Category: Pro Memoria

  • Los campos de concentración en la región de Bărăgan

    Los campos de concentración en la región de Bărăgan

    Una zona escasamente poblada desde siempre, pero muy fértil desde el punto de vista agrícola, Bărăgan fue un lugar elegido por el régimen comunista para castigar a unas 40 000 personas a las que consideraba enemigos de clase. Todos los testimonios de quienes pasaron varios años de su vida en esta parte oriental de la llanura rumana, algunos de ellos registrados por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, describen las mismas condiciones de vida en la década de 1950.

    En 1951, el régimen comunista comenzó a enviar ciertas categorías de personas a Bărăgan, personas que tenían que ser castigadas por lo que eran: campesinos medios, algunos miembros de las minorías alemana, serbia, húngara, arrumana, y rumanos de Besarabia que habían huido de esta región ocupada por los soviéticos en 1944. Entre ellos se encontraba la alumna Elena Boroș, refugiada de Besarabia con sus padres, en el oeste de Rumanía, en el Banato:

    «Yo estaba en Sânnicolau Mare, en la escuela técnica agrícola, cuando se llevaron a mis padres. Luego, en una noche, no solo en Banato y Mehedinţi, en la misma noche los recogieron a todos. Pero por lo que me contaron mis padres, a las 12 de la noche vino un guardia de seguridad y un miliciano y les dijeron que hicieran las maletas porque tendrían que marcharse. Al día siguiente recibí una llamada telefónica de mi padre y me dijo que volviera a casa urgentemente, en el primer tren, y que no los encontraría en casa, sino en la estación. Cuando llegué a la estación, mis padres ya estaban con su equipaje en el andén esperándome. Después de llegar, nos metieron inmediatamente en el vagón y nos fuimos».

    El miedo de la gente era máximo. No sabían adónde los llevaban, vivían aterrorizados ante el espectro de ser devueltos a la Unión Soviética y enviados a Siberia. Elena Boroș recuerda sus primeras impresiones sobre el rumbo que tomaría su vida:

    «Cuando llegué aquí por la mañana, a Nicoleşti-Jianu, el tren se detuvo. Mi padre le preguntó al guardia de seguridad que vio que el tren se había detenido en una vía muerta si no seguíamos adelante. El guardia de seguridad nos dijo que nos quedaríamos allí. Llegaron unos camiones vacíos, le quitaron a cada uno el equipaje que tenían, nos subimos a un camión que nos llevó a Satu Nou (n. red: Aldea Nueva). De hecho, no había una aldea nueva, era un campo baldío. Se trazó el pueblo, con calles y lugares para las casas, donde estaría cada parcela de 2500 metros. Algunos, donde se detuvieron, vieron que el lugar estaba vacío y se sentaron allí. Donde nosotros paramos había trigo sembrado, pero había unas estacas alrededor, y dijimos que nos quedábamos allí. Descargamos y nos quedamos a cielo abierto. Y nos preguntábamos qué íbamos a hacer».

    La primera noche durmieron a cielo abierto, cubiertos con mantas y alfombras. Al día siguiente comenzaron a hacer sus casas, las primeras fueron las chozas. Luego cavaron pozos para obtener agua. Después de una semana, las autoridades llegaron y enviaron a la gente a una granja para trabajar en la cosecha de algodón.

    Vasile Neniță también fue deportado a Bărăgan cuando era niño. Y recordó el desierto en el que había terminado con sus padres y otros afectados por el destino.

    «Hacía mucho calor en Bărăgan. No había agua, solían traernos agua en camiones cisterna desde Borcea y la gente iba a por agua y la bebíamos durante mucho tiempo. Mucha gente se enfermó por esa agua. Lo más doloroso que recuerdo, todavía era un niño de 11 años, fue que en el primer año había un cementerio muy grande. Muchos no sobrevivieron a ese invierno, especialmente los ancianos de Banato. El clima en Banato era templado, había un clima frío. Era un invierno duro y no pudieron resistir. Mucha gente murió. Y esto sucedió en todas partes, y en el resto de los pueblos de Bărăgan, no solo aquí. No había nada en Bărăgan, solo un campo baldío. Se podía ver un árbol a 100-200 metros de distancia. ¡Esto era Bărăgan, hasta donde alcanzaba la vista era un campo! Y cuando llegaron esos vientos y torbellinos, como en la novela Los cardos de Bărăgan, fue aún más».

    Vasile Neniță también recuerda el momento en que la propia Ana Pauker, ministra de Relaciones Exteriores del gobierno comunista, hizo una visita para instar a los deportados a construir viviendas:

    «Llegó en helicóptero y aterrizó allí. Antes vino la milicia y tocó el tambor en el pueblo para que todo el mundo se reuniera en un lugar determinado. No sabíamos para qué, y allí también nos dijeron que teníamos que construir casas. E hicieron equipos de 8-10 personas y se estableció el orden de construcción de las casas. Se hacían de tierra batida, se colocaban tablones y se vertía tierra. Golpeaban con la maza hasta concluir el muro. Y las casas tenían dos habitaciones y una cocina, cubiertas. Nos trajeron la carpintería, el tejado y el junco».

    Después de 4 años de privaciones extremas, en 1955, las autoridades permitieron que los deportados se fueran a donde quisieran. La mayoría de ellos optaron por volver a visitar sus lugares de origen, dejando atrás una experiencia de vida extrema.

    Versión en español: Mihaela Stoian

  • Giuseppe Mazzini y los rumanos

    Giuseppe Mazzini y los rumanos

    Rumanía es una creación de las ideas europeas occidentales de la primera mitad del siglo XIX y de la presión ejercida por la generación de jóvenes políticos rumanos educados en Occidente, los llamados «pasoptistas» (nota
    de la redacción: nombre relacionado con la Revolución de los Principados
    Rumanos de 1848). Las ideas de nación étnica, unión en un único Estado y forma de gobierno fueron las que más influyeron en el espíritu público rumano. Uno de los pensadores más influyentes en la esfera pública rumana fue el jurista y publicista italiano Giuseppe Mazzini (1805-1872), notable exponente del Risorgimento, el movimiento de resurgimiento de Italia en el siglo XIX.

     

     

    Demócrata radical, republicano, revolucionario y luchador por la unificación de Italia, Mazzini nació durante las guerras napoleónicas en Génova, y fue criado y educado en el espíritu de las ideas jacobinas de la Revolución Francesa. Una de las ideas clave del espíritu revolucionario francés era la herencia de la antigua Roma, a la que Mazzini se adhirió incondicionalmente. A finales de la década de 1820, se unió al Movimiento de los Carbonarios que luchaba contra los imperios multinacionales, especialmente Austria. En 1831 fundó la Sociedad de la Joven Italia. Durante la revolución de 1848, en cuya organización participó y que proclamó la república, Mazzini ocupó el más alto cargo político. Los incisivos escritos del revolucionario italiano movilizaron a gran parte de los jóvenes intelectuales rumanos de Valaquia con mucha más fuerza que los de Moldavia. La idea de la nación étnica rumana, la latinidad y la unión de los dos principados rumanos constituyeron el eje central del programa revolucionario pasoptista rumano.

     

     

    El historiador Remus Tanasă es autor del libro Apóstol de la nación. Mazzini y el nacimiento de la Rumanía moderna, que describe la influencia que el revolucionario italiano ejerció en el espíritu rumano. Los pasoptistas rumanos se apropiaron de las ideas de Mazzini, las aplicaron al caso rumano, escribieron sobre ellas en la prensa occidental, las llevaron a los dos principados y las difundieron por toda Rumanía.

     

    «Una parte de la élite rumana, los jóvenes pasoptistas, descubrieron a Mazzini en la década de 1830, antes y en torno a la Primavera de los Pueblos de 1848-1849. Mazzini fue uno de los tres triunviros de la Segunda República Romana durante un breve periodo de varios meses. El Papa fue desterrado de Roma y la Ciudad Eterna fue gobernada por un triunvirato. De los tres, Mazzini era el más importante, primus inter pares».

     

     

    Las ideas de Mazzini ganaron adeptos sobre todo en Valaquia, donde el espíritu revolucionario era más efervescente y donde el movimiento europeo de 1848 había desembocado en el nombramiento de un gobierno revolucionario. Remus Tanasă nos contó cuáles de los nombres más importantes del pasoptismo rumano quedaron encantados con las palabras de Mazzini, entre ellos Nicolae Bălcescu.

     

    «Los dos primeros nombres son Dumitru Brătianu, hermano mayor de Ion C. Brătianu, y C. A. Rosetti. Dumitru Brătianu incluso se unió a una de las iniciativas londinenses de Mazzini, el Comité Democrático Centroeuropeo, que existió entre 1850 y 1853. Las ideas de Mazzini germinaron en Rumanía más tarde, tras el final de la guerra de Crimea en 1856. El segundo nombre, C. A. Rosetti, estaba más estrechamente relacionado con Mazzini por temperamento, aunque nunca se conocieron. Es uno de los rumanos que tuvieron el retrato de Mazzini en su escritorio hasta la muerte del revolucionario italiano».

     

     

    Remus Tanasă explicó cómo utilizaban los rumanos los escritos del italiano:

     

    «Mazzini promovió varias ideas controvertidas en aquella época. La más importante para el espacio rumano y para los pasoptistas era la idea de nación. Mazzini fue un asiduo promotor de la idea que hacía de la nación un sujeto político a través del Estado-nación. Por eso uno de los apodos de Mazzini era el de apóstol de la nación. En el periodo posterior a 1848, los rumanos necesitaban dar a conocer su pertenencia, su identidad. Incluso Mazzini, hasta 1848, estaba confundido sobre la identidad de los rumanos. Después de 1848, los pasoptistas no sólo escribieron sobre los rumanos en lenguas europeas, sino que, a través del momento revolucionario de Bucarest, consiguieron llamar la atención de los responsables y de los distintos campos revolucionarios de Occidente sobre la identidad latina de los rumanos».

     

     

    Republicano acérrimo, Giuseppe Mazzini se oponía a la idea de la monarquía. Los pasoptistas rumanos se dieron cuenta de que algunas de sus ideas eran demasiado avanzadas para una sociedad política europea periférica como la rumana.

     

    Remus Tanasă:

     

    «Nuestros pasoptistas, por supuesto, fueron republicanos al principio. Pero se dieron cuenta de que en una Europa de monarquías, la idea republicana no podía triunfar. Así que dieron prioridad a la idea de nación y a la unidad nacional de los rumanos, dejando la idea de república en un segundo plano. Paradójicamente, Mazzini no quería ni pretendía renunciar a la idea de la república; por lo que respecta a los rumanos, aconsejó a Dumitru Brătianu que aceptara y negociara con los estadistas de Occidente, dejando de lado la idea de la república».

     

     

    Como siempre ocurre, las ideas políticas alcanzan su apogeo y siempre están sujetas a crítica y reformulación. Hacia 1900, las ideas de Mazzini perdían influencia en Rumanía y circulaban como legados del pasado.

     

     

    Versión en español: Antonio Madrid

     

  • Pro Memoria: El periódico La Chispa

    Pro Memoria: El periódico La Chispa

    Una de las fuertes armas de la propaganda del régimen comunista fue la prensa. La libertad de expresión y de prensa es un derecho reconocido en el siglo XVIII, adoptado formalmente como universal en el artículo XI de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Pero los regímenes totalitarios, comunistas y fascistas han desfigurado este derecho convirtiéndolo en un medio de silencio.

     

    En los regímenes de los partidos comunistas en los países de Europa Central y Oriental, toda la prensa giraba en torno a la ideología. Pero los partidos también tenían sus propios periódicos, sus voces oficiales, a través de los cuales se expresaba la esencia del régimen. En la Unión Soviética había, y sigue existiendo en la Rusia de hoy, el periódico Pravda o Verdad de 1912. En la Bulgaria comunista apareció Rabotnichesko Delo o Actos de los obreros. En Checoslovaquia, el partido se expresaba a través de Rudé Právo o Justicia Roja, que apareció hasta 1995. En la antigua República Democrática Alemana, Neues Deutschland o Nueva Alemania comenzó a publicarse en 1946, y continúa hasta el día de hoy. En la antigua Yugoslavia se publicó Borba o La Lucha, imprimida hasta 2009, pero reapareció episódicamente. En Polonia, Trybuna Ludu o Tribuna del Pueblo se pudo leer entre 1948 y 1990. Y en Hungría, el mercado de la prensa estuvo dominado por Szabad Nép o Gente Libre entre 1942 y 1956, y Népszabadság o Libertad del Pueblo entre 1956 y 1956. En Rumanía, el Partido Comunista Rumano se dirigía a la sociedad a través del periódico La Chispa.

     

    Fundado en 1931, cuando el PCR era un partido ilegal en Rumanía porque luchaba por el desmembramiento del país, La Chispa apareció de vez en cuando hasta 1940. Había tomado su nombre de Iskra o La Chispa, el periódico de Lenin en el exilio, publicado entre 1900 y 1905. La Chispa aparece legalmente por primera vez el 21 de septiembre de 1944, después de que el Ejército Rojo ocupara Bucarest el 30 de agosto e impusiera el régimen comunista en toda Rumanía hasta 1947. El Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana lo entrevistó al crítico de arte Radu Bogdan en 1995. Nacido en 1920, el joven Bogdan era simpatizante comunista y había tenido encuentros esporádicos con los miembros del Partido Comunista Rumano durante los años de la guerra. Se volvió activo inmediatamente después de la invasión soviética y en 1995 recordó frente al micrófono cómo había participado en el restablecimiento del periódico del partido.

     

    «¿Cómo empezó La Chispa? Fueron cinco los encargados por el partido de poner en marcha la primera edición. Matei Socor estaba a la cabeza de los cinco: estaban Pavel Chirtoacă, el ingeniero Salomón, Radu Mănescu y Iosif Ardelean, que más tarde trabajaría en la censura. Así que con estos cinco empezamos, el ingeniero Salomón teniendo tareas administrativas. En ese momento, en mi cabeza rondaba la idea de que quería ser periodista, pero no sabía cómo empezar. Al enterarme de que Radu Mănescu iba a fundar un periódico, me presenté y le pregunté si podía unirme, porque quería hacer periodismo. Así que me invitaron a sentarme y hacer trabajo voluntario. Era el llamado período romántico, el de los ideales. Les puedo decir que hice una corrección. Mirel Ilieşiu era un compañero mío y además director. Así que puse un pie allí desde la primera edición del periódico La Chispa».

     

    En las páginas de los periódicos, los intelectuales comunistas idealistas, los oportunistas más antiguos o los más nuevos, se expresaban con extrema violencia contra la democracia. Uno de ellos, Silviu Brucan, que sobrevivió a toda la historia del régimen y también tuvo carrera pública después de 1989, fue uno de los más activos. Radu Bogdan recordó la actividad alerta que tenía la prensa en aquellos años, especialmente la de La Chispa dirigida por el sociólogo Miron Constantinescu.

     

    «Matei Socor estuvo al mando de La Chispa solo un día. Después de eso, Matei fue trasladado a Radio y se convirtió en gerente general. Pocos días después de las primeras ediciones de La Chispa llegó Miron Constantinescu que acabó de salir de la cárcel. A menudo trabajábamos por la noche en La Chispa. Dormí con él los primeros días en el mismo colchón, en el suelo, allí no había camas. La primera redacción del periódico La Chispa funcionaba en el edificio del antiguo periódico La Luz de Pamfil Şeicaru. Yo también era el guardaespaldas de Miron Constantinescu en ese momento, como esos espantapájaros en el campo que no son reales porque yo no iba armado. Pero él iba todos los días a la Confederación General del Trabajo y no quería parecer que caminaba solo por la calle y entonces siempre me llevaba para que le acompañara. Me veía así, bastante fuerte, era alto. No tuve que enfrentarme a ningún ataque. Pero durante unos meses fui como su sombra».

     

    Durante los siguientes 40 años, La Chispa fue lo que fueron sus hermanas, una simple oficina de propaganda que ocultaba las carencias materiales y las violaciones brutales de derechos a las que se enfrentaban los rumanos. A lo largo de los años, importantes nombres de la ciencia y de la cultura rumana han publicado en el periódico, la lista de colaboradores siendo una larga. Para la posteridad, el caso de La Chispa es un ejemplo de cómo la prensa no debe serlo.

    Versión en español: Mihaela Stoian

  • La Securitate y el Comité de la Seguridad Estatal (KGB) en divorcio

    La Securitate y el Comité de la Seguridad Estatal (KGB) en divorcio

    La Securitate tenía una estructura con un doble papel, informativo y represivo, y estuvo bajo el control total de la KBG hasta finales de la década de 1950, al igual que toda Rumanía. Pero desde principios de la década de 1960, la llamada política de independencia de Rumanía de la URSS significó un divorcio de la Securitate rumana de la KGB, una emancipación de la misma. El líder de Bucarest, Gheorghe Gheorghiu-Dej, fue quien inició el proceso de divorcio con mucho tacto.

    El general Neagu Cosma era oficial de la Dirección de Contraespionaje del Departamento de Seguridad del Estado, dirección que también dirigía. En 2002, entrevistado por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, contó la historia de la separación de la Securitate respecto de la KGB:

    «Mientras los soviéticos estuvieron aquí y eran poderosos, tenían asesores y tenían a su gente en las palancas de mando, y en la política como en los servicios especiales, las cosas se resolvían de manera sencilla. Se resolvían como en Kremlin, con el garrote. En aquel entonces, las detenciones masivas se hacían por cosas menores, por razones justificadas o no. El papel del asesor, como oficial de la KGB, era el de asesorar al comandante de la unidad. Había un consejero a nivel ministerial, el jefe de todos los consejeros y también consejeros en las unidades. Tenía que asesorar a petición del comandante o, en su caso, del ministro. Si yo tenía un problema de orientación, de técnica, de metodología de trabajo, le daba la tarea y él, con su experiencia, eso decían, tenía que darte una solución. Y lo aplicabas o no. Este era su papel teórico. Básicamente, se implicaba en todo. De hecho, los consejeros soviéticos eran también los directores de las redes de espionaje, de sus propias redes, que existían en las estructuras de la Securitate».

     Los rumanos intentaron encontrar una solución, sintiéndose asfixiados por la omnipresencia de los soviéticos. Neagu Cosma:

    «En un momento dado, el ministro Drăghici, desesperado porque esta gente estaba llegando a todas partes, nos llamó y nos dijo: “Oye, ¡preparadles excursiones! A estos les gusta la pesca, les gustan los paseos, los viajes, tal vez incluso las mujeres y el vodka. Dadles lo que les guste, lleváoslos, para que no estén presentes cuando trabajéis”. Y debido a que los soviéticos fueron muy agresivos después de los eventos en Hungría, de repente nos encontramos con 6 asesores en la Dirección. No preguntamos nada a nadie, pero entonces sí que nos estaban controlando. No sabía lo que estaban haciendo. Estaban recopilando información, en realidad no tenían ninguna explicación para su presencia. Se suponía que había un asesor por comandante, según la convención del gobierno. Pero no tenían ninguna explicación, habían venido a ayudar al consejero. La explicación fue que tenían que tomarle el pulso al lugar, tenían miedo de que algo estuviera pasando aquí y los habían mandado para hacer acto de presencia».

    A principios de la década de 1960, Dej decidió que se había cruzado un límite en las relaciones rumano-soviéticas. Con el fin de eliminar la presencia de la KGB se utilizó el Centro de Información y Documentación de la Securitate. Un equipo de 5 o 6 oficiales serios y discretos, coordinados por Neagu Cosma, comenzó a elaborar una tabla.

    «Hasta 1962 creo que habíamos reconstituido una gran proporción, tal vez el 80% de su red en nuestro país. No teníamos ningún otro tipo de misión, sino reconstruirla, conocerla. Se hicieron algunas tablas de arriba abajo, esta era la red, con breves referencias, con breves comentarios y notas. Las tablas incluían la antigua red que operaba aquí, la red que había llegado con la división Tudor Vladimirescu, con las divisiones Horia, Cloşca y Crişan, los que habían sido enviados al país durante la guerra, en nombre de los rusos. Y estas tablas se presentaron a Gheorghiu-Dej».

    La estrategia de los rumanos era simple. A los espías soviéticos se les dijo que toda su actividad era conocida, se les perdonó y se les pidió que dejaran de colaborar con la KGB. De lo contrario, caerían bajo la ley penal. La mayoría de ellos aceptaron la oferta de la Securitate. Neagu Cosma muestra cuál fue el primer criterio que sirvió de base para la inclusión en la tabla.

    «Inicialmente creo que teníamos unos 180 espías en la tabla, por todo el país. A estos se sumaron los que tenían situaciones menos seguras, pero con indicios sólidos de que podrían ser espías soviéticos. Por ejemplo, regresaban de la Unión Soviética de sus estudios casados con mujeres rusas. Supuestamente, no era nada, era normal en un régimen normal. Pero con los rusos no funcionaba así, sabíamos la regla. Los que venían con mujeres rusas para nosotros eran sospechosos. Y luego, tomamos todas las chicas rusas en el trabajo, y no fueron pocas. Estaban casadas con militares que ocupaban altos cargos en el ejército y en el Ministerio del Interior, por no hablar de los problemas económicos. En el aparato político había muchos de ellos casados con mujeres rusas. Por supuesto que eran personas excepcionales y muchos cayeron como moscas, pero la medida general fue que al final los desalojamos a todos de las principales instituciones».

    La Securitate y la KGB se divorciaron a principios de la década de 1960. Sin embargo, ambas instituciones conservaron, hasta 1989, el mismo carácter de instituciones represivas de un régimen político represivo.

     

    Versión en español: Mihaela Stoian

  • Vasile Luca

    Vasile Luca

    Desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta 1989, el Ejército Rojo impuso regímenes de partido comunista en los países de Europa Central y Oriental. Los líderes obedientes a Moscú los dirigieron y no dudaban en eliminar a sus camaradas de ideales cuando se convertían en competidores. Especialmente hasta la muerte de Stalin en 1953, el patrón de comportamiento era el mismo en todos los países comunistas: la democracia en el partido significaba resolver las disputas personales con una bala en la nuca o encarcelarlos. Este fue también el caso de Vasile Luca, un activista comunista ilegal e importante líder desde 1945. Después de una disputa con Gheorghiu-Dej y su grupo, Vasile Luca terminó en la prisión de Aiud en 1963.

    Vasile Luca nació en 1898 en Covasna, una provincia con una población mayoritariamente húngara, que entonces formaba parte de Austro-Hungría. Hay controversias sobre su origen étnico: algunos historiadores y memorialistas afirman que era de etnia húngara, otros que era de etnia rumana hungarizada. El caso es que Luca hablaba húngaro con fluidez y en 1919, durante la República Soviética Húngara liderada por Bela Kun, ya era comunista y un gran partidario de la Unión Soviética. Después de que la revolución comunista húngara fuera liquidada por el ejército rumano, Luca se convirtió en trabajador ferroviario y se involucró en las actividades ilegales del Partido Comunista Rumano y en la organización de huelgas obreras, como la huelga de los mineros en Lupeni en 1929 y en el valle de Jiu en 1933.

    También ocupó cargos en la jerarquía del partido, secretario de las organizaciones en Brașov e Iași. Por sus acciones subversivas lo arrestaron varias veces, pero lo liberaron después de cumplir breves condenas. Después de que la Unión Soviética ocupara Besarabia y el norte de Bucovina en junio de 1940, lo liberaron, recibió la ciudadanía soviética e incluso se convirtió en diputado en el Soviet Supremo durante la guerra. Recibió el grado de comandante en el Ejército Rojo y llevó a cabo una actividad intensa entre los prisioneros rumanos en la URSS para unirse a la división Tudor Vladimirescu, una división con un papel esencial en la sovietización del ejército rumano después de 1945.

    Después de la derrota de la Alemania nazi, Rumanía será ocupada, al igual que los demás países de Europa Centro-Oriental, por los soviéticos y el Partido Comunista Rumano se convertirá en el agente de unos cambios mayores en Rumanía. Vasile Luca, parte del llamado grupo de Moscú, junto a Ana Pauker y otros comunistas llegados de la URSS, serán los favoritos para ocupar un alto cargo en el Estado. Será nombrado el 5 de noviembre de 1947 ministro de Finanzas en el gobierno encabezado por Petru Groza. En el discurso pronunciado en la víspera de Año Nuevo de 1947-1948, el propio Petru Groza señaló la cooptación de la pareja Pauker-Luca en el nuevo equipo de gobierno.

    «La llegada de Ana Pauker al Ministerio de Asuntos Exteriores, de Vasile Luca al Ministerio de Finanzas y, recientemente, de Emil Bodnăraş al Ministerio de Defensa, han permitido el desarrollo más rápido de nuestra democracia popular. Los cambios en el gobierno contribuyeron al establecimiento de una política económica y financiera justa del régimen democrático y a la consolidación de la moneda nacional».

    Pero el grupo liderado por Dej, de comunistas que habían cumplido muchos años de prisión en Rumanía, abrió hostilidades contra los moscovitas. En mayo de 1952, según los típicos juicios estalinistas, en el pleno del Comité Central del Partido Obrero Rumano, Luca fue acusado de desviacionismo de derecha y actividades contra el partido y expulsado. En agosto de 1952 lo detuvieron y lo juzgaron, y en 1954 lo condenaron a muerte por traición. Posteriormente, se le conmuta la pena por cadena perpetua. Vlăduț Nisipeanu era, en ese momento, un joven comunista. En 1999, entrevistado por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, Nisipeanu recordó el famoso pleno.

    «Recuerdo mejor aquel pleno de 1952 en el que Vasile Luca y Ana Pauker fueron desenmascarados, destituidos de la dirección del partido y detenidos. Yo no fui al pleno, entonces era pequeño, tenía 19 años. Era demasiado joven, pero me interesaba esto. También tenía curiosidad por saber qué estaba pasando, por lo que tuvimos que quitar las pinturas de las paredes. Uno las recogía y otro las ponía. No las tiré, las volvía al revés contra la pared, porque si tal vez volvíamos a necesitarlas. Alguien me preguntaba qué estaba haciendo con los cuadros y yo le decía que los había llevado al desván. Me decían que tuviera cuidado con ellos, y los guardaba. Fue entonces cuando el primer secretario nos hizo un trámite. Nos dijo que había sido el pleno de la dirección del partido el que había desenmascarado la desviación de derecha, o de izquierda en otros casos, de este grupo que quería destituir a Gheorghe Gheorghiu-Dej, nuestro querido líder. Pero la verdad, si lo buscabas de alguna manera, lo podías encontrar en el medio, en el centro. Pero, ¿quién buscaba el centro? Nadie estaba buscando esta cosa. Tiraron sus cuadros, les detuvieron y los castigaron».

    En 1968, Nicolae Ceaușescu, en su intención de resolver las antiguas disputas internas del partido, también rehabilitó a Vasile Luca, junto con los otros comunistas liquidados por Dej. Pero la historia se vengó merecidamente de uno de los que había contribuido plenamente al crimen y a la injusticia.

    Versión en español: Mihaela Stoian

  • El Partido Comunista Rumano (PCR) y la reforma agraria

    El Partido Comunista Rumano (PCR) y la reforma agraria

    Según las teorías marxistas-leninistas sobre los medios de producción, la propiedad debía ser común, de todos aquellos que los usaban y producían plusvalía. La propiedad privada era demonizada y considerada la fuente de todos los males y la «explotación del ser humano por otro ser humano», como decía la propaganda oficial. Y en las zonas rurales, donde la tierra era el principal medio de producción, hacía falta liquidar la propiedad privada.

    Esto es lo que ocurrió en la Unión Soviética después de 1918 y en todos los países ocupados militarmente por esta después de 1945, aunque la Nueva Política Económica inaugurada por Lenin en 1921 permitió la existencia de una forma de propiedad privada en la agricultura. Tras la muerte de Lenin en 1924, se liquidó la propiedad privada en la agricultura, los antiguos propietarios de clase media, los llamados kulaks, fueron considerados enemigos de clase y deportados a los gulag o campos de concentración.

    La liquidación de la propiedad privada en la agricultura, eufemísticamente llamada reforma agraria, comenzó en Rumania el 6 de marzo de 1945, cuando se estableció el gobierno comunista dirigido por Petru Groza. Ya en enero de 1945, el Frente Democrático Nacional, la alianza de grupos políticos liderada por el Partido Comunista Rumano, alentó a los campesinos a ocupar por la fuerza las zonas con tierra cultivable de más de 50 hectáreas.

    Una de las primeras leyes promovidas por el gobierno de Groza fue la Ley 187 de 23 de marzo de 1945 para la implementación de la reforma agraria. La intención era conceder el derecho de propiedad a los campesinos que no tenían tierra expropiando sin indemnización las propiedades de más de 50 hectáreas. A los propietarios también se les confiscaba la maquinaria agrícola aparte de la tierra cultivable. La medida formaba parte del arsenal de la propaganda comunista que anunciaba la liquidación de la explotación del campesino y debía ser utilizada intensamente en las elecciones del 19 de noviembre de 1946.

    En la práctica, sin embargo, la abolición de la propiedad privada significó el comienzo de toda una serie de graves violaciones de los derechos humanos y brutalidades que llegaron hasta el homicidio. Significó el fomento de las tensiones entre categorías de campesinos y el uso de actos de terror a la población por parte de las bandas armadas del Partido Comunista contra aquellos que se negaban a entregar sus propiedades.

    El ambiente violento e inestable creado por el gobierno fue reconocido más tarde incluso por activistas comunistas como Ion Paicu. En 1971, en una grabación del archivo del Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, Paicu recordó cómo se llevó a cabo la llamada reforma agraria en la ciudad de Mehedinți, en el suroeste de Rumanía, en la que él había participado personalmente.

    «Tuvimos que hacer serios esfuerzos en la reforma agraria porque ya teníamos suficientes problemas con los antiguos terratenientes que se oponían a la división de la tierra con las armas en la mano. Tuvimos casos como, por ejemplo, Istrătescu de Bâcleş, Bumbaru de Malovăţ, Ionică Ionescu, que incluso disparó a un soviético cuando los ejércitos soviéticos se acercaban. Estos se llevaron su recompensa. Contra esos elementos terratenientes enviamos camaradas, grupos de obreros, que lograron movilizar a la gente porque los campesinos estaban asustados. Quiero demostrar que, sin el apoyo de la clase obrera dirigida por el Partido Comunista Rumano, el campesinado no habría podido vencer la terquedad de los terratenientes, su oposición a la reforma agraria. Quiero subrayar que la clase obrera, dirigida por el Partido Comunista Rumano y teniendo como aliado al campesinado pobre, consiguió derrotar la resistencia de los terratenientes y los kulaks».

    El gobierno del Partido Comunista comenzó con una medida populista sin precedentes. La tierra era un bien preciado en el campo y su redistribución estaba diseñada para atraer la simpatía de aquellos que no eran propietarios de ella. Pero la teoría comunista estaba lejos de alentar o ayudar a la formación de la propiedad privada, sino todo lo contrario.

    Tudor Constantin, activo en el movimiento sindical desde 1947, entrevistado en 2003 por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, contó cómo fue la reforma agraria del partido comunista, a través de la cual se había convertido en propietario de tierras agrícolas cerca de Oltenița, una ciudad situada a 60 kilómetros al sureste de Bucarest.

    «También me dio tierras en 1945. Me dio un terreno por haber participado en la guerra y, después de eso, cuando les quitaron la tierra a todos, dijeron que yo no era de la comuna y me quitaron la tierra como se la quitaron a todos. Apareció una organización que se llamaba el Frente de los Campesinos, había dos o tres que eran comunistas. ¿Qué comunistas? ¡Eran simples campesinos! ¿Qué comunistas, qué sabían ellos del Manifiesto Comunista? Se fueron a repartir las tierras del terrateniente. Y se fueron allí, 30 o 40 personas con estacas. Y las marcaron y dijeron: ¡Mira, esta es tu tierra, esta es tu tierra! Y empezaron a trabajarla hasta la colectivización».

    La reforma agraria del Partido Comunista de 1945 duró hasta 1949. De hecho, no hubo ninguna intención de hacer una reforma real. Después de que el rey Mihai I se viera obligado a abdicar el 30 de diciembre de 1947 y fuera expulsado, el PCR seguía siendo el gobernante absoluto de Rumanía y planeaba la verdadera reforma: obligar a todos los propietarios de tierras cultivables a renunciar a sus propiedades y formar hogares colectivos, dentro del gran proceso de transformación socialista de la agricultura.

    Versión en español: Mihaela Stoian

  • La flota militar rumana en la Segunda Guerra Mundial

    La flota militar rumana en la Segunda Guerra Mundial

    La historia de la flota militar rumana comienza a mediados del siglo XIX, cuando tras la unión de los dos principados, Moldavia y Valaquia, se unieron las flotas mercantes fluviales de ambos. Hasta entonces, estos principados carecían de flotas militares fluviales y marítimas, porque no tenían este derecho, al estar bajo el control del Imperio Otomano y no tenían acceso al mar. En 1878, después de que Dobrogea pasara a formar parte del Estado rumano y se abriera a los mares y océanos, comenzó la historia de la flota marítima rumana.
    La flota militar fluvial rumana participó en la guerra ruso-rumana-turca de 1877-1878 a través de las operaciones militares en el Danubio. Los barcos rumanos comandados por Nicolae Dumitrescu-Maican e Ioan Murgescu instalaron presas en el río, atacaron a los barcos otomanos, bombardearon las posiciones otomanas en la orilla sur del Danubio e incluso lograron hundir dos monitores turcos.

    En el siguiente período, la Armada rumana continuó desarrollándose y beneficiándose de los programas de dotación con buques de combate. En 1907, se pusieron en servicio cuatro monitores y ocho barcos fluviales para vigilar y defender el Danubio. En la campaña de la Primera Guerra Mundial, la flota militar en el Danubio participó en la batalla de Turtucaia en 1916 y en la retirada del ejército rumano de Dobrogea. Al año siguiente, 1917, los barcos militares rumanos en el Danubio comandados por Constantin Bălescu bombardearon las posiciones de artillería alemana en la ciudad de Tulcea y liquidaron la rebelión de los barcos rusos en el delta del Danubio.

    Después de 1918, continuó la dotación de la flota militar rumana. Entraron en servicio nuevos tipos de buques militares para la flota marítima, como los destructores Mărășești, Mărăști, Rey Fernando y Reina María, el primer submarino rumano Delfín y la segunda generación del barco escuela Mircea.

    Durante la Segunda Guerra Mundial, la Armada rumana se enfrentó a dos grandes unidades, la División Marítima y la División del Danubio. La División Marítima contaba con 4 destructores, 3 torpederos, 3 dragaminas, un submarino, 3 lanchas torpederas, 8 remolcadores y una flotilla de hidroaviones. La División del Danubio constaba de 7 monitores y 6 lanchas torpederas. La costa rumana del mar Negro estaba defendida por un dique de minas a 12 millas náuticas y por artillería costera. Debido a la desproporción a favor de la Armada soviética, la Armada rumana tuvo una actitud defensiva en la primera fase de la guerra.

    El 26 de junio de 1941, pocos días después de la entrada de Rumanía en la guerra de liberación de Besarabia y Bucovina anexionadas por la Unión Soviética en 1940, los destructores Mărăști y Reina María y los batallones costeros de Dobrogea hundieron el Moskva, el buque insignia de la flotilla soviética que se acercaba a la costa rumana, y dañaron el destructor Járkov. A medida que el frente avanzaba hacia el este, la armada rumana comenzó a apoyar a las tropas de tierra que luchaban en Odessa y Sebastopol. Hasta el 23 de agosto de 1944, los barcos soviéticos no se acercaron a la costa rumana, pero los submarinos soviéticos eran un verdadero peligro. Una operación a gran escala en la que participó la Armada rumana fue la evacuación de las tropas rumanas y alemanas de la península de Crimea conocida también como Operación 60 000. Las fuentes muestran que esa operación permitió rescatar a unos 36 000 soldados rumanos, 584 000 soldados alemanes, 720 soldados eslovacos y 25 000 prisioneros y ciudadanos soviéticos.

    Después del 23 de agosto de 1944, cuando Rumanía se unió a los aliados, la Armada rumana quedó bajo control soviético y sus barcos y personal fueron arrestados. En 1999, el oficial Nicolae Koslinski, hijo del almirante Gheorghe Koslinski, que murió como prisionero político en la prisión de Aiud en 1950, contó al Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana cómo se encontraba en el torpedero Volcán la noche del 4 al 5 de septiembre de 1944.

    «Sobre las 4 y media de la mañana, al oír unos ruidos fuera, salté de la cama, tomé la pistola y la guardé en el bolsillo de mi pantalón. Me dirigí a la puerta donde el operario de guardia me dijo que venían unos rusos. Y realmente, en el dormitorio más grande donde dormía, entró un hombre ruso apuntándome con una balalaica, seguido de otros, que me pidieron que les diera la pistola. Primero les dije dobri vecher y parecieron un poco sorprendidos, luego me pidieron el arma. Levanté las manos y dije: niet pistola. Un suboficial ruso se acercó a mí y me tocó el bolsillo. Pero, probablemente, al ser la pistola tipo Beretta pequeña y con el pañuelo encima, no se dio cuenta de que estaba allí. Me miró la mano en la que tenía el cinturón enrollado y me lo quitó, pensó que era una pistola. Nos dijo que nos vistiéramos y que iríamos a una reunión en la estación marítima».

    Los barcos rumanos fueron llevados a la URSS, y en el camino, por razones desconocidas, se hundieron el cañonero Dumitrescu y el submarino Marsopa. Unos años más tarde, las autoridades soviéticas devolvieron al gobierno rumano 23 barcos, la mayoría de ellos viejos y no funcionales, entre ellos dos destructores, algunos torpederos y algunas cañoneras. Sin embargo, cabe señalar que, entre los marineros rumanos, se reclutaron participantes en el movimiento de resistencia anticomunista, como el almirante Horia Macellariu.
    Versión en español: Mihaela Stoian

  • Ana Pauker

    Ana Pauker

    Desempeñó un papel decisivo en el equipo que instaló al partido comunista en el poder en Rumanía, entre 1947 y 1952, como miembro del gobierno de Petru Groza, el primer gobierno del partido comunista. También ocupó posiciones muy relevantes en la jerarquía del Partido Comunista Rumano y en la del Partido Comunista de la Unión Soviética.

    Ana Pauker nació en 1893 en la región de Vaslui, en el este de Rumanía, como Hana Rabinsohn, en el seno de una familia judía religiosa, cuyo abuelo era rabino. En 1920 conoció en Francia a Marcel Pauker, su futuro marido, un judío de Bucarest, comunista radical, con quien se involucró en las actividades de la Internacional Comunista (Comintern). Se convirtió en agente soviética y fue detenida en 1922 y 1935, pero en 1941 fue liberada y se fue a la URSS. Durante su encarcelamiento en 1938, su marido fue ejecutado por Stalin como espía de Occidente. Durante la guerra, en Moscú, fue la jefa del grupo de comunistas rumanos exiliados conocido como la facción de Moscú.

    En 1994, el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana entrevistó al doctor Gheorghe Brătescu, yerno de Ana Pauker. Citó un documento soviético en el que su suegra era apreciada por sus cualidades, pero también criticada por sus incapacidades.

    «En su caracterización de 1946 se dice lo siguiente: entre los dirigentes del Partido Comunista Rumano (PCR), la camarada Pauker es la mejor preparada desde el punto de vista teórico y goza de una gran influencia en el Partido. Es por eso que dirige, desde todos los puntos de vista, la actividad del Comité Central del PCR. Es muy popular entre el pueblo rumano como resultado de su actividad ilegal en el pasado. Aparte de su ocupación como secretaria del Comité Central, dirige el grupo comunista en el Parlamento. Asegura la colaboración del PCR con los demás partidos del Bloque Democrático. Participa activamente en el trabajo de la Federación Internacional de Mujeres Antifascistas. Sin embargo, la camarada Pauker tiene una debilidad importante como organizadora. No usa su influencia y autoridad lo suficiente como para fortalecer el partido ideológica y organizativamente».

    El final de la Segunda Guerra Mundial y la presencia del ejército soviético en Rumanía significaron el camino hacia las más altas esferas del poder político. La eligieron como secretaria del Comité Central del Partido Comunista Rumano y, tras la abdicación forzada del rey Miguel I el 30 de diciembre de 1947, la nombraron ministra de Asuntos Exteriores.

    Los primeros años de la década de 1950 marcaron su declive. En 1952, el líder Gheorghe Gheorghiu-Dej empezó a eliminar a los grupos competidores. Ana Pauker formaba parte de uno de ellos, en el que también estaba su camarada Vasile Luca. Acusados de desviacionismo de derecha y sabotaje, los miembros del grupo fueron encarcelados y Lucrețiu Pătrășcanu, oponente de Dej y asociado al grupo, fue ejecutado. En 1953 se le concedió el domicilio obligatorio a Ana Pauker y al año siguiente fue expulsada del partido. Vivió hasta 1960 y trabajó como traductora del francés y del alemán en la editorial Política, sin derecho a firmar. Formó parte del equipo de traductores que produjo la primera edición completa de las obras de Marx y Engels en rumano.

    Después de 1965, el nuevo líder Nicolae Ceaușescu intentó rehabilitar a algunas de las víctimas de Dej. Gheorghe Brătescu dijo que Ana Pauker no estaba entre ellos y dio detalles sobre los últimos años de su vida.

    «Absolutamente nunca se ha intentado esto. Es más, incluso el trabajo en la Editorial Política se llevó a cabo en condiciones completamente anormales. Ni siquiera recibía allí su salario, se lo enviaban a través de la criada. Ella llevaba los materiales que escribía y en esa ocasión también recibía su salario. Mientras Gheorghiu-Dej vivió, la consideraron la persona más peligrosa, especialmente después de la liquidación de Pătrăşcanu. Esto explica que hasta 1968 no se empezara a hablar de su actividad política. Además, en 1961, un año después de su muerte, se le retiraron las condecoraciones. En otras palabras, en cierto modo, incluso el recuerdo de ella se consideraba peligroso, por lo que no se intentó recuperar su memoria».

    Entre 1953 y 1960, Ana Pauker recibió la visita de varias personas, una de ellas fue el abogado Radu Olteanu, defensor de los comunistas y antifascistas en los juicios de 1930, y la otra fue una antigua compañera de prisión. Gheorghe Brătescu:

    «Una trabajadora que había estado en la cárcel con Ana Pauker llamada Maria Andreescu venía sin ninguna reserva, y era conocida como Băbica. Por lo que sabíamos, también se mantenía en contacto con algunos viejos conocidos, amigos, compañeros, admiradores de Ana Pauker. Cuando Ana fue ingresada en el Hospital de Colentina, Maria Sârbu fue a visitarla. Y al funeral, probablemente movilizado por Băbica, también asistió ese viejo traidor oportunista que era Gheorghe Cristescu, que en cierto modo representaba al viejo movimiento socialista».

    Ana Pauker fue, como tantos otros, una persona cegada por los ideales de una sociedad perfecta que en la práctica significaba terror. Y dejó este mundo derrotada por la cruel realidad.

    Versión en español: Mihaela Stoian

  • Nicolae Titulescu y la diplomacia rumana en Europa en la década de los años 30

    Nicolae Titulescu y la diplomacia rumana en Europa en la década de los años 30

    Necesitan descifrar las tendencias y las intenciones, si es posible, incluso antes de que aparezcan. Los diplomáticos de los países satélites están presentes en las capitales y en todos los lugares donde se toman decisiones importantes y a menudo incluso alcanzan posiciones privilegiadas. Este fue también el caso de la diplomacia rumana en el período de entreguerras, dirigida durante un tiempo por Nicolae Titulescu (1882-1941).

    El final de la Primera Guerra Mundial había dejado tras de sí un ambiente tenso y unas relaciones europeas complicadas marcadas por el resentimiento. Los países derrotados del bloque de las Potencias Centrales liderado por Alemania no se reconciliaban con las disposiciones de los tratados de paz conocidos como el sistema de Versalles. Esto significaba legalizar sus pérdidas territoriales y pagar daños de guerra. El surgimiento de la Sociedad de Naciones en 1919, antecesora de la actual ONU, fue un intento de reunir a los representantes de todas las naciones en torno a una sola mesa y debatir para calmar las expectativas. Rumanía fue defensora del sistema de Versalles y de la Sociedad de Naciones, a través de la cual se mantuvo el statu quo. Y uno de los diplomáticos más activos fue el ya mencionado Nicolae Titulescu.

    Abogado de formación, Titulescu nació en Craiova, en el sur de Rumanía. Fue miembro político del Partido Demócrata Conservador y favoreció la entrada de Rumanía en la Primera Guerra Mundial junto a Francia. Después de la guerra, fue ministro plenipotenciario en Gran Bretaña, y entre 1928 y 1936 fue ministro de Asuntos Exteriores en varios gobiernos. A partir de 1921 fue delegado permanente de Rumania en la Sociedad de Naciones, siendo elegido dos veces, en 1930 y 1931, como su presidente.

    Iosif Igiroșianu fue un diplomático descubierto por Nicolae Titulescu. En 1997, el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana entrevistó a Igiroșianu, quien explicó por qué Rumania disfrutaba de una posición privilegiada en la Sociedad de Naciones y el papel que desempeñó Nicolae Titulescu en su obtención.

    «Rumania era el único país del mundo que tenía una legación en la Sociedad de Naciones. Y esto fue aceptado por el gobierno suizo para complacer a Titulescu. Como Titulescu había hecho muchas cosas por los suizos, él organizó la mayoría de las reuniones y conferencias en Suiza porque le interesaba. Y entonces, por supuesto, todas estas cosas interesaron a los suizos porque, de repente, pusieron a Ginebra bajo una luz extraordinaria».

    Así, en la estructura de la diplomacia rumana, el representante en Ginebra ante la Sociedad de Naciones llegó a ser aún más importante que el embajador en Berna. El diplomático en Ginebra era visto como un negociador con países importantes, mientras que el de Berna era considerado solo un funcionario con vínculos únicamente con el país al que era enviado. Del diplomático rumano en Ginebra se esperaba que hiciera amigos entre los políticos más importantes y los diplomáticos más influyentes y que forjara conexiones que pudiera utilizar en beneficio de Rumanía.

    El propio Titulescu era más que un representante permanente de Rumania en Ginebra. En un momento dado, se le pidió que negociara una reconciliación entre los gobiernos francés y británico. Amigo del primer ministro francés Pierre Laval, se le consideraba un hombre muy agradable, con mucho aplomo y mucho tacto. La disputa entre los gobiernos francés y británico había surgido como resultado de la forma en que Alemania debía ser tratada. En general, Francia y Gran Bretaña habían coincidido en las garantías de seguridad en Europa tras la Primera Guerra Mundial. Ambos habían impuesto la firma del Tratado de Locarno en 1925, que garantizaba las fronteras orientales de Francia. Pero a principios de la década de los años 30, Gran Bretaña había propuesto a Francia una suavización de su política hacia Alemania, una propuesta que Francia no vio con buenos ojos debido a los temores de un resurgimiento del militarismo alemán. Las sospechas británicas iban aún más lejos, considerando que Francia estaba tratando de dominar Europa más de lo que Alemania era capaz de hacerlo. En ese clima tenso entre Londres y París, también apareció la figura de Titulescu. Iosif Igiroșianu recuerda su papel de conciliador.

    «Estos adultos no querían rebajarse, rogar a los demás que vinieran a las reuniones. Los contactos no se hacían a través de los ministerios, se hacían a través de los jefes de gobierno o de grandes personalidades políticas. Incluso entonces, necesitaban a Titulescu. Había sido ministro en Inglaterra durante mucho tiempo, tenía muchos amigos, y los franceses no querían rezar a los ingleses, y los ingleses no querían rezar a los franceses. Querían que todo se arreglara a través de una tercera persona que sondeara las mentalidades, las actitudes, discutiera con ambos».

    En 1936, Titulescu fue destituido de su cargo público en Rumania debido a su antifascismo y se exilió en Suiza y luego en Francia. Murió en Cannes en 1941, decepcionado con el curso que había tomado la historia.

    Versión en español: Mihaela Stoian

  • Los inicios de la BBC en rumano

    Los inicios de la BBC en rumano

    Los inicios de la BBC en rumano están ligados al estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, fecha del 85 aniversario del servicio en rumano. Sin embargo, la importantísima influencia del Reino Unido en el mundo también justificaba el funcionamiento de dicho servicio, dado que después de 1945, al final de la conflagración, el panorama geopolítico mundial se complicó aún más de lo que ya estaba.

    En 1997, el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana entrevistó a Liviu Cristea, uno de los primeros periodistas del servicio en rumano de la BBC. Fue locutor en la BBC en rumano entre 1939 y 1971 y recordaba así los inicios del servicio y las pruebas que se realizaron:

     

    «En esta emisora de radio hubo algunas pruebas, a modo de periodo de prueba, con personas que habían sido recomendadas por la legación rumana. Algunos de los lugares donde escuchaban los ingleses intentaban comprobar si la transmisión podía oírse en Rumanía y, al mismo tiempo, si las voces que aparecían ante el micrófono eran adecuadas o no. El primer equipo que asumió el trabajo en la redacción y ante el micrófono estaba formado por cuatro personas: un funcionario del Ministerio de Finanzas, Niculae Gheorghiu, que estaba en Londres en un programa de intercambio; un profesor de historia, Ion Podrea, enviado por el Instituto Iorga para investigar; un abogado que aún estudiaba derecho comparado, que era yo; y un joven estudiante de la Politécnica de Londres, Jose Campus».

     

    Al principio, el programa en rumano era un boletín informativo de 15 minutos. Transmitía a los oyentes de Rumanía noticias de la prensa internacional y británica. La guerra había comenzado y los polacos, tanto las autoridades como los ciudadanos de a pie, se retiraban a Rumanía e intentaban llegar a Occidente. El programa se emitía desde Broadcasting House, en Portland Place, en el centro de Londres, donde se oyó por primera vez en rumano el anuncio: «Aquí Radio Londres».

    Cuando las bombas alemanas dañaron el edificio, el servicio se trasladó a un hotel y después a una pista de hielo. Liviu Cristea dijo que sus colegas y él se adaptaron rápidamente a su trabajo y dio detalles sobre la organización de la actividad de la redacción.

     

    «En poco tiempo, las voces de los locutores se habían convertido en una fuente de información fiable y reconocible, una fuente que aportaba cierta esperanza en los días más difíciles. Ante el mismo micrófono compartían sus opiniones científicas, estadistas, columnistas, catedráticos, sindicalistas, escritores, soldados, combatientes de los frentes clandestinos, refugiados y presos fugados de los campos de trabajo o prisioneros de guerra. Tras el estallido de la guerra, las noticias eran controladas y no censuradas por los resortes diplomáticos y militares. El material recibido por los redactores de la sección rumana estaba listo para ser procesado en una redacción central. Debía ser traducido y comentado por los redactores rumanos para hacerlo lo más inteligible posible para el oyente medio. Los comentarios de prensa se seleccionaban en función de la zona a la que se dirigían los programas, y las conferencias de los periodistas más destacados trataban de situar el acontecimiento o la noticia del día en el contexto de la situación que se estaba gestando en ese momento».

     

    El estado de guerra exigía que los programas de la BBC en rumano, al igual que en otros idiomas, fueran objeto de un estrecho seguimiento. Liviu Cristea:

     

    «Desde el principio, teníamos un servicio llamado de seguimiento, es decir, un servicio que escuchaba los programas en el país y en otros lugares. Los que supervisaban las emisiones propiamente dichas delante del micrófono tenían la función de velar para que ante el micrófono leyéramos solo lo que estaba escrito en los boletines informativos, que no improvisáramos, que no nos desviáramos del texto que había sido aprobado por el jefe de la sección antes de pasar al micrófono. Y estos señores que nos supervisaban eran George Campbell, el doctor Morrison y un señor que había sido alto ejecutivo de una compañía petrolera en Rumanía y que hablaba bien el rumano».

     

    Liviu Cristea también recordó su gran encuentro con una persona que iba a hacer historia en el turbulento siglo XX y que tuvo lugar en el edificio de la BBC.

     

    «Cuando pasé por delante del portero, había allí un oficial que estaba algo aturdido por el hecho de no poder hacerse entender por el portero. Como era un oficial francés, con uniforme francés, me ofrecí inmediatamente a ayudarle y le pedí que me contara de qué se trataba. Me contestó muy cortante y algo enfadado: “Soy el coronel de Gaulle, acabo de llegar del frente y tengo una cita. Ya llevo 5 minutos de retraso con respecto a mi cita y no entiendo por qué me retienen aquí y nadie me ha esperado en la recepción…”. Me emocioné mucho cuando más tarde descubrí que ese coronel estrella era el general de Gaulle, que, como sabemos, dirigió la Resistencia francesa y luego fue quien dio a Francia su primera estructura política de posguerra».

     

    La BBC en rumano ha cumplido 85 años. Siguió siendo un baluarte de defensa de los derechos humanos hasta 1989 y continúa siéndolo hoy en día.

     

    Versión en español: Mihaela Stoian

  • Relaciones rumano-egipcias

    Relaciones rumano-egipcias

    Las antiguas colonias de los países europeos de África y Asia, a las que se añadieron los países latinoamericanos, ensayaban sus propios modelos de desarrollo. Los países del Tercer Mundo han avanzado hacia un modelo de desarrollo intermedio, entre el socialismo y el capitalismo. Uno de los países más dinámicos en este sentido fue Egipto, un país con una historia antigua y ambiciones nuevas.

    La modernización de Egipto se inspiró en la de Turquía. Eran dos países musulmanes, con sociedades, mentalidades y herencias similares. Egipto era cosmopolita, tenía élites educadas en Gran Bretaña y Francia, pero también llegaron nuevas élites de la URSS. Gamal Abdel Nasser Hussein fue la figura central del reformismo egipcio, siendo una de sus fuentes de inspiración la vida y las ideas del reformador turco Mustafá Kemal Atatürk.

    Mircea Nicolaescu fue embajador de Rumanía en Egipto a partir de 1961. Formaba parte de la política de renovación del aparato diplomático de la Rumanía socialista, política inaugurada por el ministro de Asuntos Exteriores Corneliu Mănescu. En 1996, el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana entrevistó a Nicolaescu, quien subrayó la extraordinaria dinámica de la modernización egipcia.

    «Egipto se había convertido en uno de los centros más candentes de la actividad diplomática y política internacional de la época debido a varias circunstancias. En primer lugar, Egipto representaba, entre los países árabes, el país más poderoso, el más desarrollado, con el mayor prestigio histórico y político. Fue la época en la que Nasser y los Oficiales Libres, como se les llamaba, restablecieron la vida egipcia sobre una base democrática y reorientaron toda la actividad interna hacia el camino de la evolución de un país en el encuentro de la civilización. En el segundo lugar, Egipto se manifestó de esta manera no solo ante sus propios aliados o hermanos del mundo árabe, sino de toda la zona. De hecho, Egipto era el dueño del Canal de Suez, que había sido construido por los egipcios, pero que políticamente todavía estaba en manos de los británicos. Aparte de esto, el movimiento de emancipación en el mundo árabe tenía su cuartel general en El Cairo».

    Los países europeos se sintieron atraídos por las transformaciones de la sociedad egipcia y Rumanía no fue una excepción. La Unión Soviética había puesto en marcha la política de ejercer su propia influencia sobre las antiguas colonias, y la Rumanía socialista también iba en esta dirección.

    Las relaciones rumano-egipcias habían comenzado tímidamente después de la revolución egipcia de 1952. En 1956, durante la crisis de Suez, a petición de Egipto, Rumanía envió personal técnico para ayudar a normalizar el uso del canal. Posteriormente, se desarrollaron las relaciones bilaterales en economía, cultura, educación y deporte.

    Sin embargo, en general, en las relaciones con el mundo árabe y especialmente con Egipto, Rumania ha mantenido su neutralidad en la cuestión del conflicto árabe-israelí. Durante la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967, Rumanía se negó a condenar a Israel como Estado agresor. Mircea Nicolaescu explica esa posición:

    «Nuestra actitud muy clara y repetida sobre el hecho de que entonces no era el momento de declarar que uno u otro no tiene razón. Nuestro deber, el de todos nosotros, es garantizar las condiciones para el cese de las hostilidades y para la transición a las negociaciones. Además, lo completamos con otra cosa, y esta fue una iniciativa nuestra, viniendo de casa. Es decir, en aquel momento ofrecimos apoyo a Egipto concediendo, a través de un préstamo que ofrecemos sin solicitarlo, una cantidad de productos de extrema importancia para el mercado de El Cairo. Habían comenzado algunos problemas muy difíciles relacionados con la desorganización general de la vida económica y, especialmente, del suministro de productos que traían del extranjero. Me refiero, pues, al azúcar, al aceite, a la harina y a algunos otros».

    Por lo tanto, era urgente ayudar a Egipto con alimentos. La inestabilidad que siguió a la derrota de Egipto podría haber dado paso a la anarquía, y la oferta rumana también incluía un préstamo financiero.

    Mircea Nicolaescu:

    «En El Cairo sólo dos o tres batallones de su famoso ejército permanecían en funcionamiento. Hubo una rápida depreciación de la autoridad en todos los niveles. Y los especuladores aparecieron naturalmente en el momento en que apareció tal desorden. Y ofrecí entonces, primero a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, la negociación de un acuerdo de este tipo, que en realidad se suponía que era el pretexto para un vínculo de alto nivel con las autoridades egipcias. Este acuerdo se había preparado durante unos tres años y no había sido fácil llegar a conclusiones mutuamente beneficiosas o mutuamente aceptables. Partí de la idea de establecer un marco lo más amplio posible y lo más favorable posible para nuestras relaciones comunes. Lo que tenía claro fue que los intereses eran muy amplios y fácilmente acomodables, tanto de un lado como del otro. Para nosotros, atravesar el Canal de Suez era esencial, para nosotros el suministro de algodón siempre fue esencial».

    Entre 1960 y 1990, Rumanía y Egipto construyeron una relación basada en los intereses de la época. Y después de 1990, se remodelaron en función de nuevos intereses.

    Versión en español: Mihaela Stoian

  • Monumentos rumanos restaurados de Besarabia

    Monumentos rumanos restaurados de Besarabia

    La ocupación rusa de Besarabia significó, especialmente después de 1830, una política de fomento de la influencia rusa en una zona de conflicto con el Imperio Otomano. En junio de 1940, tras el acuerdo entre Hitler y Stalin en el verano de 1939, la Unión Soviética se anexionó Besarabia. En 1941, Rumania la liberó y en 1944 la vida de los habitantes de Besarabia volvió a su curso natural. Pero al final de la Segunda Guerra Mundial, a partir de 1944, la Unión Soviética volvió a ocupar Besarabia, así como toda Europa Central y Oriental, e impuso regímenes a imagen y semejanza del suyo.

    Entre 1945 y 1989, la brutalidad soviética se extendió a los habitantes de Besarabia, adoptando todas las formas imaginables: deportaciones a campos y encarcelamientos, desplazamientos de población, educación estalinista, otras violaciones sistemáticas de los derechos humanos y las libertades fundamentales. El amplio proceso de sovietización significó la creación del nuevo hombre soviético a través de la amnesia, es decir, olvidando los propios orígenes y borrando la memoria de los eventos pasados.

    Rumanía fue el principal enemigo utilizado en el proceso de sovietización de Besarabia. La frase «fascistas rumanos» estaba presente en cualquier referencia a la zona al oeste del Prut. Entre las primeras víctimas de la sovietización se encuentran los monumentos del foro público que expresaban la voluntad y los sentimientos de la población de Besarabia, que representaban la adhesión de la mayoría de los rumanos de Besarabia a su identidad y pertenencia a la ciudadanía del Reino de la Gran Rumanía. Las estatuas y símbolos de personalidades de la historia y la cultura rumanas fueron demolidos, destruidos y reemplazados por estatuas y símbolos del ocupante soviético. Los monumentos soviéticos expresaban fuerza y agresividad en el más alto grado, al igual que algunos monumentos representados por tanques con cañones apuntando hacia el oeste, hacia Rumania.

    Pero desde 1991, el año del colapso de la Unión Soviética, un verdadero Imperio del Mal como lo llamó el presidente estadounidense Ronald Reagan, la República de Moldavia se ha vuelto independiente. Desde entonces, los habitantes de Besarabia han estado buscando sus orígenes y tratando de volver a las formas de identidad de sus padres y abuelos.

    Una de las medidas adoptadas en este sentido es la eliminación de los monumentos soviéticos y la reubicación de los monumentos de la época en que Besarabia formaba parte de Rumania. En Bucarest se inauguró una exposición de 28 monumentos rumanos restaurados de soberanos, héroes, soldados y clérigos rumanos, pero también de personalidades culturales contemporáneas como los cantantes Doina e Ion Aldea Teodorovici. La exposición también contó con la presencia de Iuliana Gorea-Costin, embajadora de la República de Moldavia en Bucarest.

    «A la izquierda del Prut, la guerra entre la luz y la oscuridad es bastante intensa y se está librando una batalla permanente para afirmar nuestra identidad. Es una batalla por la historia, por la lengua y la literatura rumanas. Ha estado de pie, más de una vez, en la plaza de la Gran Asamblea Nacional, incluso durante meses. Al estar en la encrucijada de civilizaciones, necesitamos conocernos mejor, los que estamos dentro de la misma nación. Y al mismo tiempo, debemos unir nuestros esfuerzos para que las personas sabias sobrevivan en este espacio».

    En el período transcurrido desde 1991, las organizaciones cívicas de la República de Moldavia han emprendido acciones para reubicar los monumentos rumanos originales y los monumentos que informarían a la opinión pública sobre las atrocidades cometidas durante la barbarie soviética.

    Por ejemplo, un monumento reubicado y consagrado en 2016, una copia del período de entreguerras, es el Monumento de los Tres Mártires en la capital de Chisináu. Está dedicado a luchadores por la idea nacional como el sacerdote y escritor Alexei Mateevici (1888-1917), el abogado, periodista y cantante Simion Murafa (1887-1917) y el ingeniero topográfico Andrei Hodorogea (1878-1917). Los tres murieron en el terrible año de 1917, Mateevici, de 29 años, afectado por el tifus exantemático, y los amigos Murafa, de 30 años, y Hodorogea, de 39, asesinados por una banda de criminales bolcheviques.

    Después de la guerra, Pantelimon Halippa, político de Besarabia, creó un comité para erigir monumentos para todos los combatientes unionistas, entre los que se encontraban los tres. En 1923, se inauguró el monumento a Mateevici, Murafa y Hodorogea por iniciativa de la Sociedad Las Tumbas de los Héroes Caídos en la Guerra, en presencia del general francés Henri Berthelot. El monumento era una losa de piedra, colocada en posición vertical, en la que estaban enterrados los rostros en bajorrelieve de bronce de los tres héroes. En el pedestal, frente a los bajorrelieves, había un águila de bronce y debajo se colocó la inscripción Apóstoles de Besarabia, Mártires de la Santa Causa Nacional. El monumento, de tres metros de altura, estaba coronado con el escudo de armas de Rumanía, entre una rama de roble y una rama de laurel, realizada en bronce. Este medía 4,35 metros de largo y 1,92 metros de ancho.

    En vísperas de la anexión de Besarabia en junio de 1940, el ejército rumano desmanteló los bajorrelieves de Alexei Mateevici y Simon Murafa y los envió a Bucarest. En 1962, el resto del monumento y el campanario situado frente a la catedral de la Natividad del Señor, donde se encontraba, fueron volados por el ejército soviético.

     

    Versión en español: Mihaela Stoian

  • Las relaciones de Rumanía con el Vaticano

    Las relaciones de Rumanía con el Vaticano

    La coexistencia multiconfesional de los cristianos está atestiguada desde la Edad Media, las fuentes registran información sobre la presencia de minorías junto a la mayoría: católicos junto a ortodoxos, reformados y evangélicos junto a católicos y ortodoxos, greco-católicos y católicos romanos junto a reformados y ortodoxos, neoprotestantes y otras confesiones.

    La presencia católica más antigua en el espacio rumano se encuentra en el territorio transilvano, concretamente en la archidiócesis de Alba Iulia, que data del siglo XI. En la catedral católica romana de Alba Iulia está enterrado el voivoda de Transilvania y regente de Hungría Iancu de Hunedoara, padre del rey húngaro Matei Corvin, de religión católica y de origen rumano, que murió de peste en 1456.

    La temprana presencia católica en el espacio rumano se debe a los reinos de Hungría y Polonia. Los obispados católicos en las laderas oriental y meridional de los Cárpatos eran el de Siret, en el norte, fundado en el siglo XIII, el de Milcov, a la vuelta de los Cárpatos, también en el siglo XIII, y el de Severin, en el encuentro de los Cárpatos con el Danubio, en el siglo XIV. Hasta la aparición del Imperio Otomano en el sudeste de Europa a finales del siglo XIV, católicos y ortodoxos, aunque a menudo divididos por ideas políticas, formaban parte del mismo mundo cristiano. Las Cruzadas Tardías fueron alianzas entre reyes y príncipes católicos y ortodoxos, y en las coaliciones antiotomanas de los siglos XVII y XVIII se agruparon ejércitos de todas las confesiones cristianas.

    A medida que la influencia otomana al norte del Danubio disminuye a partir del siglo XVIII y las ideas occidentales de modernización llegan a los principados de Moldavia y Valaquia, también lo hace la presencia católica. Los dos primeros reyes de Rumanía de la dinastía Hohenzollern-Sigmaringen, Carlos I y Fernando I, bajo los cuales se formó y amplió el estado rumano moderno, eran de confesión católica.

    En 1883, el Papa León XIII fundó la archidiócesis católica de Bucarest. Y la carta apostólica Praecipuum munus de 27 de abril de 1883, por la que la Santa Sede elevó el vicariato apostólico de Valaquia al rango de arzobispado, fue un reconocimiento de la importancia del Estado rumano, que se convirtió en reino en 1881.

    Al final de la Primera Guerra Mundial, Rumanía y el Vaticano formalizan relaciones bilaterales. Si la presencia católica en Rumanía había sido la base histórica sobre la que se asentaron las relaciones entre los dos Estados, en 1920 se abrieron embajadas. En 1927, el concordato firmado por las dos partes garantizó la práctica del culto católico en Rumanía. El concordato preveía, entre otras cosas, el reconocimiento de la personalidad jurídica de la Iglesia católica en Rumania, los líderes religiosos debían ser ciudadanos rumanos, la Iglesia podía abrir escuelas, hospitales, orfanatos y otras instituciones sociales y educativas.

    Al final de la Segunda Guerra Mundial, derrotada y ocupada por el ejército soviético, Rumanía fue completamente subyugada por el nuevo régimen comunista. La política antioccidental del régimen prosoviético de Bucarest alcanzó sus formas más duras, en relación con el Vaticano significó la denuncia del concordato de 1927, el 17 de julio de 1948. La ruptura unilateral de las relaciones diplomáticas con el Vaticano significó la disolución de las iglesias católicas en Rumania y la persecución de los creyentes.

    Mientras que los extranjeros escapaban solo con expulsiones, los ciudadanos rumanos engrosaban las filas de los presos políticos. La Madre Clara, cuyo nombre secular era Catherine Laszlo, entró en el monasterio a la edad de 13 años y fue condenada a 15 años de prisión, de los cuales cumplió 14. En 2003, contó al Centro de Historia Oral de la Radio Rumana cómo fue testigo, como administradora del edificio de la Nunciatura Apostólica en Bucarest, de su evacuación inmediatamente después de la decisión de las autoridades rumanas de romper los lazos con la Santa Sede.

    «Su Excelencia O’Hara, regente del nuncio, fue convocado al Ministerio de Asuntos Exteriores y se le informó que él y sus colaboradores debían abandonar el país en un plazo de 48 horas, pero que tenía derecho a entregar la custodia del edificio a una embajada de su elección. Debido a que la embajada suiza era neutral, eligió este país. O’Hara fue acusado de espionaje, de ser un espía del Papa. A las 48 horas tuvo que irse. Y era costumbre cuando una embajada salía para tener una cena de despedida con los otros embajadores que aún existían en el país. Era la cena, y a las 12 en punto, cuando terminó, sellaron todo el edificio, solo quedaba una puerta en el sótano para las hermanas, para nosotras que vivíamos allí, y había una casa más pequeña en el patio donde vivían tres monjes. Salimos con velas encendidas hacia la puerta principal, salieron todos los diplomáticos y allí se entregó la llave de la embajada suiza».

    Inexistentes entre 1948 y 1989, las relaciones de Rumanía con el Vaticano se restablecieron el último día de 1989, el 31 de diciembre, nueve días después del colapso de la dictadura comunista el 22 de diciembre. Y estas se han ido desarrollando, hasta el punto de que la primera visita de un Papa a un país ortodoxo tuvo lugar hace 25 años, en 1999, cuando Juan Pablo II visitó Rumanía.

     

    Versión en español: Mihaela Stoian

  • El Plan Z

    El Plan Z

    Ocupados después de 1945 y con regímenes de partidos comunistas impuestos, los países de Europa Central y Oriental prácticamente no tenían estrategias de defensa nacional y estaban a merced de la Unión Soviética. Esta no dudó en ocupar Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968 y en destituir a las direcciones reformistas de allí. Amenazada por la agresión soviética, Rumanía, que había condenado la invasión de Checoslovaquia, trató de idear un plan para protegerse. Después de 1968, el líder rumano Nicolae Ceausescu ideó la doctrina militar de una «guerra de todo el pueblo» para defenderse.

     

    El general Neagu Cosma trabajó en las estructuras de inteligencia antes de 1989. Entrevistado en 2002 por el Centro de Historia Oral de la Radiotelevisión Rumana, dio detalles sobre lo que en la prensa posterior a 1989 se denominó Plan Z. Cosma afirmó que el plan fue concebido originalmente según la lógica de cualquier estrategia nacional de seguridad:

    «Se ha discutido mucho sobre el despliegue del Estado, el mando de las operaciones militares y el comandante supremo. Algunos dicen que, por cobardía, Ceaușescu quería huir a toda costa y creó una estructura especial para que él y su familia pudieran apartarse del invasor y salvar el pellejo. Quiero responderle con datos concretos que la evacuación de Ceaușescu también formaba parte de la regla de la guerra, él era el comandante supremo del ejército. En cualquier ejército y en cualquier país, el comandante y el mando deben tener un lugar de repliegue, si aquí ya no sirve, tengo otro en reserva y así sucesivamente».

    Llamado Rovine IS 70, el Plan Z fue diseñado para garantizar la existencia del Estado rumano en circunstancias extremas. Neagu Cosma:

    «El plan recibió el nombre en clave de Rovine IS 70, y después de diciembre del 89 la prensa lo llamó Plan Z. El plan Rovine IS 70 estipulaba que debía aplicarse en el momento en que, como resultado de un acto de agresión dirigido contra el Estado rumano, existiera un peligro inminente de ocupación temporal de la capital y de una parte del territorio. Esto habría hecho difícil o incluso imposible dirigir la lucha de resistencia de todo el pueblo desde el mismo cuartel general donde se encontraba el mando. El plan establecía cómo sacar al jefe del edificio del Comité Central (C.C.), y he aquí cómo Nicolae Ceaușescu iba a ser sacado de la sede del C.C. a través del túnel que conectaba este edificio con el antiguo Palacio Real, situado al otro lado de la calle».

    El plan preveía, entre otras cosas, en caso de invasión y ocupación soviética, guerras de guerrillas, sabotaje, la retirada del ejército a la frontera con Yugoslavia y la puesta a salvo de Ceaușescu y de la dirección del ejército. Estructurado en 8 puntos, fue mejorado a lo largo de los años. Neagu Cosma:

    «Los medios de comunicación por radio y el canal de televisión ya funcionaban, estaban operativos. Los equipos de desvío también estaban listos para actuar, algunos ya estaban desplegados sobre el terreno. En cuanto a la defensa del cuartel general y del comandante supremo, se tomaron las siguientes medidas. Uno: sacar a Ceaușescu de la sede del C.C. del Partido Comunista Rumano en caso de que fuera rodeado. Ese era un primer punto del plan, cómo sacarlo de la sede del C.C. Dos: construir un pequeño dosímetro en el Instituto de Física Atómica de Măgurele para controlar la radiación nuclear. Tres: estudiar las carreteras al sur de los Cárpatos meridionales para utilizarlas en caso de una retirada precipitada. Cuatro: había que hacer la misma operación para todos los cruces hacia los Cárpatos. Cinco: establecer la ubicación de las instituciones, los mandos y las rutas hacia cada nuevo asentamiento. Seis: crear comisiones mixtas formadas por el ministro de Transportes, el jefe de la sección organizativa del C.C. del Partido Comunista Rumano, especialistas en Transportes que estudiarían y presentarían propuestas para la fluidificación del tráfico ferroviario y por carretera de Bucarest a Timisoara. Siete: los documentos de los archivos de la Securitate se microfilmaron, eran fáciles de transportar y ocultar para no caer en manos de los invasores. Ocho: el cambio de cifrado del Estado».

    Pero la creciente impopularidad del régimen, la dureza de los dirigentes y el cinismo del matrimonio Ceausescu hicieron que el Plan Z se personalizara y perdiera su finalidad. En 1989, el plan de resistencia nacional, que incluía la protección de Ceaușescu, fue inútil. Le preguntamos a Neagu Cosma por qué el Plan Z no funcionó en 1989:

    «No funcionó porque no hubo gente para aplicarlo. Entonces, en 1968, había gente y lo aplicó hasta el sacrificio. Ahora no había nadie dispuesto a aplicar el plan, ni siquiera uno, porque todo el mundo estaba harto. Entre los oficiales de la guardia hubo no sé cuántos intentos al menos teóricos de aniquilar a los Ceausescu. Ellos estaban allí, veían lo que pasaba. Por eso el Plan Z, o como se llamara al final, nunca se llevó a cabo. Nadie quiso implementarlo».

    El abandono del Plan Z y del matrimonio Ceaușescu en diciembre de 1989 fue el primer gran paso para salvar a Rumanía. Y la seguridad del Estado volvió a ser la que debería haber sido en un clima normal y libre.