poteva analizzare sia dal punto di vista politico che religioso o culturale. Con questi strumenti a disposizione, Cantemir salì al trono della Moldavia nel 1710. Inoltre, lui aveva delle idee politiche ben definite che, messe insieme, lo avevano portato alla conclusione che per l’Impero Ottomano, in cui lui stesso aveva vissuto a lungo, cominciava il declino. Motivo per cui si affiancò al mondo cristiano, tentando di affrettare il crollo di quel mostro, di quell’apparizione politica non naturale e anorganica, come gli sembrava lo stato ottomano”, spiega Dan Horia Mazilu.



    Dimitirie Cantemir morì nel 1723, a 50 anni, dopo aver ricevuto numerosi segnali di riconoscimento internazionale del proprio valore. Fu il primo romeno con una vocazione scientifica universale in uno spazio alla periferia del mondo occidentale, che solo dopo un secolo sarebbe diventato il modello dominante. (traduzione di Gabriela Petre)