Tag: vino

  • Rumanía, en el mapa del enoturismo

    Rumanía, en el mapa del enoturismo

    Se han escrito muchas leyendas sobre la aparición del vino, las evidencias más antiguas se registran en las zonas del Cáucaso, Mesopotamia o Egipto. Georgia sería la cuna del vino, aproximadamente en el año 6000 a.C., según un estudio en el que participaron expertos de siete países. Para llegar a esta conclusión, los científicos utilizaron la datación por carbono de fragmentos cerámicos que habían estado en contacto con el vino. También se han descubierto evidencias en Irán, Grecia o Sicilia, así como otras relacionadas con un vino preparado con uvas fermentadas, mezcladas con otras frutas, en China, que data de hace más de 7 mil años.

    Los especialistas dicen que al principio las vides eran silvestres, siendo posteriormente domesticadas. Los arqueólogos descubrieron la bodega más antigua en un complejo de cuevas en Armenia. El sitio encontrado aquí data del año 4100 a. C. y contenía una prensa de vino, recipientes de fermentación, copas y semillas de vitis vinifera.
    Además del hecho de que nos deleita de las formas más inesperadas, dependiendo de su apariencia, color, aroma o consistencia, el vino en la copa cuenta la historia de generaciones enteras, de la formación de pueblos y países, explica Cătălin Păduraru a Radio Rumanía, doctor de la Universidad de Ciencias Agrícolas y Medicina Veterinaria de Bucarest, presidente del concurso internacional de vinos más importante de Europa Central y Suroriental, que lleva el nombre de Vinarium.

     

    «Es una característica de la vid que ha cambiado fundamentalmente la migración de los grandes pueblos. Las plantas de cereales se llevan, se almacenan, en la migración las poblaciones seguían adelante, las replantaban, esperaban la primera cosecha, las recolectaban, las consumían, guardaban semillas, iban adelante. Cuando estas poblaciones migratorias de este a oeste pasaron por la cuenca del Cáucaso y se encontraron con vitis vinifera e inmediatamente llegaron al territorio de lo que hoy es Rumanía y la República de Moldavia y plantaron vides, no se fueron, porque no podían hacer un acto sin sentido. Tuvieron que esperar 4-5 años para disfrutar de los frutos de la vid. Por eso digo que alrededor de la viña se formaron pueblos y países. Ha cambiado totalmente la velocidad de movimiento de los pueblos».

     

    En Rumanía, el cultivo de la vid tiene una larga tradición, históricamente atestiguada, que sin duda ha contribuido a que el país se sitúe, hoy en día, entre las zonas vitícolas del mundo. Pero también en términos de las cantidades de vino producidas –ocupa el decimotercero lugar en el mundo y sexto lugar en Europa– el vino es cada vez más apreciado, tanto en el país como en el extranjero.
    Un vistazo al mapa vitícola revela que en Rumanía hay ocho regiones: las colinas de Moldavia, la meseta de Transilvania, las colinas de Muntenia y Oltenia, las colinas del Banato, las colinas de Crișana y Maramureș, las terrazas del Danubio, las colinas de Dobrogea, así como los arenales y otras zonas menos favorables del sur del país. Cada una de estas zonas tiene sus propias particularidades, dicen los especialistas: la altitud, la exposición o la inclinación, por ejemplo, elementos que dejan su huella en la diferente maduración de las uvas.
    Estas variaciones son una ventaja para Rumanía como país productor de vino, ya que estas diferencias ecoclimáticas se traducen en diferentes variedades cultivadas en determinadas zonas y diferentes períodos de maduración de la uva. En otras palabras, una gran diversidad.
    De nuevo, Cătălin Păduraru, con otra interpretación del famoso dicho latino in vino veritas, la verdad se esconde en el vino:

     

    «Hicimos un experimento único en el mundo, logramos crear la voz del vino, la huella sonora, y en cierto momento empezamos a ver que estas voces son cada vez más diferentes. Y también llegué a una conclusión lógica, lo repito más o menos en la forma en que lo he dicho siempre, tal vez en algún momento se quede así, si confiamos en que un pedazo de silicio, un dispositivo electrónico puede registrar la memoria, ¿por qué no tener la fe de que la materia orgánica puede registrar información? De alguna manera, un vino que tiene algunos años, que ha sido testigo de algunos acontecimientos, ciertamente tiene la información incluida, nuestro único problema es que todavía no sabemos cómo descifrarla. Eso es lo que significa, en mi opinión, que la verdad se esconde en el vino».

     

    Actualmente, en Rumanía, unas 80 bodegas practican el enoturismo –la mayoría de ellas situadas en la parte sur del país, en Muntenia– y alrededor de una cuarta parte de ellas ofrecen también la posibilidad de alojamiento. Pero Rumanía podría hacer un mayor uso de esta importante modalidad de turismo, dice Cătălin Păduraru:

     

    «Pensamos en el Instituto del Vino, donde también está el Vinarium, un nuevo tipo de turismo que está vinculado a un gran proyecto del país, la autopista A7, que llega a la República de Moldavia, incluso desde Iași, y podría llamarse la Autopista de los Viñedos. Porque pasa por los viñedos más importantes del país, por Dealul Mare, por Vrancea, luego por Moldavia. Esto no quiere decir que minimice la importancia de los viñedos en el resto del país. Se puede desarrollar un nuevo tipo de turismo, el turismo de caravanas. No se pueden construir docenas de hoteles en bodegas de la noche a la mañana. Se pueden organizar espacios para acampar y caravanas, pero durante la noche, todo lo que necesitan es agua y electricidad. Y podemos tener, en esta carretera, una gran cantidad de extranjeros que opten por este tipo de turismo».

     

    De repente, las bodegas podrían llenarse, afirma Cătălin Păduraru.

     

    (Versión en español: Mihaela Stoian)

  • Desde Rumanía hacia el mundo: Tradiciones navideñas en el Museo de la Aldea

    Desde Rumanía hacia el mundo: Tradiciones navideñas en el Museo de la Aldea

    La cultura rumana se caracteriza por la autenticidad de las tradiciones y costumbres propias de cada zona geográfica. Especialmente en los pueblos, estas tradiciones se conservan y se respetan, representando la fuente de nuestra riqueza espiritual.
    De hecho, en Rumanía, las fiestas de invierno comienzan con el Día de San Andrés, el 30 de noviembre, considerado el protector de la nación rumana.
    San Andrés desempeñó un papel decisivo en la cristianización del pueblo rumano los geto-dacios y terminó en la cruz crucificado en forma de X.
    Otras fiestas notables de este período incluyen San Nicolás el 6 de diciembre, Nochebuena el 24 de diciembre, Navidad el 25 de diciembre, Año Nuevo el 31 de diciembre, San Basilio el 1 de enero, Epifanía el 6 de enero y San Juan Bautista el 7 de enero.
    Las tradiciones y costumbres invernales rumanas incluyen dar regalos a los niños la noche de San Nicolás y Mos Craciun, Papá Noel, matar el cerdo el 20 de diciembre, decorar el árbol de Navidad, cantar villancicos en Nochebuena, y muchas otras costumbres bonitas.
    “Con siglos de antigüedad, los villancicos representan los sentimientos profundos del pueblo, pasando la prueba del tiempo y conmoviendo el alma de quienes los escuchan. Los villancicos traen esperanza para el próximo año, cuyo período culmina con el Nacimiento del Salvador Jesucristo, a través del cual la alegría entró en el mundo.

    Este año, los días 14 y 15 de diciembre tendrá lugar la fiesta de tradiciones y costumbres “Florile Dalbe”, evento anual organizado en el Museo Nacional de la Aldea “Dimitrie Gusti” con el objetivo de presentar las tradiciones navideñas y de Año Nuevo.
    El Museo de la Aldea “Dimitrie Gusti” es la atracción turística más visitada de Bucarest y la tercera del país, después de los castillos de Peleş y Bran.
    “Tendrán la oportunidad de admirar a los grupos de villancicos que recorrerán las callejuelas del museo en un desfile que saldrá desde la entrada de Kiseleff nº 28”, informó la institución museística.
    El museo de la aldea es un “viaje en el tiempo”, un alegato por la autenticidad de la cultura y la civilización del pueblo rumano, del modo de vida tradicional, del sentido artístico y del espíritu inventivo del campesino rumano, pero, igualmente, es uno de los centros más activos y fascinantes de investigación, restauración y conservación del patrimonio cultural nacional.
    Durante los dos días del evento también se realizará una feria de artesanos populares con objetos elaborados por ellos, productos sabrosos y aromáticos de la gastronomía tradicional, así como productos orgánicos. “Se pueden degustar mermeladas y sorbetes, pan de jengibre y pasteles, vino, miel y cozonac”, dijo la fuente citada.

    La magia de las fiestas de invierno comienza con San Nicolás.
    El 6 de diciembre, los rumanos celebran la llegada de Mos Nicolae, una tradición de siglos. Esta festividad representa, cada año, un momento mágico en el que el espíritu de las vacaciones de invierno realmente hace sentir su presencia. Los niños lustran las botas con la esperanza de que, de la noche a la mañana, San Nicolás les traiga dulces y regalos. Los más traviesos encuentran un palo, símbolo de la promesa de ser más obedientes.
    Cuenta la leyenda que San Nicolás ayudó una vez a un grupo de niños pobres llenándoles los zapatos de dulces mediante un milagro. Como muestra de gratitud, la gente entregan regalos y bienes a los menos afortunados durante este período.
    Los preparativos para las fiestas continúa con la decoración del árbol en Nochebuena, una actividad que reúne a toda la familia. El brillo de los globos y el olor del abeto combinan perfectamente con los sabores de los platos tradicionales: sarmale, ensalada boeuf, cozonac y otras delicias típicas para la época de fiesta.
    El 25 de diciembre celebramos el nacimiento de Jesucristo. Los pueblos y las casas de la gente se preparan para las fiestas. Las luces están encendidas y en todas partes se puede sentir el espíritu navideño. En este día, toda la familia, pero especialmente los niños, abren los regalos recibidos de Papá Noel, que se encuentra debajo del árbol bellamente decorado.
    Después de Navidad, los niños continúan la tradición de caminar con la Estrella, cantando villancicos que recuerdan el viaje de los Reyes Magos guiados por la Estrella de Belén. En algunos pueblos, la danza de la cabra y el oso aporta un toque de alegría, ya que es un legado de ceremonias arcaicas.

    Durante los villancicos, se presenta la tradición de los Irozii, jóvenes vestidos de una manera específica que representan una obra popular de tema religioso. La compañía estaba formada por tres príncipes, un ángel y un portero, todos vestidos con trajes nacionales. Los caballeros, con espadas y vainas de madera al cinto, simulan un duelo con Herodes a la entrada de las casas fortificadas.

    A su vez, el arado rumano, tan querido en la infancia, pero cada vez menos visto en la atmósfera urbana de Año Nuevo, tiene profundas raíces en las tradiciones agrarias. Grupos de villancicos tocan campanas y lanzan deseos mágicos de abundancia y fecundidad para el próximo año.
    En los últimos años, tras campañas de investigación y adquisición, el patrimonio del museo de la aldea ha crecido considerablemente; actualmente, la exposición permanente llega a más de 123 complejos distintos, con un total de 363 monumentos, con un patrimonio móvil de más de 50.000 objetos.
    Las fiestas de invierno son más que una época del año; representan un tiempo de reflexión, alegría y conexión emocional con los seres queridos. Desde tradiciones milenarias hasta costumbres contemporáneas, el invierno trae consigo una amplia gama de prácticas culturales que enriquecen nuestra experiencia y nos recuerdan la esencia de la generosidad, la compasión y la esperanza. No importa en qué parte del mundo nos encontremos, las fiestas de invierno nos unen en un espíritu de comunión y bondad, aportando luz y calidez a esta época del año.

  • La miscelánea: Rumanía en otoño – colores, aromas, fiestas

    La miscelánea: Rumanía en otoño – colores, aromas, fiestas

    Desde los vibrantes colores de los bosques de los Cárpatos hasta los mercados llenos de las riquezas de la cosecha, el otoño rumano nos ofrece un espectáculo visual y cultural inolvidable. El otoño convierte a Rumanía en un verdadero cuadro de cuento de hadas. Los paisajes más hermosos pueden admirarse en las regiones montañosas y rurales. Los Cárpatos, cubiertos de bosques mixtos, se vuelven una explosión de colores: rojo, amarillo intenso, naranja y tonos cobrizos. Por ejemplo, los Montes Apuseni o Bușteni son destinos populares para hacer senderismo en esta época del año, cuando los caminos están rodeados de hojas crujientes y los colores del bosque son impresionantes. La tranquilidad de la naturaleza y el aire fresco hacen que el otoño sea ideal para una escapada en plena naturaleza. Además de las montañas, el Delta del Danubio también ofrece un espectáculo único: la vegetación salvaje y las aves migratorias crean un paisaje inolvidable. Las mañanas frescas y la suave luz del sol otoñal hacen que cualquier paseo por la naturaleza sea mágico. El otoño es también la temporada de las cosechas abundantes en Rumanía. Los mercados de todo el país se llenan de verduras y frutas frescas: manzanas, peras, uvas, calabazas y, por supuesto, maíz. La cosecha de otoño es una oportunidad para que las comunidades celebren el trabajo de todo el verano. Un ejemplo de tradición relacionada con esta estación es la vendimia y la producción de vino. Regiones como Prahova, Moldavia o Dobrogea son conocidas por sus extensos viñedos.

    En octubre, se organizan festivales locales dedicados al vino, donde la gente se reúne para cosechar las uvas y celebrar con comida tradicional y danzas populares. Además, el otoño es la temporada en que las familias preparan conservas para el invierno: zacusca, una pasta tradicional de la gastronomía rumana, hecha principalmente de verduras asadas o cocidas, encurtidos y mermeladas. Esta costumbre, transmitida de generación en generación, llena las casas de aromas como los de los pimientos asados o la mermelada recién cocida, trayendo consigo recuerdos de la infancia y de las comidas familiares.

    El otoño también trae una serie de fiestas y eventos tradicionales en Rumanía. San Demetrio (26 de octubre) es una de las fiestas religiosas más importantes de esta estación. Marca el inicio del invierno pastoral y el final de la temporada agrícola. En los pueblos de montaña, los pastores descienden con sus rebaños desde las montañas y se organizan festivales de la trashumancia, una tradición viva en el país. Asimismo, la festividad de San Andrés (30 de noviembre) está rodeada de supersticiones y costumbres. Según la tradición, la noche de San Andrés los espíritus malignos y los strigoi (espíritus vampíricos) aparecen, y para protegerse, la gente unge las puertas y ventanas con ajo. Además, durante esta temporada se celebra el Día Nacional de Rumanía (1 de diciembre), una oportunidad para reflexionar sobre la historia del país y celebrar la unidad de los rumanos con desfiles, conciertos y fuegos artificiales. El otoño no solo es una temporada de cambio natural, sino también un momento para la introspección. Después del ajetreo del verano, la gente tiende a pasar más tiempo en casa, reflexionar y reconectarse consigo misma. La luz suave, los días más cortos y las temperaturas más bajas nos invitan a buscar comodidad y tranquilidad. Los cafés se llenan de personas disfrutando de bebidas calientes como té de frutas o vino caliente, y las tardes pasadas con un buen libro o cerca de la chimenea forman parte del encanto de esta estaci

    Si  pasean por Bucarest en esta época del año, no podrán dejar de notar la agitación y el encanto característico de los mercados de la ciudad. En otoño, estos se convierten en verdaderos puntos de atracción, ofreciéndonos una rica paleta de colores, aromas y tradiciones culinarias. Uno de los mercados más conocidos es Piața Obor, que mantiene su reputación como el corazón del comercio tradicional en Bucarest. Aquí, en cada esquina, pueden encontrar puestos llenos de verduras y frutas frescas, directamente de los productores locales. Manzanas rojas y amarillas, peras jugosas, uvas perfumadas y calabazas de todos los tamaños y formas – todo esto encanta nuestros sentidos e invita a llenar las bolsas de compras. Además de Obor, también Piața Matache o Piața Amzei son lugares que vibran de vida en esta época. Aquí, el otoño trae una variada oferta de productos de temporada: pimientos, berenjenas, pimientos morrones para zacusca, col para encurtir en invierno y, por supuesto, hierbas aromáticas como tomillo o eneldo, que dan sabor a los platos tradicionales. Cada mañana, los mercados de Bucarest están animados por vendedores llenos de energía y clientes que negocian con una sonrisa en el rostro por sus productos favoritos. Los compradores no vienen solo a por verduras y frutas, sino para disfrutar del ambiente auténtico de un mercado rumano, donde los pequeños productores muestran con orgullo los frutos de su trabajo durante el verano. No solo las frutas y verduras son atractivos de los mercados otoñales. En cada paso, se siente el aroma de las castañas asadas, el maíz hervido o las tartas recién salidas del horno, ofrecidas por los pequeños comerciantes. Todo parece recordarte los sabores de la infancia y las comidas en familia. Y no olvidemos el mosto, la bebida preferida de los rumanos en esta época, el jugo fresco de uvas que se obtiene antes de que comience el proceso de fermentación para producir vino. Es una bebida dulce y refrescante, muy popular en las regiones donde se cultivan uvas, especialmente durante la cosecha de la vid. Se consume como bebida, pero también es el primer paso en la elaboración del vino. En muchos mercados de Bucarest, especialmente en Piața Domenii o Piața 1 Mai, puedes encontrar botellas de mosto recién exprimido, un verdadero manjar otoñal. Es ese jugo de uva dulce, ligeramente efervescente, que te hace sentir que el otoño ha llegado plenamente a la ciudad. Además, los mercados otoñales también traen consigo festivales de la cosecha, donde los productores vienen de todas partes del país con sus mejores productos, y los visitantes pueden degustar delicias tradicionales: desde quesos y embutidos hasta dulces tradicionales y conservas. El ambiente siempre es festivo, con música folclórica y buen ánimo.

    Así que, el otoño en los mercados de Bucarest es una verdadera celebración para los sentidos. Ya sea que estén buscando las mejores verduras para hacer conservas o simplemente quieran disfrutar del ambiente auténtico de un mercado rumano, los mercados son el lugar perfecto para sentir la vibración de esta estación. Si aún no han visitado un mercado otoñal, les recomiendo dar un paseo y dejarse llevar por los aromas y colores de esta generosa temporada.

    En conclusión, el otoño en Rumanía es mucho más que una simple estación de transición. Es un tiempo de abundancia, de tradiciones ricas y de reconexión con la naturaleza. Ya sea que hablemos de la belleza de los bosques cobrizos, de los festivales locales o de las costumbres que nos acercan a la familia y los amigos, el otoño es una fuente de inspiración y emoción. Les invito a disfrutar de esta temporada especial, ya sea paseando por un parque o escapando a la naturaleza, o simplemente saboreando una taza de té caliente junto a una ventana abierta hacia el paisaje otoñal.

     

     

     

  • Desde Rumanía hacia el mundo: Librerías de top – Cărtureşti Carusel

    Desde Rumanía hacia el mundo: Librerías de top – Cărtureşti Carusel

    Bienvenidos, amigos oyentes, os contamos hoy la historia de un edificio en el Centro Histórico de la capital, propiedad de Jean Chrissoveloni, heredero de la famosa familia de banqueros, que comenzó en 1860, cuando fue construido. Sin embargo, no pasó a manos de la familia Chrissoveloni hasta principios del siglo XX, tras una subasta. Cărturesți Carusel, ubicada en Bucarest, fue incluida en la lista de las librerías más bellas del mundo. Esta distinción la dan, en particular, quienes visitan librerías de todo el mundo.
    Este maravilloso edificio fue construido en 1903 por una rica familia de banqueros griegos, pero fue confiscado por el régimen comunista en los años 50. Se convirtió en un almacén general y luego fue abandonado a su suerte cuando el comunismo se derrumbó.

     

  • La historia del vino en Rumanía

    La historia del vino en Rumanía

    Los turistas pueden participar en catas, realizar visitas guiadas a bodegas y viñedos, alojarse en regiones vinícolas y también disfrutar de experiencias culinarias extraordinarias. Cualquier temporada del año tiene su encanto, pero las más concurridas son entre mayo y octubre. Es entonces cuando las temperaturas exteriores permiten a los veraneantes disfrutar de otras experiencias además del vino.

    Alexandra Gălbează, fundadora de la Asociación Rumana de Enoturismo, nos cuenta que esta forma de turismo ha experimentado una tendencia al alza en los últimos años. Además, la oferta se ha diversificado.

    «Por supuesto, en sentido estricto, enoturismo significa una visita a la bodega, pero en los últimos años, sobre todo después de la pandemia, el enoturismo ha empezado a adquirir otras connotaciones. Ya no significa solo una visita a la bodega, sino también la oportunidad de disfrutar de una experiencia diferente junto a la cata de vinos. Estamos hablando de organizar conciertos musicales en el viñedo, picnics, veladas musicales, obras de teatro, conciertos, fiestas temáticas con hogueras, actividades que se prolongan hasta tarde, sobre todo si hablamos de bodegas que también tienen capacidad de alojamiento. Así, los turistas pueden pernoctar en la bodega tras su visita».

    Junto con Alexandra Gălbează, fundadora de la Asociación Rumana de Enoturismo, empezamos nuestro viaje en el viñedo Dealu Mare, muy cerca de Bucarest.

    «Empezamos con esta región porque está muy cerca de Bucarest, donde hay muchísima gente. Los que quieren escapar de la capital tienen la oportunidad, a un tiro de piedra, de ir a disfrutar de una experiencia de enoturismo. También se considera la región con el mayor número de bodegas. Es una zona muy compacta, con las bodegas muy cerca. Así que las actividades de enoturismo pueden ser diversas y numerosas. Hablamos de bodegas de reciente construcción, pero también de bodegas con una rica historia. Hablamos de la bodega conocida por producir vino espumoso y proveedora de la casa real. Aquí también tenemos alojamiento. Podemos empezar con una visita a la bodega, con una cata de vinos espumosos y, también en esta zona, hay otra bodega, con una rica historia, que era una propiedad real, perteneciente al príncipe Nicolae de Rumanía y su esposa. Esta bodega ha desarrollado muchos paquetes de enoturismo. Tenemos alojamiento, se pueden organizar fiestas temáticas con maridaje de vino y comida, también hay un chef personalizado que puede ofrecer una experiencia personalizada. Son iniciativas que han tomado las propias bodegas, pero también iniciativas que han puesto en marcha las bodegas de esta región uniendo fuerzas».

    A continuación, nos dirigimos al este de Rumanía, hacia Moldavia, y nos detenemos en la zona de Vrancea. Aquí encontramos una bodega con una larga tradición vinícola, pero modernizada en los últimos años, en un paisaje de ensueño. Esta bodega también ofrece alojamiento, y quienes deseen pasar más tiempo aquí pueden beneficiarse de múltiples experiencias.

    «Además de disfrutar de catas y vinos locales, pueden quedarse un par de días, recorrer el viñedo en bicicleta, se pueden organizar picnics, los aficionados al deporte pueden incluso quedarse a pasar la noche para jugar un partido de tenis. Si hay buen tiempo, también tenemos piscina. Luego, viajando más hacia Moldavia, encontramos una bodega con una rica historia en la zona de Iași. Es la bodega que produce vinos solo de variedades locales: Frâncușă, Grasă de Cotnari. Así que el enoturismo no es apenas cata. No soy solo yo, son también las iniciativas a nivel europeo que están poniendo en marcha la Ruta del Vino, Iter Vitis, la ruta cultural del vino. Esto significa combinar el vino con la historia cultural del lugar. En la zona de Moldavia, hablamos de vinos locales, pero también está cerca la civilización de Cucuteni. Los turistas pueden visitarla, aprender sobre la historia del lugar, sobre la civilización de Cucuteni, conocida por ser la más antigua en Europa».

    El programa de visitas a la bodega debe organizarse con antelación. Este tipo de turismo puede realizarse durante todo el año. Por ejemplo, si queremos disfrutar del paisaje natural, del viñedo, la mejor época sería otoño o primavera, cuando podemos disfrutar del olor, de la fragancia, del paisaje verde. También podemos ir en la estación fría, pero la visita a la bodega se limitará a la experiencia en el interior, como nos comentó Alexandra Gălbează, fundadora de la Asociación Rumana de Enoturismo.

    «Quienes deseen ir a la bodega y disfrutar de la experiencia deben llamar y concertar una cita con antelación para asegurarse de que hay alguien en la bodega para darles la bienvenida. Además, una vez en la bodega, se comienza con la visita, con la historia del lugar. Se explica cómo se elaboran los vinos, cómo se produce el vino, desde el viñedo hasta el producto final. También se va a la zona de embotellado para ver el proceso y, por último, pero no por ello menos importante, se realiza la esperada visita a la zona de barricas. La cata suele tener lugar en la zona de barricas o en la sala de cata. Depende de cada bodega, pero también depende mucho de la experiencia que el turista quiera tener».

    Alexandra Gălbează, fundadora de la Asociación Rumana de Enoturismo, organiza el Foro de Enoturismo y anuncia otros proyectos interesantes.

    «El próximo evento que estamos preparando tendrá lugar en la primavera de 2025. Se trata de un evento dedicado exclusivamente a este tipo de turismo, en el que queremos invitar a representantes de bodegas, agencias de viajes, pero también guías de viajes, para que podamos reflexionar juntos sobre lo que está ocurriendo y lo que hay que desarrollar en este segmento en Rumanía. Al mismo tiempo, también queremos realizar una ruta del vino a nivel nacional, por supuesto, que se aplique a las principales regiones del país, para que luego podamos integrar esta ruta en la ruta cultural europea».

    Muchos turistas buscan autenticidad, una vida tranquila y local, y se alegran al descubrir que Rumanía aún conserva tradiciones y gastronomía locales. Les entusiasman los vinos rumanos, especialmente los de la tierra. Todo ello, complementado con la oferta de alojamiento de alto nivel, hace de la visita a las bodegas una experiencia inolvidable.

    Versión en español: Monica Tarău