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  • Panait Istrati, la persona sin adhesión

    Panait Istrati, la persona sin adhesión




    Nacido en 1884 en Brăila, Panait Istrati fue uno de los escritores
    rumanos más complejos. Es considerado en igual medida escritor francés. Su obra
    está marcada por un fuerte mensaje social y destaca el mundo de los proletarios
    y de las personas desfavorecidas. Istrati se adherió al comunismo cuando era
    joven, pero fue uno de los primeros en abandonarlo después de las visitas a la
    Unión Soviética. El profesor Ioan Stanomir nos ha
    contado la filiación intelectual y política de Panait Istrati:



    Panait Istrati se acercó al comunismo
    por un camino conocido a muchos intelectuales europeos: el camino de la
    insatisfacción y de la rebelión social. No hay que olvidar que Panait Istrati
    es, ante todo, un socialista, es un cercano a Cristian Racovski, que es un
    testigo de las incipientes huelgas de Rumanía desarrolladas a principios del
    siglo XX y procede de un ámbito difícil y afectado por una mala situación
    familiar. Todo esto preparó a Panait Istrati. Hay algo más que se tiene que
    tener en cuenta: su socialización en los ámbitos franceses, siendo un verdadero
    Máximo Gorki de los Balcanes, percibido como una voz de los oprimidos. La
    comparación con Gorki no es una casualidad, porque Panait Istrati y Máximo
    Gorki tienen destinos aparentemente divergentes, pero fundamentalmente
    semejantes. Istrati es comunista, renuncia, e inicia el camino de la lucidez,
    Gorki es amigo de los bolcheviques, los apoya, es amigo de Lenin, se exilia en
    la primera fase del poder bolchevique, vuelve y se ve anexionado por Stalin.
    Istrati y Gorki tienen algo en común: la fama europea y un compromiso
    ideológico, la idea del escritor con una misión otorgada por las personas de
    dónde procede.

    En 1927, Istrati visitó Moscú y Kiev. En 1929, iba a viajar nuevamente
    a la Rusia soviética y entonces se dio cuenta de algo: de que el régimen
    comunista estaba lejos de lo que promovía teóricamente. Escribió
    Vers l’autre flamme. Confession pour vaincus, un texto en el que denunció los
    abusos del régimen comunista, y que fue un verdadero impacto. La publicación
    del libro le iba a traer el aislamiento y la acusación de ser fascista.
    Nuevamente ante el micrófono Ioan Stanomir:



    Cabe decir que un viaje a la Unión
    Soviética no es necesariamente una oportunidad para despertar, sino que es, tal
    vez, una oportunidad para aumentar la ceguera. La excepción confirma la regla,
    porque existen pocos viajeros que, una vez llegados a la Unión Soviética,
    tienen el poder de ver más allá del velo que ellos mismos se han puesto
    delante. No olvidemos a Beatrice y Sidney Webb que visitaron la Unión Soviética
    y volvieron con textos ditirámbicos y delirantes sobre la Unión Soviética. No
    olvidemos que Herbert George Wells visitó la Unión Soviética y la visita parece
    no haber tenido ningún impacto en su visión sobre el mundo y la vida. Respecto
    al despertar, es necesario mencionar dos nombres: Panait Istrati y André
    Gide. Ambos llegaron a la Unión Soviética y ambos escribieron libros que los
    pusieron en situaciones muy delicadas ante sus compañeros de lucha. No hay que
    olvidar que la principal acusación contra Istrati, cuando publicó Hacia otra
    llama, fue la de traicionar la causa del antifascismo y la causa de la
    democracia denigrando a la Unión Soviética. La URSS era el principal baluarte
    de la lucha antifascista y democrática en la época, desde la perspectiva del
    imaginario comunista.


    Pero Panait Istrati se levantó contra los crímenes estalinistas, pero
    no contra la ideología comunista. Admirador de Trotsky, escribió que no iba a
    adherirse más a la revolución hasta que no se hiciera con el alma pura, de
    niño.Ioan Stanomir opina que Istrati se despertó de hecho del
    leninismo:



    Trotsky fue un profeta armado, armado
    contra su pueblo. El Ejército Rojo, que Trotsky creó, fue en primer lugar, un
    instrumento de opresión contra el pueblo ruso. El Ejército Rojo destrozó al
    campesinado en la guerra civil. Trotsky era la alternativa antiburocrática y
    antitotalitaria desde la perspectiva de la izquierda radical. Istrati se
    despertó del leninismo, es decir que notó que había una discrepancia
    fundamental entre lo que los de izquierda, en general, consideraban leninismo,
    y lo que los de izquierda antiestalinistas consideraban estalinismo. Istrati
    nunca renegó sus convicciones de extrema derecha, pero dio un paso atrás y notó
    que, en la Rusia de Stalin, se tendía a violar los principios que el leninismo
    proponía. Panait Istrati, al igual que otros intelectuales, fue víctima de una
    terrible ilusión: la de que el leninismo era distinto al estalinismo y la de
    que el leninismo no era totalitarismo.


    ¿Cómo usó el régimen comunista de Rumanía a Panait Istrati? Nuevamente
    ante el micrófono Ioan Stanomir:



    Panait Istrati fue recuperado sobre
    todo después de los años 1960. Nada sorprendente, el momento corresponde al
    fortalecimiento de la cooperación rumano-francesa. Existe una película
    rumano-francesa titulada Codin, basada en el texto de Istrati, y otra
    titulada Ciulinii Bărăganului (Los cardos del Bărăgan). Seguramente, Panait
    Istrati representó una ventaja para el régimen comunista cuando se reanudaron
    las relaciones con Francia. Panait Istrati es, espiritualmente, un hijo de
    Francia, es un Gorki balcánico promovido por los franceses, por los ámbitos
    literarios de extrema izquierda, y los comunistas franceses vinieron a Rumanía
    para rodar y crear una cinematografía rumana democrática-popular. Iba a seguir
    una serie de traducciones, porque parte de los textos de Istrati eran en
    francés. En la colección Biblioteca pentru toţi (La biblioteca para todos),
    en la que existen tablas biobibliográficas, se nota la atención con la que se
    colocó el episodio de la apostasía de Istrati, mencionándose que fue un error
    de recorrido grave, pero que se tenía que contrarrestar y salvar a través de
    los servicios que Panait Istrati había ofrecido al movimiento obrero.

    Panait Istrati fue, según confirmó finalmente la historia, un vencido.
    Un vencido que, al igual que otros, buscó la felicidad para los oprimidos, pero
    que no hizo más que contribuir a la infelicidad mucho más profunda.