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  • Monumentos rumanos restaurados de Besarabia

    Monumentos rumanos restaurados de Besarabia

    La ocupación rusa de Besarabia significó, especialmente después de 1830, una política de fomento de la influencia rusa en una zona de conflicto con el Imperio Otomano. En junio de 1940, tras el acuerdo entre Hitler y Stalin en el verano de 1939, la Unión Soviética se anexionó Besarabia. En 1941, Rumania la liberó y en 1944 la vida de los habitantes de Besarabia volvió a su curso natural. Pero al final de la Segunda Guerra Mundial, a partir de 1944, la Unión Soviética volvió a ocupar Besarabia, así como toda Europa Central y Oriental, e impuso regímenes a imagen y semejanza del suyo.

    Entre 1945 y 1989, la brutalidad soviética se extendió a los habitantes de Besarabia, adoptando todas las formas imaginables: deportaciones a campos y encarcelamientos, desplazamientos de población, educación estalinista, otras violaciones sistemáticas de los derechos humanos y las libertades fundamentales. El amplio proceso de sovietización significó la creación del nuevo hombre soviético a través de la amnesia, es decir, olvidando los propios orígenes y borrando la memoria de los eventos pasados.

    Rumanía fue el principal enemigo utilizado en el proceso de sovietización de Besarabia. La frase «fascistas rumanos» estaba presente en cualquier referencia a la zona al oeste del Prut. Entre las primeras víctimas de la sovietización se encuentran los monumentos del foro público que expresaban la voluntad y los sentimientos de la población de Besarabia, que representaban la adhesión de la mayoría de los rumanos de Besarabia a su identidad y pertenencia a la ciudadanía del Reino de la Gran Rumanía. Las estatuas y símbolos de personalidades de la historia y la cultura rumanas fueron demolidos, destruidos y reemplazados por estatuas y símbolos del ocupante soviético. Los monumentos soviéticos expresaban fuerza y agresividad en el más alto grado, al igual que algunos monumentos representados por tanques con cañones apuntando hacia el oeste, hacia Rumania.

    Pero desde 1991, el año del colapso de la Unión Soviética, un verdadero Imperio del Mal como lo llamó el presidente estadounidense Ronald Reagan, la República de Moldavia se ha vuelto independiente. Desde entonces, los habitantes de Besarabia han estado buscando sus orígenes y tratando de volver a las formas de identidad de sus padres y abuelos.

    Una de las medidas adoptadas en este sentido es la eliminación de los monumentos soviéticos y la reubicación de los monumentos de la época en que Besarabia formaba parte de Rumania. En Bucarest se inauguró una exposición de 28 monumentos rumanos restaurados de soberanos, héroes, soldados y clérigos rumanos, pero también de personalidades culturales contemporáneas como los cantantes Doina e Ion Aldea Teodorovici. La exposición también contó con la presencia de Iuliana Gorea-Costin, embajadora de la República de Moldavia en Bucarest.

    «A la izquierda del Prut, la guerra entre la luz y la oscuridad es bastante intensa y se está librando una batalla permanente para afirmar nuestra identidad. Es una batalla por la historia, por la lengua y la literatura rumanas. Ha estado de pie, más de una vez, en la plaza de la Gran Asamblea Nacional, incluso durante meses. Al estar en la encrucijada de civilizaciones, necesitamos conocernos mejor, los que estamos dentro de la misma nación. Y al mismo tiempo, debemos unir nuestros esfuerzos para que las personas sabias sobrevivan en este espacio».

    En el período transcurrido desde 1991, las organizaciones cívicas de la República de Moldavia han emprendido acciones para reubicar los monumentos rumanos originales y los monumentos que informarían a la opinión pública sobre las atrocidades cometidas durante la barbarie soviética.

    Por ejemplo, un monumento reubicado y consagrado en 2016, una copia del período de entreguerras, es el Monumento de los Tres Mártires en la capital de Chisináu. Está dedicado a luchadores por la idea nacional como el sacerdote y escritor Alexei Mateevici (1888-1917), el abogado, periodista y cantante Simion Murafa (1887-1917) y el ingeniero topográfico Andrei Hodorogea (1878-1917). Los tres murieron en el terrible año de 1917, Mateevici, de 29 años, afectado por el tifus exantemático, y los amigos Murafa, de 30 años, y Hodorogea, de 39, asesinados por una banda de criminales bolcheviques.

    Después de la guerra, Pantelimon Halippa, político de Besarabia, creó un comité para erigir monumentos para todos los combatientes unionistas, entre los que se encontraban los tres. En 1923, se inauguró el monumento a Mateevici, Murafa y Hodorogea por iniciativa de la Sociedad Las Tumbas de los Héroes Caídos en la Guerra, en presencia del general francés Henri Berthelot. El monumento era una losa de piedra, colocada en posición vertical, en la que estaban enterrados los rostros en bajorrelieve de bronce de los tres héroes. En el pedestal, frente a los bajorrelieves, había un águila de bronce y debajo se colocó la inscripción Apóstoles de Besarabia, Mártires de la Santa Causa Nacional. El monumento, de tres metros de altura, estaba coronado con el escudo de armas de Rumanía, entre una rama de roble y una rama de laurel, realizada en bronce. Este medía 4,35 metros de largo y 1,92 metros de ancho.

    En vísperas de la anexión de Besarabia en junio de 1940, el ejército rumano desmanteló los bajorrelieves de Alexei Mateevici y Simon Murafa y los envió a Bucarest. En 1962, el resto del monumento y el campanario situado frente a la catedral de la Natividad del Señor, donde se encontraba, fueron volados por el ejército soviético.

     

    Versión en español: Mihaela Stoian

  • La sovietización del Ejército rumano

    La sovietización del Ejército rumano


    La sovietización fue un proceso a través del cual las instituciones del Estado y posteriormente toda la sociedad, fueron transformadas según el modelo soviético. A pesar de haber sido un proceso gradual, este cambio registró un crecimiento acelerado. En 1948, el Estado ya estaba ¨sovietizado¨ y comenzaba otro proceso más largo, la sovietización de toda la sociedad.



    En Rumanía, la sovietización se inició junto a la instalación del Gobierno encabezado por Petru Groza, y la primera institución afectada fue el Ejército. Bajo el pretexto de la lucha contra el fascismo, la Comisión Aliada de Control, dirigida por los soviéticos, dictó la eliminación de decenas de miles de militares considerados proalemanes. La palabra utilizada fue ”depuración” y estaba destinada a inducir un sentimiento de culpabilidad entre los militares despedidos y además, de un acto de justicia realizado por el Gobierno entre la población.


    Mircea Carp fue uno de los militares depurados del Ejército Real Rumano. Había luchado en la Unión Soviética, donde había sido herido y condecorado por su valor.


    En una entrevista realizada en 1997 por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, Carp recordaba el momento en el que se emitió la ordenanza que preveía despedir a los militares conocidos como proalemanes.




    ”En 1946, hasta el 9 de agosto, yo formaba parte del Ejército rumano, donde tenía el grado de subteniente. Había luchado en la guerra, tanto en el frente oriental como en el occidental, había sido herido y condecorado y formaba parte de la unidad de instrucción de caballería de Sibiu. En aquella época la moral de los soldados había bajado y sobre todo entre los oficiales y los subofciales, dado que el año anterior se había aprobado la ley que estipulaba la depuración del Ejército de un gran número de oficiales y suboficiales , pero nadie sabía cuándo y en qué condiciones iba a ocurrir. Sin embargo, todos sabíamos que los criterios iban a ser políticos, es decir, iban a despedir a todos los oficiales e incluso a los suboficiales que no aprobaban el nuevo régimen procomunista, encabezado por Petru Groza.”




    Según el modelo estalinista de las grandes depuraciones producidas en los años posteriores a 1930, los mejores oficiales tenían que irse. A partir de aquel momento, la eliminación del fascismo significó el comienzo del comunismo. Mircea Carp.




    ”El 9 de agosto de 1946 se publicaron las listas con los más de 9000 oficiales activos que iban a ser depurados. Me acuerdo que esta ley surgió cuando algunas unidades del centro de instrucción de caballería de Sibiu y de un regimiento de artillería también ubicado en Sibiu estaban en las montañas para apagar los incendios en los bosques. Cuando regresamos a Sibiu, vino el ordenanza y me trajo el periódico, creo que se llamaba Glasul Armatei, y ví que ponían todos estos nombres, entre los cuales también estaba el mío. De hecho, la primera depuración de los oficiales rumanos sobre todo generales y coroneles, ya se había producido en agosto de 1945. Al recibir la orden de la Comisión Aliada de Control, en realidad la Comisión Aliada Soviética de Control, el general Susaikov pidió al ministerio de Defensa la depuración de casi 200 generales y coroneles rumanos. La razón oficial era que aquellos generales y coroneles eran proalemanes. En realidad, ellos no eran partidarios de Alemania, sino que habían cumplido con su deber en el frente oriental. Habían sido mantenidos en el Ejército hasta el fin de la guerra porque el frente oriental necesitaba sus servicios y su capacidad militar.”




    Así comenzaba una nueva época en la historia de Rumanía. También comenzaba una nueva etapa en la vida de Mircea Carp y de otros miles de oficiales y suboficiales, obligados a vivir al margen de la sociedad.




    ”La ley determinó la depuración de 9000 oficiales activos. Posteriormente, se operaron otras depuraciones y poco después fueron depurados casi 5500 suboficiales por razones políticas. Si en la depuración de 1945 hablamos de oficiales eliminados por lo que los soviéticos consideraban una actitud antisoviética, en 1946 fueron depurados todos los oficiales que no estaban dispuestos a aceptar el nuevo régimen. En otras palabras, quien no está con nosotros, está contra nosotros. Esta fue la depuración más importante. Nos mantuvieron en situación de disponibilidad durante un año. Estábamos a disposición del Gobierno para utilizarnos en cualquier circunstancia en función de nuestra capacidad, y posteriormente ibamos a pasar a una situación de reserva.





    Durante 12 meses recibimos el sueldo como si fueramos militares activos en el Ejército contando con los mismos privilegios que los oficiales activos. Pero no nos permitieron entrar en ninguna unidad militar. Me acuerdo que en Sibiu, la mañana del 9 de agosto, me presenté a la unidad y a las 8 me dijeron que tenía prohibido el acceso al cuartel. Al día siguiente tuve que presentarme ante el comandante de la unidad junto con otros oficiales en situación de disponibilidad donde nos dieron las últimas instrucciones que nos prohibían el acceso al cuartel, es decir nos echaban del Ejército. La despedida fue muy difícil, dado que los oficiales que iban a quedarse y no habían sido incluidos en la lista se sentían avergonzados por haberse quedado en el Ejército, mientras que sus compañeros que compartían las mismas opiniones habían sido depurados. Claro, esto no duró mucho, porque más tarde ellos también pasaron en la reserva. ”




    La sovietización del Ejército rumano y la depuración de sus más destacados oficiales y suboficiales pertenecía al modelo soviético de construcción de la nueva sociedad.



    (versión española simona sarbescu)