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  • El árbol de Navidad, entre tradición y modernidad

    El árbol de Navidad, entre tradición y modernidad

    Apenas ocho meses después de la llegada a Rumanía del príncipe prusiano de Hohenzollern-Sigmaringen, el palacio real de Bucarest acogió, en diciembre de 1866, el primer árbol de Navidad de Rumanía, decorado con espectaculares adornos traídos de la patria del soberano.

    La costumbre de decorar el árbol de Navidad en la fiesta de la Natividad, una costumbre germánica importada a Rumanía a través de la Casa Real, se popularizó y extendió por todo el país, primero entre la élite urbana y luego en los pueblos.

    Pero, ¿por qué abeto y no otro árbol? Fue en virtud de que para los rumanos ya tenía significados mucho más antiguos, como lo explica la Prof.ª Doina Ișfănoni, etnóloga renombrada de Rumanía:

    «Cabe recordar que para los rumanos el abeto es el árbol sagrado. Es el árbol de la vida que conecta el cielo y la tierra. Es el árbol que, desde el nacimiento hasta la muerte, acompaña la vida humana y que se adorna de diferentes maneras según las etapas de la vida. Al nacer, se elige un abeto pequeño que se deja en el bosque o se traslada más cerca de casa. El árbol es una especie de barómetro del desarrollo del niño. A medida que el abeto crece, también lo hace el niño que mantendrá siempre una relación especial con el árbol. Luego está el árbol de la boda, adornado con papeles de colores, cintas y campanitas. Lo mismo ocurre con el árbol funerario. En el caso de los jóvenes solteros, se adorna con borlas negras, un pañuelo y una campanilla. Por lo tanto, para los rumanos, el árbol de Navidad tiene una connotación muy compleja».

    A estos múltiples significados conferidos al abeto se añaden los cristianos, ya que los rumanos lo transformaron en el elemento central de la celebración de la Natividad. Sus connotaciones cristianas se ven reforzadas por la elección de adornos específicos. Doina Ișfănoni los enumera:

     

    «Las velas o las lucecitas que se ponen en el árbol de Navidad remiten al simbolismo de la vela, que es el sustituto de Jesús. La cera es el cuerpo y la llama es su espíritu. Además, las manzanas que se le añadían eran algo más que simples adornos. Se preferían las manzanas rojas para que fueran lo más visibles posible, pero también porque hacen referencia al pecado original de Eva al comer la manzana y a la expulsión de Adán y Eva del paraíso. Igualmente se colocan nueces en el árbol. Las nueces están envueltas en papel de aluminio para darle más brillo. La nuez está relacionada incluso con las tradiciones del solsticio de invierno y el cristianismo. La nuez es el fruto que resiste el paso del tiempo y es expresión de fecundidad y riqueza. Además, por llevar el signo de la cruz en su interior, es un complemento más que aumenta el simbolismo del árbol de Navidad como celebración del nacimiento del Salvador. El grano de nuez, por su forma, también se asemeja al cerebro y simboliza la iluminación. Las festividades invernales y especialmente la Navidad, a través del nacimiento del Salvador, nos brinda la oportunidad de renacer. Es el momento en que las tres hermanas – Esperanza, Amor y Fe – nos proporcionan fuerzas y energías suplementarias. El árbol de Navidad está coronado con el ángel o la estrella que guió a los Reyes Magos hasta Belén, donde nació el Salvador en el pesebre».

    Por desgracia, afirma la Prof.ª Doina Ișfănoni, hoy en día muchas personas desconocen las múltiples connotaciones del árbol de Navidad, que deja así de ser un símbolo y se convierte en un mero adorno.

     

    «Si preguntamos a la gente qué significa el árbol de Navidad, recibiremos respuestas muy diferentes y comprobaremos que nadie se refiere al árbol cósmico, ni hablará de sus ornamentos como mezcla sincrética de cristianismo y precristianismo. Por lo tanto, es el deber de los especialistas resemantizarlos, devolverles toda esta riqueza semántica y destacar que cada gesto tiene un significado, un valor y una motivación; todo tiene un sentido».

     

    En cuanto al árbol de plástico, que algunos tienden a sustituir al natural …

     

    «Sustituir el árbol vivo por uno de plástico, para mí es una blasfemia, porque así no se trae la vida a la casa. Eso no tiene ningún valor. Esta es mi opinión. En general, en lo que respecta a la tradición, los especialistas intentamos, en la medida de lo posible, devolverle a la gente el valor y la importancia de la tradición y de los gestos».

     

    El árbol de Navidad reúne a la familia y a los seres queridos en torno a él donde se ofrecen y reciben regalos. Luego se sientan a la mesa repleta de platos selectos, algunos especialmente preparados para esta época del año. No sin antes dar la bienvenida a los cantantes de villancicos, que proclaman el nacimiento de Jesús.

    Al menos en la Rumanía rural, en la fiesta de la Natividad aún se conservan antiguas tradiciones. De hecho, se las honra. Por eso, según la Prof.ª Doina Ișfănoni, Rumanía sigue siendo uno de los países más privilegiados del sudeste de Europa dado que, en nuestro país, la Navidad sigue siendo el paso hacia lo sagrado que comienza la víspera del 25 de diciembre y termina el 6 de enero, fiesta del Bautismo del Señor.

     

    Versión en español: Victoria Sepciu

  • Desde Rumanía hacia el mundo: La iglesia del monasterio de Stavropoleos celebra este año su 300 aniversario.

    Desde Rumanía hacia el mundo: La iglesia del monasterio de Stavropoleos celebra este año su 300 aniversario.

    La iglesia del monasterio de Stavropoleos en el centro antiguo de la capital celebra este año su 300 aniversario.

    Este pequeño lugar de culto está situado en el corazón de Bucarest, en el cruce de las calles Stavropoleos y Poștei. Desde su consagración el 30 de octubre de 1724, la iglesia se encuentra en una zona muy activa de la ciudad. En 1669, la calle Stavropoleos llevó el nombre de otra iglesia, siendo documentada por primera vez como “La calle de la Iglesia griega”. En ella se formó una verdadera comunidad de griegos que llegaron a Bucarest.

    El nombre Stavropoleos es la forma rumana de la palabra griega “stauropolis”, que se traduce como “Ciudad de la Cruz”.

     

    El conjunto Stavropoleos pertenece a la época Brancoveanu, siendo a través de la decoración en piedra, el mobiliario y la pintura mural interior y exterior, la expresión unitaria de este período en la historia del arte rumano. Aunque de pequeñas dimensiones, la iglesia es monumental, siendo un espacio arquitectónico propio de la tradición bizantina. A través de la decoración tallada y los motivos ornamentales, expresa tanto una sensibilidad barroca como un gusto oriental.

     

    La iglesia fue fundada en 1724 por el archimandrita Ioannichie del monasterio de Gura (Epiro), Grecia. La posada cercana al lugar de culto mantenía la iglesia con dinero, siendo su propietario también el archimandrita Ioanichie. Esta forma de mantenimiento era común en aquella época.

    En 1726, el fundador del monasterio fue elevado al rango de metropolitano de Stavropol (Ciudad de la Cruz) por el patriarca Ieremia y con la aprobación del gobernante Nicolae Mavrocordat.

    Debido al limitado espacio sobre el que se construyó el lugar de culto, su forma sufrió diversos cambios a lo largo del tiempo, dependiendo de los vecinos que aportaban desde su propiedad para la construcción del altar.

    El año 1733 trae cambios para el nuevo monasterio en la ciudad del pastor Bucur, tanto éste como la posada Stavropoleos se dedicarán al monasterio de Gura en Epiro, tras la muerte del fundador.

    En 1741, el metropolitano Ioanichie pasó a la vida eterna, siendo enterrado en la iglesia que fundó en el centro de Bucarest.

    Desde la muerte del fundador hasta 1904, el monasterio de Stavropoleos se fue deteriorando progresivamente hasta llegar al borde de la ruina. El arquitecto Ion Mincu elabora un plan para renovar y consolidar el lugar de culto, las obras comenzaron más tarde y fueron interrumpidas por la Primera Guerra Mundial.

    Entre 1904 y 1940, la iglesia de Stavropoleos sirvió como museo, donde se guardaban las piedras de santificación y elementos arquitectónicos de varios lugares de culto derribados en el centro de Bucarest.

     

    La iglesia fue reabierta al culto en 1940 gracias al sacerdote Dimitrie Iliescu-Palanca y a Octavian Dobrin, epítropo del lugar de culto.

    El régimen comunista ateo no perdonó a los sacerdotes que servían en la iglesia del centro de la capital, por lo que el sacerdote que reabrió el culto en Stavropoleos fue condenado a 20 años de prisión.

    En 1991, se asignó un monje ministro a la Iglesia de Stavropoleos, la primera después de 100 años, y en 2008 se restableció el Monasterio de Stavropoleos como asentamiento monástico comunitario para monjes. el sacerdote de la comunidad fue el hieromonje Iustin Marchiș.

    Se puede consultar más información sobre el lugar de culto, la actividad de los monjes y la visita virtual del asentamiento en el sitio web del Monasterio de Stavropoleos.

    En 1995, el proyecto de restauración del asentamiento de Stavropoleos recibió de la Comisión Europea el premio a la preservación del patrimonio arquitectónico europeo.

    En ese momento comenzó un extenso proceso de restauración de la iglesia y de los edificios del recinto, con la constante contribución del padre Iustin, el restaurador Dan Mohanu, profesor de la Universidad de Arte de Bucarest y el arquitecto Aurelian Trişcu, profesor de la Universidad “Ion Mincu de Arquitectura” de Bucarest.

    Lo más importante que pasó en todos estos años es la formación de una gran comunidad, estando la iglesia llena los domingos y los días festivos grandes durante todo el año.

    En abril de 2008 se produjo también un momento excepcional en la vida de la comunidad: el lugar santo se convirtió en monasterio, con el patrocinio de los santos arcángeles Miguel y Gabriel y san Justino mártir y filósofo.

    El 4 de junio de 2012, la iglesia del monasterio de Stavropoleos fue reconsagrada por el padre patriarca Daniel de la Iglesia ortodoxa.

     

    Actualmente el conjunto del monasterio incluye la iglesia y el recinto que rodea el patio interior, construido según los planos del arquitecto Ion Mincu, donde se dispusieron las celdas de la comunidad monástica, el refectorio, la colección de objetos de arte y la biblioteca, y en el lado oeste se encuentra el abad y la cancillería.

    La comunidad de monjes se dedica a la restauración de libros antiguos, iconos y ropas sacerdotales, y el coro de la iglesia canta música neobizantina, rara vez encontrados en iglesias de nuestro país.

    La colección de objetos de arte contiene iconos (sobre madera o vidrio, recibidos o adquiridos a lo largo del tiempo), objetos de culto, piezas de arte decorativo y fragmentos de frescos recuperados, de las iglesias derribadas durante régimen comunista, pero también objetos que pertenecieron al monasterio antes de la secularización: el incensario donado por Ioannichie de Stavropol en 1734, la vela de 1788, el Evangelio con la inscripción de 1735, el icono con Jesús – el Árbol de la Vida, donado por Ioannichie en 1731.

    La colección también contiene un fragmento de templo de una iglesia de madera en el sur de Transilvania, un príncipe dorado con el escudo de los boyardos Mavrocordati y un candelabro Brancovenesc.

    La biblioteca instalada aquí contiene numerosos volúmenes de teología, arte e historia, pero también un importante fondo de libros antiguos, manuscritos y grabados en lengua rumana, griega y eslava, algunos de los siglos XVII y XVIII.