Category: Pro Memoria

  • Los cosones dacios

    Los cosones dacios

    Sobre la población de los dacios y los getas o los daco-getas, las fuentes históricas nos dan poca información. Las monedas de oro o cosones dacios son uno de los muchos enigmas que rodean la civilización de quienes habitaron el territorio de la actual Rumanía hace más de 2500 años. Al norte y al este del Danubio, hacia el este de Europa y Asia, vivían, según las fuentes escritas griegas y romanas, los bárbaros, poblaciones ajenas al área de la antigua civilización mediterránea. Los romanos llamaron a esta zona Barbaricum, donde había un verdadero conglomerado de germanos, tracios, iranios; en los primeros siglos de la era cristiana, también aparecieron en la región emigrantes asiáticos y eslavos. En ese conglomerado vivían también los daco-getas, al norte del Danubio y en la zona entre los Cárpatos.



    En el mundo grecorromano, la economía estaba monetizada y el dinero era el equivalente de todos los valores. Los pueblos bárbaros imitaban las monedas griegas y romanas para facilitar el comercio. Las primeras monedas imitadas por los griegos dacios fueron los tetradracmas del rey macedonio Filipo II en el siglo IV a.C. También se imitaron otros tipos de monedas griegas, como las de Alejandro Macedón y Filipo III en el mismo siglo. Con el paso del tiempo, hasta la llegada de los romanos a los Balcanes en el siglo II a.C., los daco-getas pasaron a copiar las imitaciones de monedas greco-macedonias, cuya calidad disminuyó considerablemente en las representaciones que aparecían en ellas y en su calidad. Con la consolidación del Estado romano a lo largo del Danubio en el oeste y el sur, los daco-getas imitaron los denarios romanos. Así surgieron las monedas de Coson.



    El historiador y numismático Mihai Dima ha investigado las monedas dacias de Coson y es autor de varios textos sobre ellas. Hizo una breve introducción a la larga historia de los Coson, cuyo nombre procede de un líder de los dacios que participó en la conspiración contra el rey Burebista en el año 44 a.C., a quien sucedió:



    «¿Qué se entiende por Coson? Por un lado, un nombre propio atribuido a una dinastía de Dacia, Tracia o Escitia; por otro, una moneda de oro. Más tarde también aparecieron monedas de plata con la leyenda Coson. Esto es lo que se entiende por Coson: una moneda de oro de unos 8,5 gramos de peso y un diámetro de entre 18 y 22 milímetros. Representa, en una cara, un águila de pie sobre un cetro a la izquierda, sosteniendo una corona en su garra derecha. En el otro lado hay tres figuras, un cónsul entre dos lictores. En el anverso suele haber un monograma y en el exergo la leyenda Coson, en griego».



    Los objetos de la Antigüedad que han llegado hasta nosotros también han seguido a menudo una trayectoria medieval. Este es también el caso del coson dacio, que conocemos por un texto de un gran representante del Renacimiento europeo. Mihai Dima:


    «Las monedas de coson fueron mencionadas por primera vez en el siglo XVI por Erasmo de Rotterdam en una carta al obispo de Breslavia. Como la carta data de 1520, la moneda descrita por Erasmo no pudo proceder del famoso tiesto hallado en el lecho del río Strei en 1543. También antes de 1543 se menciona por primera vez una vasija litúrgica en la que estaban montadas varias monedas de oro antiguas, entre ellas un coson. Estuvo en Alba Iulia hasta 1557, tras lo cual se llevó a Nitra, en Eslovaquia. Se ha supuesto que la moneda del cáliz de Nitra puede proceder de un tesoro descubierto en 1491. Es posible que se trate de la moneda coson más antigua que se conserva».



    Los cosones han salido a la luz tras el descubrimiento de varios tesoros, la mayoría de ellos hallazgos accidentales. Muchos descubrimientos de cosones son inciertos en el sentido de que se mencionan en las fuentes, pero nunca han llegado físicamente hasta nuestros días. Pero los especialistas están seguros de algunos, como dijo Mihai Dima:



    «El primer tesoro de monedas de oro del tipo coson que conocemos con certeza se descubrió a principios del siglo XIX, en 1803, en el monte Godeanu, en la zona de los montes Șureanu y Orăștiei. Algunos habitantes del pueblo de Vâlcelele Bune descubrieron 400 monedas que fueron identificadas como de 3 tipos, con monograma, pero de diferentes tamaños, el último tipo sin monograma. Poco antes de este descubrimiento, en 1802, apareció en la misma zona otro tesoro de monedas de oro del tipo Lisímaco, lo que incitó a muchos habitantes de la zona a probar suerte. Parece que muchos tuvieron suerte, ya que el comercio de monedas de oro atrajo la atención de las autoridades austriacas, que empezaron a indagar sobre su origen».



    Desde entonces, los hallazgos de cosones se atesoran en museos de Rumanía, pero también existen en el mercado mundial de antigüedades. Los cosones dacios son la prueba del mimetismo de una sociedad periférica, como la dacia, en relación con un modelo cultural dominante, como el grecolatino. Pero también es un testimonio de la relación que siempre ha existido entre centro y periferia.



    Autor: Steliu Lambru


    Versión en español: Antonio Madrid

  • Sovietización de la Academia Rumana

    Sovietización de la Academia Rumana

    Al final de la Segunda Guerra Mundial, los soviéticos instauraron en todos los países donde estaba presente el Ejército Rojo un régimen político que copiaba el de la URSS. El proceso se denominó sovietización o comunización, en virtud del cual la dominación política del Partido Comunista estaba garantizada por un aparato de represión física y una economía planificada. Rumanía también tuvo la desgracia histórica de experimentar ese tipo de régimen entre 1945 y 1989.



    La sovietización golpeó duramente a las instituciones rumanas, una de ellas la Academia Rumana, fundada en 1866. Durante más de 80 años, la Academia Rumana había acogido a los mejores científicos rumanos y extranjeros. Sin embargo, el régimen instaurado el 6 de marzo de 1945 abolió la antigua academia el 9 de junio de 1948, mediante el Decreto nº 76. Se creó una nueva institución, la Academia de la República Popular Rumana, más tarde Academia de la República Socialista de Rumanía, cuyo acceso estaba condicionado por la ideología del régimen comunista. Las consecuencias fueron durísimas, con 100 miembros excluidos y marginados. De los 100, 33 académicos que habían ostentado la dignidad de ministro fueron detenidos, 20 de ellos encarcelados en la prisión de Sighetu Marmației, la «prisión de los ministros», donde 6 perdieron la vida.



    Andrea Dobeș es investigadora en el Memorial a las Víctimas del Comunismo y la Resistencia, en la antigua prisión de Sighet. Ha presentado varios casos de académicos que murieron allí, uno de ellos fue el del historiador Alexandru Lapedatu. Debido a los dolores causados por enfermedades gástricas y a la falta de asistencia médica en la prisión, Lapedatu se suicidó ahorcándose el 30 de agosto de 1950 a la edad de 73 años.



    «Alexandru Lapedatu fue detenido la noche del 5 al 6 de mayo de 1950 durante un registro domiciliario. Se le incautaron tres cuadernos con números de teléfono, un libro de historia de Estados Unidos, una suma de dinero, un reloj, dos pares de gafas, su cartera con su documentación personal y pulseras. Entre los objetos incautados no había ningún material de interés para la Seguridad del Pueblo. En la tabla elaborada en la primavera de 1950 de antiguos ministros de 1918 a 1945 que debían ser detenidos, el nombre de Alexandru Lapedatu figuraba como enemigo acérrimo del régimen comunista, aunque no era abiertamente activo».



    Un destino similar corrió Gheorghe Tașcă, economista y profesor, ministro de Industria y Comercio en 1932. Andrea Dobeș:



    «Gheorghe Tașcă fue detenido a la edad de 75 años, en la noche del 5 al 6 de mayo de 1950. Llegó a Sighet al día siguiente e, incapaz de resistir las condiciones de detención, murió el 12 de marzo de 1951. El historiador Constantin Giurescu, que estuvo encarcelado en Sighet durante 5 años y 2 meses y que escribió sus memorias, menciona la neumonía como posible causa de la muerte de Tașcă, en medio de un terrible sufrimiento general. El antiguo abogado y subsecretario de Estado Alexandru Popescu-Necșești también menciona que le oía gemir solo en su celda por la noche».



    Uno de los historiadores rumanos más importantes del siglo XX fue el bizantinista Gheorghe Brătianu. Encarcelado en Sighet, murió en 1953 en circunstancias poco claras a la edad de 55 años. A día de hoy, los historiadores siguen sin saber si murió de un golpe en la cabeza, de tuberculosis o si se suicidó cortándose las venas del cuello.



    «En cuanto a Gheorghe Brătianu, fue violentamente atacado por la prensa procomunista desde el otoño de 1944. El 15 de agosto de 1947, alegando la existencia de circunstancias que exigían su seguridad, fue detenido por la fuerza en su domicilio de Bucarest, donde se instaló un puesto de vigilancia y se le impusieron una serie de prohibiciones. Fue detenido la mañana del 6 de mayo de 1950 y el 7 de mayo fue encarcelado en la prisión de Sighet. Constantin Giurescu también relata en sus memorias un incidente ocurrido antes de la muerte de Bratianu. Giurescu había reconocido la voz de Gheorghe Brătianu en el gran patio. No pudo ver lo que ocurría fuera, pero oyó un golpe sordo. Mientras le llevaban a su celda, Giurescu oyó otro golpe, sonó como una bofetada, acompañado de una serie de palabrotas. El obispo Ioan Ploscaru cuenta que, el día antes de su muerte, los milicianos obligaron a Brătianu a recoger con las manos los excrementos de cerdo del patio».



    El único académico que fue llevado ante un tribunal, un simulacro de juicio, fue Iuliu Maniu. No perdió su fe en Dios durante la detención, fue el futuro cardenal Alexandru Todea quien le confesó por última vez. Andrea Dobeș:



    «El 11 de noviembre de 1947 fue condenado a cadena perpetua por alta traición. De la Escuela de Guerra de Bucarest, donde tuvo lugar su juicio, fue trasladado a la penitenciaría de Galati, y el 16 de agosto de 1951 llegó a Sighet. El gran Maniu estaba ya muy débil, casi paralizado, y fue el periodista Nicolae Carandino quien cuidó de él hasta sus últimos momentos de vida».



    Los universitarios que sobrevivieron a las prisiones siguieron viviendo una vida de miseria y deterioro social. Vigilados, eran detenidos e interrogados con regularidad. Pero la posteridad no los olvidó, y en 1990 la restablecida Academia Rumana los acogió de nuevo en sus filas.



    Versión en español: Antonio Madrid

  • El año 1918 y la Nueva Rumanía

    El año 1918 y la Nueva Rumanía

    Para entender los cambios en las fronteras y en las estructuras estatales que tuvieron lugar en 1918 a nivel europeo debemos tener en cuenta las dos realidades en las que la humanidad vivió: física y utópica. Por un lado, la realidad física se refiere a la Primera Guerra Mundial, con más de 20 millones de militares y civiles muertos y alrededor de 23 millones de heridos. Los dos bloques militares opuestos, las Potencias de la Entente, formada por Francia, Gran Bretaña, Rusia, Japón, Italia y los Estados Unidos, y las Potencias Centrales, es decir Alemania, Austria-Hungría, Turquía y Bulgaria, se involucraron en una lucha nunca antes vista para alcanzar sus objetivos. Se le llamó la «Gran Guerra» y fue la que decidió las nuevas fronteras, como casi todas las guerras de la historia moderna. Por otro lado, la realidad utópica fue la que también surgió durante la guerra, pero en contra de ella, a saber, la revolución bolchevique de Rusia. La gran victoria de Lenin motivó fuertemente a todos aquellos que querían un cambio significativo en el mundo, no solo el de las fronteras, y que creían que había llegado el momento de construir un mundo mejor sobre las ruinas del viejo.



    Rumanía pagó un gran tributo de sangre durante la Gran Guerra. Aunque entró en el conflicto en 1916, dos años después de su inicio, los rumanos lucharon con todos sus recursos. Las estimaciones de los sacrificios humanos rumanos, en términos porcentuales, se sitúan entre el 7,5 y el 9 % de toda la población, es decir, entre 580 000 y 665 000 muertos, la mitad de ellos debido a la epidemia de tifus. El sacrificio fue recompensado con la unión de las provincias de Besarabia (el 27 de marzo de 1918), Bucovina (el 28 de noviembre de 1918), Banato, Maramureş y Transilvania (el 1 de diciembre de 1918), con el Reino de Rumanía. Todos los rumanos pagaron este precio, y los reyes de Rumanía, Fernando y María, junto a la clase política rumana estuvieron a la altura de las circunstancias, como señaló el historiador Ioan Scurtu.



    «Ion I. C. Brătianu, presidente del Partido Nacional Liberal (PNL), participó en los acontecimientos y desempeñó un papel importante en la consecución y el reconocimiento de la Gran Unión. Tanto los habitantes de Besarabia como los de Bucovina y Transilvania llegaron con los emisarios a Iaşi, antes de la proclamación de la Unión y hablaron con el rey Fernando e Ion I. C. Brătianu y otros políticos sobre cómo movilizarse para la unificación. Brătianu encabezó la delegación rumana en la Conferencia de Paz de París y allí se enfrentó a los grandes políticos de la época, desde el presidente estadounidense Wilson hasta el primer ministro de Gran Bretaña. El rey Fernando era alemán, había sido oficial del ejército alemán. Cuando el Consejo Supremo de la Corona expresó su opinión sobre la entrada de Rumania en la guerra en contra de su país y su familia, él hizo un acto de sacrificio personal, pero al mismo tiempo un acto de gran importancia para Rumanía. La reina María estuvo desde el principio a favor de la entrada de Rumanía en la guerra junto a la Entente. Era inglesa y desempeñó un papel importante en persuadir a Fernando para que hiciera este sacrificio personal, en beneficio del pueblo rumano. A lo largo del tiempo, el rey y la reina apoyaron constantemente a los rumanos, al ejército y a los principales líderes políticos».



    El 1 de diciembre de 1918, convocaron la Asamblea Nacional de los Rumanos de Transilvania en Alba Iulia, y el Gran Consejo Nacional Rumano, un órgano legislativo, pidió la reunión de 1228 delegados para elaborar la resolución de adhesión al Reino de Rumanía. El Gran Consejo Nacional decidió que un nuevo comienzo solo se podía establecer basado en el sufragio universal, al lado del Consejo Nacional Rumano, el responsable del poder ejecutivo. Había llegado el momento en que los rumanos ejercieran el derecho al sufragio universal, el voto que daba la mayor representación electoral, un voto para el que los partidos rumanos y las organizaciones nacionales de Transilvania habían hecho campaña desde 1881.



    La votación que proclamó la unión de Transilvania con Rumanía fue la de la voluntad nacional, pero también de la urgencia. El final de la Primera Guerra Mundial había causado utopías transformistas. Además, Daniel Barbu, historiador y politólogo, afirma que la práctica democrática del sufragio universal se debe ver a través de los ojos de quienes participaron en las revoluciones bolcheviques y la anarquía que se estaba anunciando, después de cuatro años de guerra.



    «¿Eran demócratas los participantes en la Asamblea de Alba Iulia o al menos los que elaboraron la resolución y la propusieron para la aclamación popular? Eran, obviamente, patriotas rumanos. Eran personas que tenían mucha experiencia parlamentaria, el conocimiento y la práctica de la política. ¿Qué ocurrió el 6 de diciembre? El ejército rumano ocupó Transilvania y desempeñó un papel extraordinario en el establecimiento de fronteras y, sobre todo, restauró la tranquilidad doméstica. Hay testimonios muy claros, Ion Lapedatu habla en sus memorias, en las páginas de su diario de aquellos días, donde escribía que “los pueblos se están moviendo”. Cuando hablamos de la comuna soviética, solo pensamos en Budapest y en Hungría más allá del Tisza. Pero toda Europa, incluida Inglaterra, sentía una emoción revolucionaria».



    La Gran Rumanía se formó en 1918 por la voluntad de los rumanos y dentro de un marco internacional favorable. Y en la Nueva Rumanía, todos aquellos que consideraron que cumplía con sus expectativas encontraron un lugar allí.



    Versión en español: Mihaela Stoian

  • Los pozos negros de Bucarest

    Los pozos negros de Bucarest

    El estudio de la historia ha evolucionado desde la antigüedad hasta nuestros días, desde simples listas de faraones egipcios, hasta la «historia total», como había denominado el importante historiador francés Lucien Febvre la ambición de escribir todo sobre las personas del pasado. Y «todo» significaba cualquier investigación sobre lo que tenía que ver con el ser humano, desde los tabúes más importantes hasta los aspectos más ocultos de la vida diaria. Por lo tanto, no es sorprendente que los historiadores y los arqueólogos estudiaran también las cosas que miramos con repulsión, como los aseos, las fosas y las alcantarillas denominadas genéricamente «pozos negros» o haznale, en el rumano del siglo XIX.



    Los pozos negros de Bucarest son un lugar investigado por los historiadores y los arqueólogos del Museo Municipal de Bucarest durante unas excavaciones realizadas en la zona central para rehabilitar algunos edificios patrimoniales. Y en las investigaciones arqueológicas realizadas en los pozos negros bucarestinos, en las historias de cada objeto encontrado allí se puede ver como la sociedad rumana del siglo XIX se convertía de una sociedad oriental en una occidental. Theodor Ignat, arqueólogo en el Museo Municipal de Bucarest, ha trabajado en las obras y ha sido nuestro guía en los sótanos repugnantes de los pozos negros bucarestinos. Le hemos preguntado cómo explica el nuevo significado de la palabra turca «hazna» en rumano.


    «La palabra “hazna” procede del turco y significa “tesoro”. No sabemos cómo se convirtió en palabra peyorativa. Se supone que los sitios donde se guardaban los objetos de valor se escondían en la tierra y, como los pozos negros están cavados en la tierra, creo que esta podría ser la conexión. Probablemente que, en el pasado, los pozos negros se usaban también para esconder objetos, porque ¿quién hubiera pensado buscar en la basura?»



    Le preguntamos a Theodor Ignat cómo se usaba el pozo negro: ¿como aseo, alcantarilla o fosa?



    «Creo que se usaba de las tres formas, pero no necesariamente a la vez. Los objetos que encontramos allí están, en general, intactos, lo que significa que fue un lugar en el que hubo agua o cualquier tipo de líquido. Es muy probable que los pozos negros se hayan usado también como aseos. El estiércol humano se descompone y por esto no encontramos nada. En cambio, encontramos materia orgánica que puede significar cualquier cosa. La gente no tiraba solo estiércol a los pozos negros. Tiraba también restos de comida que, en otro sitio, se habrían alterado y habrían olido. Y entonces era más práctico tirarlos a un hoyo en la tierra. La costumbre de depositar en la tierra los restos que olían se conoce desde el neolítico. El pozo negro también podría servir como basurero. Tiene varias funciones. Una compañera nos ofreció una nueva explicación que hay que comprobar. Estos lugares se podrían haber usado como neveras».



    Los objetos recuperados de los pozos negros bucarestinos fueron depositados en el Museo de Arqueología Urbana que forma parte del Museo Municipal de Bucarest en una exposición inédita. Hay objetos procedentes de cuatro pozos negros bucarestinos: de la iglesia de San Demetrio del casco antiguo, del pozo negro de la iglesia Mavrogheni, situada cerca del actual edificio del Gobierno de Rumanía, del pozo negro de una farmacia del antiguo barrio judío y de la red de alcantarillado situada debajo del edificio del antiguo banco Marmorosch-Blank, también en la zona del casco antiguo. Hay recipientes de porcelana pintados de forma muy linda, la mayoría de ellos importantes: macetas, recipientes farmacéuticos, recipientes cosméticos de loza, una pequeña botella de perfume muy caro con el monograma de la perfumería Roger & Gallet de París, tubos de pasta de dientes o de cremas. Theodor Ignat nos cuenta qué era lo que la gente tiraba a los pozos negros.


    «Se tiraba cualquier cosa. Hay muchos objetos que no encontramos, porque eran de materia perecedera. Los objetos de madera, de fibras vegetales, de cuero y otros no perduran. Y entonces encontramos objetos que perduran en la tierra. En general, encontramos muchísima cerámica de todo tipo. No hay cierto tipo de cerámica tirada a los pozos negros. La gente tiraba recipientes de importación que, una vez quebrados, ya no eran necesarios. También encontramos recipientes enteros y nos preguntamos: ¿por qué tirar un recipiente entero? Probablemente eran objetos sucios de varias sustancias o en los que se habría guardado, por ejemplo, cal que se había endurecido».


    Los pozos negros se construían a 10-15 metros de la iglesia o de la zona habitada. Aunque la distancia no era significativa, se construían para que no se sintiera el olor y para no convertirse en brotes de infección. Theodor Ignat ha afirmado que un pozo negro era una obra compleja:


    «Era una obra elaborada, al menos los pozos de ladrillo, y se construían especialmente con este objetivo. No eran habitaciones reutilizables. Se cubrían de alguna manera, los muros son herméticamente cerrados, y en el piso se vertía mortero de arena y cal que es impermeable, pero no se forma barro. Suponemos que la construcción permitía vaciarlos periódicamente».


    Los arqueólogos sacaron de los pozos negros de Bucarest objetos de la civilización material del pasado que la gente ya no necesitó. Pero estos representan hoy una historia fascinante que forma parte de la vida que también nos pertenece.



    Versión en español: Monica Tarău

  • Centenario de Monica Lovinescu

    Centenario de Monica Lovinescu

    No cabe duda de que Radio Europa Libre fue la fuente de información, análisis y síntesis más importante de la situación política, económica y cultural de Rumanía en la segunda mitad del siglo XX. El servicio rumano de Radio Europa Libre contaba con un equipo formado por los nombres más conocidos del periodismo radiofónico rumano: Noel Bernard, Mircea Carp, Vlad Georgescu, Neculai Constantin Munteanu y otros. Por último, pero no menos importante, tal vez incluso entre los primeros nombres mencionados, está Monica Lovinescu, de cuyo nacimiento se cumplirán 100 años el 19 de noviembre.



    Monica Lovinescu fue una de las voces más poderosas de la Rumanía libre, anticomunista y antifascista en el exilio, entre 1945 y 1989. Ella nació en Bucarest y fue hija del crítico literario Eugen Lovinescu y de la profesora de francés Ecaterina Bălăciou, asesinada durante su detención por el régimen comunista. Periodista y crítica literaria, Monica Lovinescu llegó a ser una autoridad en este campo, igual que su padre. En 1947, cuando tenía solo 24 años y una carrera ya muy prometedora, emigró a Francia donde, junto a su marido, Virgil Ierunca, realizó los programas culturales y políticos más atractivos de la Europa Libre. Su voz inconfundible, sus principios morales y su ética laboral irreprochable, así como sus comentarios y críticas muy pertinentes, la convirtieron en una de las estrellas de la emisora.



    El Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana tuvo la oportunidad de entrevistar a Monica Lovinescu en 1998. En aquel entonces, ella se acordaba de la oficina parisina de Europa Libre, fundada a principios de los años sesenta, el lugar donde se producían los famosos programas de radio, que llamaban la atención de los rumanos.


    «Desde aquí hacíamos lo que otros países normalmente no hacían, éramos únicos, el caso rumano era único. Porque emitíamos una hora a la semana, mi programa se titulaba “Tesis y antítesis en París”, unos 40 minutos duraba el programa de Virgil Ierunca, “La historia de la charla”, y dos veces 20 minutos para “La actualidad rumana”, cuyo tema era la cultura del país. Por lo tanto, el estudio lo teníamos ocupado todo el día y teníamos un número de horas de emisión que ninguna otra nación tenía».



    Monica Lovinescu se comprometió con el periodismo radiofónico en cuerpo y alma. No sólo en el estudio en el que grababan tenía una dotación técnica a la altura, sino que también en su casa, Monica Lovinescu y su esposo, Virgil Ierunca, tenían un magnetófono en el que grababan los textos e iban al estudio únicamente para juntarlos con la música.



    Monica Lovinescu también habló de las fuentes de información sobre Rumanía, dadas las dificultades que la prensa libre tenía con el régimen comunista rumano.


    «Estábamos investigando la situación de Rumanía de dos maneras. A través de los periódicos, por un lado, éramos suscriptores de los principales periódicos, estaban a nombre de Virgil Ierunca, pero teníamos un buzón, para no divulgar nuestra dirección. Eso, por un lado. Y, por otro lado, nos reuníamos con cuatro o cinco escritores al mes, por lo menos. Los llamábamos –así se llamaban a sí mismos finalmente– “los clandestinos”, es decir, ningún escritor rumano sabía que veíamos a otro; sabían que nos veíamos, pero no sabían a quién. Y mantuvimos este secreto para no lastimarlos de ninguna manera. Así que conocía la vida literaria y los grandes temas políticos que había dentro».



    Espíritu universal, Monica Lovinescu no podía hablar solo de Rumanía a los rumanos en sus programas de radio.


    «”Tesis y antítesis en París” no trataba solo de literatura rumana, sino también de lo que sucedía en París. No tanto desde el punto de vista francés; era un magacín de cultura semanal. En París era una especie de encrucijada, donde se desarrollaba todo lo relacionado con la vanguardia, cualquier debate de ideas interesante. O trataba los éxitos de varios rumanos residentes en el extranjero, como Lucian Pintilie, Mircea Eliade o Eugen Ionescu. Todos estuvieron frente a este micrófono y se hicieron programas con ellos y sobre ellos».



    Una periodista así no podía ser indiferente al régimen comunista de Bucarest, que decidió silenciarla. Primero, el régimen inició una campaña de difamación en la prensa. Luego pasó a la agresión física.


    «En noviembre de 1977, un día antes de que Paul Goma llegara a París, el 18 de noviembre para ser exactos, me esperaban dos palestinos. Y me pidieron que entrara en casa, porque tenían un mensaje para mí. Me pareció sospechoso, porque me llamaban “señora Monica” y aquí “señora” seguido por mi nombre de pila es algo muy familiar, no se usa. Así que me di cuenta y no los dejé entrar. Y fue entonces cuando empezaron a darme patadas en la cabeza. Me caí, grité, me desmayé, luego alguien vino de la calle y los palestinos salieron corriendo. El que vino a ayudarme corrió tras ellos, pero no los encontró. Salí de esto solo con la nariz un poco rota y sin otros daños graves, además de la cara y el brazo hinchados».



    Después de 1989, Monica Lovinescu siguió hablando a los rumanos sobre la libertad, la democracia, los principios y la historia hasta su muerte, en 2008. Su trabajo es un legado importantísimo para entender la condición del intelectual exiliado y enfrentado al Mal, y que finalmente venció.



    Versión en español: Mihaela Stoian

  • Rumanía y las becas para los países en desarrollo

    Rumanía y las becas para los países en desarrollo

    Después de 1945, la descolonización del mundo y la aparición de nuevos Estados independientes de los antiguos imperios coloniales cambiaron las relaciones internacionales. De África, Asia y Oceanía, que junto con Latinoamérica constituían lo que hoy llamamos el Sur Global, surgieron entidades estatales que representaban la voluntad de las nuevas naciones. Estas siguieron tanto nuevas pautas de desarrollo, que a menudo se oponían a las antiguas metrópolis, como viejas prácticas heredadas del pasado. Los nuevos Estados recibieron ayuda en su vía de desarrollo tanto de los Estados occidentales, como de los Estados socialistas europeos, incluida Rumanía.



    Rumanía estaba en la parte de Europa ocupada por los ejércitos soviéticos después de 1945 y tenía un régimen político dominado exclusivamente por el Partido Comunista. Durante más de diez años, las relaciones exteriores de la Rumanía socialista copiaron las directrices de la política exterior de la Unión Soviética. Desde principios de los años sesenta, Rumanía empezó a fomentar una política exterior propia, una de las directrices siendo el Sur Global o el Tercer Mundo, como se llamaba en aquel entonces. Los países del Sur Global necesitaban no sólo inversiones, sino también conocimientos y profesionales cualificados, lo que sólo se podía adquirir a través de la escolarización. Por lo tanto, las becas concedidas por el Estado rumano eran tanto una forma de ayuda humanitaria como de apoyo al desarrollo.


    En un informe elaborado en 1961 por los expertos del Ministerio de Asuntos Exteriores de Bucarest, la acogida de estudiantes extranjeros se consideraba una forma eficaz de acercamiento a sus países de origen. Así, el Partido Comunista Rumano (PCR) se había propuesto fomentar una diplomacia cultural-educativa, una plataforma para futuras relaciones políticas. El historiador, Ștefan Bosomitu, descubrió al revisar los archivos que las becas existían desde finales de los años cuarenta.


    «Los programas de becas existieron durante casi todo el periodo del régimen comunista. El Partido Comunista concedió becas incluso en los años 50, pero no muchas. Las becas se concedían principalmente a los activistas del partido procedentes de los movimientos de liberación o de los llamados partidos fraternales. En los años 50 muchos de los becados también eran refugiados. Había varios flujos de refugiados: los de la posguerra en Grecia, luego los de la conflagración coreana, una tendencia que continuó en los años posteriores».



    A partir de 1970, los programas de becas de la Rumanía socialista se orientaron también hacia África. Había unas 250 becas disponibles, basadas en las solicitudes presentadas previamente en la capital rumana por las representaciones diplomáticas de los países en desarrollo. Ștefan Bosomitu afirma que no sólo las becas universitarias eran importantes, aunque se les asignaba el mayor porcentaje.



    «Además de los programas de becas para los estudios universitarios y de posgrado, Rumanía también concedió becas para la formación profesional en la secundaria. Aunque un porcentaje significativo, alrededor del 80-90 %, iba dirigido a estudiantes universitarios y de posgrado, también hubo este tipo de becas sobre las que, desgraciadamente, hay muy poca información. Existen testimonios orales sobre cómo se formaban los jóvenes procedentes de países en desarrollo en escuelas de formación profesional durante un período de tres años. Por ejemplo, en Moinești, por ser una zona petrolera, en la escuela secundaria industrial de allí los jóvenes procedentes de países africanos se formaban como técnicos en plataformas petrolíferas».



    Las becas gozaron de mucho éxito y Rumanía ganó cierto prestigio. Al principio del programa, las becas incluían todo: estudios, alojamiento y dinero de bolsillo. Más tarde, las becas dejaron de cubrir los gastos de estudio, lo que significaba que el estudiante tenía que pagarlos. Aún así, debido a las tasas bajas, muchos extranjeros venían a Rumanía a estudiar. En 1963, había unos 1.000 estudiantes extranjeros en Rumanía, casi todos becados, y el número siguió creciendo a partir de los años setenta. El mayor aumento se produjo en 1981, cuando casi 20.000 extranjeros estudiaban en Rumanía. Ellos pagaban por sus estudios en divisas, el 90 % de ellos en dólares. Nicolae Ceaușescu era muy partidario de este programa en el contexto de la crisis de los años 80 y del pago de la deuda externa de Rumanía.



    Sin embargo, los historiadores también señalaron la aparición de problemas entre los estudiantes rumanos y extranjeros durante los años ochenta. Los extranjeros disponían de mejor alojamiento, se les permitía tener divisas, tenían acceso a tiendas o comercios exclusivos, podían viajar, tenían más éxito con las mujeres. Todo eso llevó incluso a peleas entre rumanos y extranjeros. Ștefan Bosomitu también investigó los testimonios de los estudiantes extranjeros con respecto a su experiencia rumana y descubrió que las percepciones eran diferentes de lo que el régimen creía.



    «Leyendo varios testimonios, se nota una tendencia a idealizar de alguna manera el pasado, todo está en armonía. Hay algunos testimonios, incluso de estudiantes africanos, que dicen que a la gente le hacía gracia que fueran negros, sobre todo cuando iban al campo, donde la gente quedaba asombrada y horrorizada al verlos. Más allá del discurso oficial y de la apertura que el régimen pretendía mostrar, la de solidaridad, la sociedad rumana estaba muy poco preparada para todo lo que suponía ser extranjero».



    Pese a todo, las experiencias de los estudiantes de los países del Sur Global en Rumanía anteriores al año 1989 (cuando cayó el bloque comunista) son positivas. Cada extranjero que estudió en Rumanía tiene su propia historia de vida y hay que aceptarla tal y como te la cuentan.



    Versión en español: Mihaela Stoian


  • Radio Praga en rumano

    Radio Praga en rumano

    La comunicación a través de la radiodifusión acercó a la gente del siglo XX e hizo que el mundo pareciera más pequeño. De repente, lo que ocurría en sociedades más lejanas se hacía más familiar y las percepciones cambiaban en función de las similitudes y las diferencias. Las emisiones en lengua rumana de emisoras de radio extranjeras hicieron que otras sociedades resultaran más familiares a los rumanos, especialmente las europeas. Una de las conexiones establecidas a través de las ondas fue la que se realizó entre las sociedades checoslovaca y rumana a través de las emisiones en lengua rumana de Radio Praga.



    Los rumanos y checoslovacos se conocían desde hace mucho tiempo. Los rumanos de Banato, Transilvania, Maramures y Bucovina formaban parte del mismo Estado, la monarquía de los Habsburgo, junto con los checos y los eslovacos. Rumanos y eslovacos lucharon juntos por los derechos nacionales en Austria-Hungría antes de 1918. Al final de la Primera Guerra Mundial y con la formación de Checoslovaquia y el Reino de la Gran Rumanía, los dos países establecieron alianzas regionales como la Pequeña Entente de 1920-1921 con el fin de evitar el revisionismo alemán y húngaro.



    Durante la Segunda Guerra Mundial, todos los países enviaron sus mensajes al exterior mediante la radiodifusión, librándose así una auténtica guerra también a través de las ondas. Tras la Segunda Guerra Mundial, tanto Rumanía como Checoslovaquia estaban ocupadas por las tropas soviéticas, por eso ambos países trataron de reconstruir sus vínculos radiofónicos. El 1 de octubre de 1946, el servicio en rumano se añadió a las emisiones de radio para el exterior de la Radio Checoslovaca. Durante media hora, en directo de 19.00 a 19.30 horas, desde la capital checoslovaca, en la calle Vinohradska número 12, se escuchaba su voz en rumano.



    En el año 2000, el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana grabó una entrevista con Gerhard Bart, exjefe del servicio en rumano de Radio Praga. Se le preguntó por el resumen diario de la emisión en rumano.



    «Cada día emitíamos un cuarto de hora de noticias seguidas siempre por algunos comentarios. Tras la guerra hubo muchas delegaciones checas que iban a Rumanía y también delegaciones rumanas, comerciales, culturales, políticas, etc. que venían a Checoslovaquia. Siempre intentábamos entrevistar a las personalidades y transmitir los materiales grabados porque nuestro objetivo era mostrar, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, la intensa amistad entre ambos países».



    La Redacción Rumana era pequeña, estaba compuesta por dos periodistas que también eran traductores. Gerhard Bart recordó a su colega, una señora mayor que él que tenía fuertes lazos con Rumanía.



    «La Redacción Rumana estaba compuesta por Elena Ofciacikova, una señora checa nacida en Rumanía, y yo. Su padre era delegado checo en Rumanía y solo al final de la guerra regresó con su familia a Checoslovaquia. Hablaba muy bien rumano y realizábamos esta media hora juntos. Por supuesto, no solo éramos redactores, sino también traductores. Colaboramos con estudiantes rumanos que estaban estudiando aquí y solíamos utilizarlos como locutores externos que leían los comentarios o las noticias».



    Inevitablemente, la politización también estuvo presente en las emisiones checoslovacas. Sin embargo, entre 1946 y 1948, no influyó en la calidad del periodismo. Todo cambió a partir del 25 de febrero de 1948 cuando tuvo lugar el «Golpe de Praga», la toma del poder de Checoslovaquia por el Partido Comunista de Checoslovaquia (KSC por sus siglas en eslovaco). El golpe contó con el apoyo directo de la Unión Soviética y fue un suceso clave de los orígenes de la Guerra Fría (1945-1991).



    «Políticamente, hasta el golpe del 25 de febrero de 1948 todo era apolítico, por así decirlo. Solo después de esta fecha se empezó a hacer un poco de política porque se quería mostrar cómo era la situación aquí, cómo construíamos el socialismo, etc. A partir del 25 de febrero de 1948, Checoslovaquia se convirtió en “democracia popular”, al igual que Rumanía tras la abdicación del rey Miguel. Por supuesto, todos los comentarios posteriores o casi todos, por no exagerar, tenían un núcleo político o ideas políticas».



    En 1949, la duración de las emisiones en rumano se redujo a un cuarto de hora y, poco después, se interrumpió por motivos políticos. Gerhard Bart detalló las razones del cierre del servicio en rumano.



    «El cierre ocurrió porque Rumanía se había convertido en una democracia popular, por eso ya no era necesario convencer al país de que empezara a recorrer el mismo camino que nosotros. En junio de 1949 se anunció que se cerrarían paulatinamente las emisiones en rumano, húngaro, polaco y búlgaro. Aumentaron, en cambio, las emisiones dirigidas a Francia, el Reino Unido y, sobre todo, los Estados Unidos».



    El servicio en rumano de la Radiodifusión Checoslovaca duró poco y, desgraciadamente, estuvo influido por la política del modelo totalitario soviético. Cabe destacar, sin embargo, que se estableció sobre la base de una buena relación entre Checoslovaquia y Rumanía, reconfirmada en 1968 y después de 1989, tras la caída del comunismo en el bloque comunista.



    Versión en español: Victoria Sepciu

  • Esclavitud al oeste del Ponto Euxino

    Esclavitud al oeste del Ponto Euxino

    La esclavitud es inaceptable en el mundo actual. Considerada una de las peores formas de violación de la dignidad humana, es un delito punible tanto en el derecho internacional como en el nacional. Sin embargo, en el pasado, la esclavitud no siempre iba asociada a un estatus degradado porque entonces la percepción del hombre no era la misma que ahora. Ciertamente, no se puede decir que un hombre sin libertad sea feliz, pero el esclavo del pasado no siempre era ese hombre miserable y explotado a discreción de su dueño.



    La esclavitud está atestiguada en todos los periodos históricos y en todos los espacios habitados por personas, y en el espacio rumano actual hay indicios para identificar su presencia. Las costas del mar Negro o del Ponto Euxino fueron colonizadas por primera vez por los griegos en los siglos VIII-VI a.C. Así, entraron en contacto con otras poblaciones llamadas bárbaras con las que establecieron relaciones económicas y convivencias alternativas de paz y conflicto. Una de esas poblaciones eran los getas, antepasados de los rumanos, que vivían en la orilla occidental del río Danubio. Las relaciones entre los griegos y los nativos también incluían la esclavitud, es decir, la mano de obra en la agricultura, la minería, la artesanía, la construcción y las obras públicas de las ciudades.



    Los arqueólogos han buscado pruebas tanto materiales como escritas que respalden sus hipótesis sobre la existencia de esclavos. Uno de ellos es Dragoș Hălmagi, arqueólogo del Instituto de Arqueología Vasile Pârvan de la Academia Rumana, que se ha centrado en ambos tipos de fuentes. Hălmagi afirma que un término más apropiado para describir las relaciones socioeconómicas de los griegos con los getas es el de «población dependiente»:


    «En el Ponto, los griegos no trabajaban con esclavos, aunque el comercio de esclavos en el Ponto, Tracia e incluso Escitia es bien conocido tanto por fuentes literarias como epigráficas. A falta de fuentes que atestigüen la existencia de mano de obra esclava en el Ponto Euxino, aquí la mano de obra procedía de poblaciones dependientes. Se habla de la mano de obra en la agricultura, una rama muy importante de la economía antigua, y menos de los esclavos domésticos o con otras ocupaciones. Una idea que expresan los autores griegos, Platón y Aristóteles, afirma que en general era bueno traer esclavos que hablaran lenguas diferentes para evitar el peligro de que se rebelaran. Como los griegos estaban rodeados por los getas, en el oeste, no podían tomar esclavos de entre ellos. Habría sido un peligro demasiado grande, por lo que prefirieron trabajar con ellos de esta manera. Muchas inscripciones hablan de griegos viviendo con bárbaros».



    Una de las conclusiones que se pueden extraer de lo que ha salido a la luz gracias a la excavación de yacimientos arqueológicos puede ser que la esclavitud no fue necesariamente una tragedia en la vida del hombre antiguo.


    Dragoș Hălmagi:


    «Cuando miramos hacia donde sabemos que hubo esclavos, su presencia arqueológica es muy parecida a la de las personas libres. Eran tumbas algo más pobres, con menos vasijas, menos objetos de metal. Pero no hay nada que nos haga decir que una tumba es de un esclavo. Arqueológicamente, no hay nada que distinga a un esclavo de un hombre libre. A menudo, los esclavos adoptaban las tradiciones del lugar, y esto se ve en los esclavos familiares que lucían en la ropa y en las tumbas como los de las familias a las que pertenecían».



    Las poblaciones dependientes eran las que tenían el mismo estatus que los esclavos. Entre ellos se reclutaba mano de obra de estatus social incierto. Muy pocas fuentes escritas mencionan el uso de esclavos en trabajos agrícolas, pero las excavaciones han descubierto que el empleo de esclavos en la artesanía y la construcción era muy probable, sobre todo allí donde se descubrieron fortificaciones, asentamientos o granjas fortificadas. Pero las fuentes griegas no sólo se refieren a los getas, sino que hablan de una diversidad de naciones. Además de los getas, en los textos helenísticos de los siglos IV-I a.C. aparecen escitas, sármatas, tracios y otros. Formaban un verdadero mosaico étnico en el que la autoridad política la ejercía el poder militar de los líderes, que se turnaban.



    Dragoș Hălmagi señaló que una fuente fiable para esta tesis de la mezcla étnica es el poeta latino Ovidio:


    «El primer autor que dice que aquí había definitivamente getas es Ovidio. Solo que Ovidio dice más que eso. No solo dice getas, dice innumerables otras poblaciones aquí. A veces puede que lo haga para impresionar a su público, a veces puede que esté hablando de cosas reales, es difícil saberlo. Hay algunos pasajes en los escritos de Ovidio en los que los getas y los sármatas aparecen juntos, los getas y los sármatas son los que llevan los arcos, él dice que habla la lengua de los getas y los sármatas, siempre están aquí juntos. Incluso desde la primera mención de los getas, ellos aparecen en contextos como estos».



    El hombre del pasado era muy diferente del hombre del pasado reciente, aunque la humanidad nos acerca a todos. Y la diferente percepción de la esclavitud es una muestra de la enorme diferencia entre miles de años de civilización.



    Versión en español: Antonio Madrid

  • Rumanía y la ayuda humanitaria a los países emergentes

    Rumanía y la ayuda humanitaria a los países emergentes

    Uno de los grandes procesos posteriores a la Segunda
    Guerra Mundial fue la descolonización del mundo. Las metrópolis se vieron
    obligadas a reconocer el estatus independiente de las antiguas colonias y las
    relaciones entre ellas continuaron desde nuevas posiciones. Pero también desde
    los países socialistas empezó a surgir la voluntad de apoyar a los países de lo
    que hoy se llama el «Sur Global», América Latina, África, Asia y Oceanía, en nombre
    del nuevo humanismo. En las relaciones entre los antiguos y los nuevos Estados
    formados a partir de antiguas colonias, la ayuda humanitaria fue una de las
    formas de apoyo más extendidas. Pero no es menos cierto que la ayuda y el apoyo
    representaban tácitamente los intereses de quienes los ofrecían.




    La Rumanía socialista también entró en el «Tercer Mundo»,
    como se denominaba al Sur Global, a partir de la década de 1970. Es bien
    conocida la política de Nicolae Ceaușescu de apertura al continente africano, a
    los países socialistas o simpatizantes del socialismo en Asia y a los
    movimientos comunistas en América Latina. La historiadora Mia Jinga, del
    Instituto para la Investigación de los Crímenes del Comunismo y el Exilio
    Rumano, forma parte de un proyecto más amplio que estudia la política mundial
    de Rumanía desde los años sesenta hasta los ochenta.




    «¿Cuál fue la ayuda
    humanitaria proporcionada por Rumanía? Hemos utilizado un método para examinar
    todos los niveles posibles de ayuda humanitaria, empezando por la clásica ayuda
    humanitaria de emergencia. En principio, se trata de eso, de ayuda de
    emergencia en caso de catástrofes naturales: sequía, inundaciones, terremotos y
    otras. Pero no sólo Rumanía, sino también los demás países del bloque del Este
    y los países occidentales han aplicado otras formas de ayuda: ayuda a la
    población en zonas de conflicto o campos de refugiados, ayuda material y
    militar proporcionada a diversos movimientos de liberación y partidos
    comunistas. En realidad, la mayor parte del dinero iba a parar allí a través de
    becas para estudios preuniversitarios y universitarios y prácticas,
    conocimientos especializados y equipamiento, apoyo a proyectos de desarrollo».




    En 1979, Rumanía ayudó a países emergentes de tres
    continentes: Perú, Martinica, República Dominicana, Nicaragua y México en
    América; Benín, Etiopía, Sudán, Burundi, Mozambique, Senegal, República
    Centroafricana, Mauritania, Cabo Verde, Namibia y Guinea-Bissau en África;
    Yemen y Líbano en Asia. Mia Jinga señaló que a menudo se combinan la ayuda
    humanitaria y el apoyo que persigue intereses políticos. Por ejemplo, Rumanía
    apoyó activamente a la marxista-leninista Unión Popular Africana de Zimbabue
    (ZAPU), que participó en la guerra civil de Rodesia entre 1964 y 1979.




    «En cada uno de
    estos niveles, si se mira con atención, hay otros tipos específicos de
    acciones. Por ejemplo, en caso de catástrofes naturales, la ayuda consiste
    principalmente en alimentos básicos, ropa, medicamentos y ayuda médica.
    Después, en función de las necesidades, se diversifica hacia los demás. Entre
    la multitud de acciones, elegí las de los activistas de la ZAPU, que me
    parecieron las más interesantes. En 1979 se destinaron a esta organización unos
    9,5 millones de leus, mientras que el importe medio de otra acción era de
    250.000 leus. La discrepancia era enorme».




    Mia Jinga también explicó el mecanismo a través del cual
    Rumanía proporcionaba ayuda a los países emergentes.




    «Me fijé en cómo se
    llevaba a cabo este proyecto de ayuda humanitaria, dónde empezaba y dónde
    terminaba. ¿Era una iniciativa del Estado rumano o, por el contrario, era el
    beneficiario el que pedía la ayuda? En todos los casos, al menos en los que he
    encontrado hasta ahora, la ayuda se concedió tras una petición formal enviada a
    un alto nivel. La solicitud procedía de un dirigente conocido del partido o
    movimiento en cuestión, posiblemente tras una reunión con Nicolae Ceaușescu, o
    tras una visita o reunión en el extranjero. Al recibir una solicitud de este
    tipo, la Sección de Relaciones Exteriores del Comité Central del Partido
    Comunista de Rumanía redactaba una nota en la que justificaba si aprobaba o
    rechazaba la solicitud. La justificación también incluía un breve historial de
    las relaciones de ayuda humanitaria con el beneficiario, las cantidades de cada
    año, si había habido ayudas anteriores, lo bien o mal que se había utilizado la
    ayuda y los problemas diplomáticos que pudieran surgir como consecuencia de la
    ayuda. Hubo muchas situaciones en las que Rumanía habría ayudado, pero el
    contexto político internacional del momento era tal que la respuesta fue
    negativa. En todos los casos, Nicolae Ceaușescu tenía la última palabra. Hay
    casos en los que, como en Vietnam, se les dio luz verde. Pidieran la cantidad
    que pidieran, se la daban. En un momento dado, Nicolae Ceaușescu viene y dice
    que Rumanía lleva ya 10 años ayudando a Vietnam, y pide a los vietnamitas que
    se pongan manos a la obra, que se pongan a trabajar».




    La Rumanía socialista, al igual que los demás Estados
    socialistas, tenía una política de ayuda diferenciada a los países emergentes. Los archivos
    revelan tanto los éxitos como los fracasos de diversos proyectos, siendo África
    el continente privilegiado en lo que
    respecta a la visión de la política global de la Rumanía de Ceaușescu, un
    continente que Ceaușescu visitó en numerosas ocasiones.





    Versión en español: Antonio Madrid

  • Ceaușescu visto de cerca

    Ceaușescu visto de cerca

    La apertura, la transparencia y la popularidad de un dictador son algunas de las señales más fuertes que emite su propaganda. Sin embargo, como en toda dictadura sus señales deben interpretarse exactamente al revés: en el régimen comunista la figura de Nicolae Ceaușescu (conocido como el camarada) era lo contrario de la propaganda. No muchos rumanos pueden presumir de haber visto de cerca a Ceaușescu, y menos aún de haberle estrechado la mano. Desconfiado y, con el paso de los años, cada vez más paranoico, Ceaușescu solo podía ser visto de cerca en contadas ocasiones.



    Algunas de esas ocasiones fueron visitas al extranjero en las que se organizaron ruedas de prensa. Sorin Cunea trabajó en Radio Europa Libre desde la segunda mitad de los años sesenta y es el periodista rumano en el extranjero que vio más veces de cerca a Ceaușescu. Entrevistado por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana en 1998, Cunea confesó que se enteraba por la prensa comunista cuándo Ceaușescu visitaba el extranjero. En total, asistió a 12 visitas del líder comunista rumano. En una de ellas, en Alemania Occidental, también recordó la presencia de la esposa de Nicolae Ceaușescu, Elena Ceauşescu, y el comportamiento de uno de los periodistas más serviles del régimen.


    «Yo estaba en la empresa Bayer porque la camarada (la esposa de Ceauşescu), que era una química de fama mundial, había expresado su deseo de verla o los anfitriones alemanes le habían organizado una visita a la empresa Bayer en Leverkusen. Como Ceaușescu mantenía conversaciones oficiales a las que no teníamos acceso, Noel Bernard decidió ir a Leverkusen. Visitamos varias salas y en un momento dado entramos en una sala de juntas donde la camarada recibía explicaciones y respuestas a las preguntas que formulaba. Vi entonces, creo que por primera vez, a Adrian Păunescu, que formaba parte de la delegación de periodistas que acompañaba a ambos. Bernard y yo estábamos muy retraídos y muy poco interesados en las preguntas que Elena Ceaușescu hacía. Y yo observaba cómo Păunescu, sentado frente a ella en aquella mesa, anotaba cada palabra que decía, sorbía cada palabra que pronunciaba y la anotaba ostentosamente, para que pudiéramos ver su interés por lo que decía».



    Sorin Cunea, como todos los demás periodistas de Europa Libre, era seguido y conocido por el personal de Ceaușescu. En Ankara (Turquía), la delegación comunista rumana le trató de forma desagradable:


    «Cuando se anunció que podía entrar la prensa, me colgué la grabadora al hombro y entré. Entraron todos, me paró un tipo que se dirigió a mí en rumano, así que sabía perfectamente quién era. Y me dijo en un tono de voz que parecía de la Securitate (nota de la redacción: el Servicio Rumano de Inteligencia
    de la época comunista): Deja de apuntar con ese micrófono así al Camarada. Trabaja con más discreción, ¿no ves que le molestas?. No le contesté nada, entré en la sala donde se celebraba la cena y cuando Ceaușescu habló, le puse el micrófono, así como yo sabía, para poder tener grabado y difundir un fragmento de este discurso. Debo decir que mientras él hablaba sorbía de un vaso de un líquido amarillento que creo que era té de manzanilla. Debía de necesitarlo o, bueno, los médicos que le acompañaban sabrían la razón».



    Le preguntaron a Sorin Cunea si había dialogado con Ceaușescu durante sus ruedas de prensa:


    «Una vez le hice una pregunta en Bonn. Tengo que decir que en sus ruedas de prensa yo solía sentarme en el primer banco porque realmente me interesaba aparecer en la prensa de Bucarest. De todos modos, respondió a mi pregunta. En una rueda de prensa en Viena, su segunda visita, yo estaba de nuevo en primera fila, y observé a ambos con mucha atención. Cada vez que respondía a una pregunta de un periodista, Ceaușescu, mientras se traducía la respuesta, miraba a Elena Ceaușescu y le pedía su aprobación. Y yo la veía mover la cabeza afirmativamente, como si dijera: sí, has respondido bien».



    La personalidad caprichosa y agresiva de Ceaușescu se desbordaba a menudo en público. Sorin Cunea recuerda uno de esos episodios:


    «También en Bonn, respondiendo a una pregunta sobre la Conferencia para la Cooperación y la Seguridad, terminó su respuesta y el traductor de Bucarest tradujo y completó Conferencia para la Cooperación y la Seguridad en Europa. A lo cual Ceaușescu, grosero, se volvió hacia el traductor de Bucarest y le contestó: ¡Yo no he dicho nada de Europa! El hombre sólo había dicho el título completo de la conferencia internacional y le increpó. Por no hablar de que antes de entrar en una ceremonia o rueda de prensa llevaba un peine en el bolsillo y se peinaba. Siempre cuidaba su aspecto exterior».



    Ceaușescu visto de cerca no era más que un hombre sencillo con una actuación modesta, lejos de lo que la gente veía en la televisión. Pero la historia ya había hecho demasiado grande a este hombre demasiado pequeño.



    Versión en español: Antonio Madrid

  • Judíos salvados en los años del horror

    Judíos salvados en los años del horror

    Las tragedias vividas por los judíos durante la Segunda Guerra Mundial han conmovido profundamente a los contemporáneos. A pesar de su aparente omnipotencia, al mal nazi se opusieron buenas personas que hicieron todo lo posible para que no sufrieran los perseguidos por motivos raciales irracionales. Algunas de esas personas eran rumanos, que no abdicaron de su condición humana y ayudaron a los judíos, sin importar las consecuencias. Uno de ellos fue Emil Tomescu, coronel retirado y veterano de la Segunda Guerra Mundial, con el grado de capitán en 1942. Entrevistado por el Centro de Historia Oral de la Sociedad Rumana de Radiodifusión en 1997, Tomescu relató lo que había encontrado más allá de Odessa, en el palacio de un terrateniente francés que había huido.


    «Encontré las puertas clavadas y las ventanas cerradas con clavos. Al preguntar por qué, los soldados me dijeron que había judíos dentro y que cada semana venía un
    encargado del centro militar, con competencias en la policía administrativa y
    judicial, y se llevaba a uno de ellos y desaparecían. Más tarde supe que les pegaba un tiro en la nuca y los tiraba a un pozo abandonado. Abrí las tablas, ¡y lo que encontré dentro fue algo indescriptible! Eran esqueletos vivos, ¡esqueletos humanos! Estaban sin comer, sin lavar, ¡era terrible! Habían hecho un retrete de una habitación. Inmediatamente ordené calentar el agua en las calderas, los saqué, los hice lavar, les di de comer y me llevé a algunas de las mujeres más resistentes para que ayudaran en la cocina. Pero no pude quedarme mucho tiempo, recibí órdenes de volver al frente. Probablemente el encargado del centro militar o alguien de allí debió informar de lo que yo hacía allí y entonces me cogieron y me enviaron al frente»



    Aristina Săileanu era de Târgu Lăpuș, una ciudad del norte de Transilvania anexionada por Hungría tras el arbitraje de Viena del 30 de agosto de 1940. Recordaba en 1997 cómo su padre rescató a una familia de judíos a los que había escondido en una cabaña en el bosque.


    «Teníamos nuestra casa en Raoaia, a 14 kilómetros del municipio de Lăpușul Românesc. Mi padre también tenía una granja allí. Teníamos todo lo que necesitábamos. Al ser un lugar tan aislado, por supuesto mi padre pensó en hacer una buena obra porque mi padre lo hacía por amor al prójimo. Mi padre también me envió la noche del 15 al 16 de abril con un antiguo criado. Saqué a los niños de la casa y me fui a Raoaia a nuestra casa donde mi padre nos estaba esperando. Los recogió, los llevó al bosque, les hizo una cabaña y les dio lo básico. Era muy peligroso, ya que, si los alemanes nos pillaban, simplemente nos ejecutaban».



    Gheorghe Moldovan, de Blaj, declaró en 1997 que había llevado comida, junto con otros jóvenes de su edad, a los judíos del campo de la carretera Perșani-Lădeni-Brașov. ¿Qué se proponía hacer con los judíos la asociación en la que militaba?


    «Lo primero y más importante era salvarlos de la deportación. En otras partes del país fueron concentrados y llevados detrás de las líneas del frente. Desde aquí, desde Blaj, eran enviados a campos de trabajo, no a campos de exterminio. Pero para todos los judíos del norte de Ardeal ya se planteaba la cuestión de salvarlos de ser llevados a los campos de exterminio de Auschwitz y otros lugares. Se organizaron pasos fronterizos clandestinos, conocí a aquel ciudadano que había estado aquí muchas veces y que también me dio las gracias personalmente. Me enorgullezco de que, por las descripciones que leí, parecía el mismísimo Raoul Wallenberg. Era un hombre alto, extraordinario y muy valiente».



    Sonia Palty, en 2001, recordó al agrónomo Vasilescu, un hombre que pagó con su vida tras ser denunciado por ayudar a los judíos.


    «Este Vasilescu era, permítanme decirlo, el único ser humano. Teníamos que conseguir comida sólo para los que salían a trabajar y en aquellos días de invierno muy poca gente salía a trabajar porque la mayoría estaba enferma: gripe, diarrea, reumatismo. Entonces, Vasilescu, siendo diciembre, porque nos acercábamos a Navidad, decidió dar comida a todos los del campo, es decir, a los niños, mujeres y ancianos que no habían salido a trabajar. Al día siguiente nos reunieron a todos y nos dijeron que en una hora tuviéramos todos las maletas hechas, que nos llevarían a la estación y de allí saldríamos por el río Bug hacia Bogdanovka. Vino el teniente Capeleanu y empezó a golpearnos con su látigo a diestro y siniestro. Cuando levantó el látigo para seguir adelante, el administrador de la granja Vasilescu le agarró la mano y le dijo: ¡Ya les has pegado bastante, déjalos en paz, no volverás a saber de ellos!. Capeleanu escribió una nota informativa diciendo que Vasilescu había estado a favor del grupo de judíos, que les había ayudado y dado comida, y el agrónomo Vasilescu fue enviado a Cotul Donului de donde nunca volvió».



    Algunos rumanos realizaron actos de verdadera humanidad en tiempos extremos para los judíos, como la Segunda Guerra Mundial. Y el título de «Justos entre las naciones» para algunos de ellos es el acto de gratitud del pueblo judío.



    Versión en español: Antonio Madrid

  • El rey Carlos II y la crisis de 1940

    El rey Carlos II y la crisis de 1940

    A lo largo de dos décadas, entre 1920 y 1940, Rumanía se enfrentó a la creciente agresión revisionista de las dos grandes potencias vecinas, la Alemania nazi y la Unión Soviética, y de vecinos como Hungría y Bulgaria. En junio de 1940, después de que la Alemania nazi ocupara Francia, la Unión Soviética lanzó dos ultimátums al gobierno rumano exigiendo la rendición de Besarabia y Bucovina septentrional. El 30 de agosto de 1940, en virtud del Tratado de Viena, Alemania e Italia exigieron que Rumanía cediera el norte de Transilvania a Hungría. Y el 7 de septiembre de 1940, por el Tratado de Craiova, las mismas Alemania e Italia impusieron a Rumanía la entrega de Cadrilater o Dobrogea meridional a Bulgaria. Aquella crisis llevó al poder a un gobierno formado por la Guardia de Hierro y el general Ion Antonescu, y el principal responsable fue considerado el rey Carlos II, que perdió su trono.



    El soberano tenía una personalidad extremadamente fuerte. Astuto y manipulador, Carlos II instauró en 1938 un régimen de autoridad personal, suprimiendo los partidos políticos y la prensa libre. Fue un padre abusivo con su hijo, el futuro soberano Miguel I, al que destronó en 1930 cuando este era menor de edad. La posteridad ha vinculado su nombre y el de su camarilla a escándalos de corrupción. En su desenfrenado orgullo, incluso tras la profunda crisis de 1940, se negó a abdicar, limitándose a dejar el trono y la corona.



    Sin embargo, el nombre de Carlos II y su reinado de 10 años, entre 1930 y 1940, están vinculados al periodo más próspero de Rumanía. En Bucarest, la capital del país, se realizaron obras de construcción y la urbe embelleció; se inició la construcción de los lagos del río Colentina, en el norte de la ciudad, y la cultura recibió un importante apoyo. No todos los contemporáneos están de acuerdo en que el rey fuera una figura nefasta en la historia contemporánea de Rumanía.



    Gheorghe Barbul fue secretario personal del mariscal Ion Antonescu. En 1984, fue entrevistado por el conocido historiador Vlad Georgescu en Radio Europa Libre, entrevista que pasó a formar parte del patrimonio del Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana en 1993. Barbul afirmó que, a pesar de las animosidades entre Carlos II y Antonescu, este último pensaba políticamente en términos de estabilidad y superponía la monarquía a la persona del rey.


    «La monarquía, creía Antonescu, era indispensable para un país como Rumanía, un país joven. Sólo la monarquía podía garantizar la continuidad del Estado en un mundo de demagogos, donde, según su propia fórmula, los propietarios de votos sustituían a los propietarios de tierras. Aludía a la diferencia entre la Rumanía anterior a 1914 y la posterior a 1920. Y creía que, dada la necesidad de una monarquía, no había que culpar al rey Carlos, no había que manchar al rey Carlos, fueran cuales fueran sus pecados. Porque la inestabilidad en el trono rumano era un peligro. El padre ya había destronado a su hijo y había subido al trono, si después de lo que quería hacer cierta parte de la oposición, es decir, el Partido Nacional Campesino y la Guardia de Hierro, que querían el destronamiento de Carlos por Miguel y que Miguel subiera de nuevo al trono, eso era un elemento de inestabilidad».



    Para el jurista y preso político Radu Boroș, el rey Carlos II fue, como dijo en una entrevista en 1995, uno de los importantes soberanos de Rumanía que apoyó y fomentó el desarrollo de la aviación, un campo en expansión en los años treinta.


    «Para mí, como rumano, el rey Carlos es un gran rey. Y si los rumanos le hubieran entendido, habríamos progresado mucho más de lo que lo hemos hecho. Todo lo que se hizo desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta la Segunda, todo lo que se hizo en el país, en la industria, en la administración, etcétera, fue querido por él, patrocinado por él, impuesto por él. Cuando llegó, se encontró con que en Rumanía, en términos de aviación, ¡no teníamos nada! Nosotros, durante la primera guerra, teníamos pocos aviadores y globos cautivos. Nos preocupábamos más de los globos cautivos que de la aviación de caza o de bombardeo. No éramos en la Primera Guerra Mundial lo que fuimos en la Segunda. Entonces decidió desarrollar la aviación y desarrolló mucho la aviación militar. Dentro de la aviación militar impuso la creación de la empresa aeronáutica I.A.R. Brasov, donde también fabricamos un avión de combate, el I.A.R. 14, que en aquella época, en el 37-38, era uno de los mejores aviones de combate. Pero, aparte de la aviación militar, se dio cuenta de que también debíamos tener aviación civil. Vio muy lejos y se dio cuenta de que la aviación iba a convertirse en un importante medio de transporte. Así que decidió crear una sociedad rumana de transporte aéreo. Hasta la creación de esta compañía rumana, Rumanía participaba con Francia en la Sociedad Franco-Rumana».



    El rey Carlos II es uno de esos hombres controvertidos de la historia. Sin el cual, quizás, la existencia hubiera sido más tranquila, pero también más banal.

    Versión
    en español: Antonio Madrid

  • Centenario del Rapid de Bucarest

    Centenario del Rapid de Bucarest




    El
    Rapid de Bucarest es el club de fútbol de la primera división rumana con la
    existencia más larga. Establecido en 1923, hace cien años, el equipo era el más
    popular por varias razones: era un equipo de trabajadores, reunió a seguidores
    de otros equipos disueltos después de 1945 por el régimen comunista y fue
    perseguido durante el régimen comunista conducido por Nicolae Ceauşescu entre
    1965 y 1989. En sus 100 años de existencia, el Rapid de Bucarest ha ganado el
    título nacional 3 veces, la Copa de Rumanía 13 veces y la Supercopa de Rumanía
    4 veces, e internacionalmente jugó un cuarto de final en la Copa de la UEFA en
    la edición 2005-2006 y conquistó la Copa de los Balcanes dos veces.


    En
    junio de 1923, varios grupos de trabajadores de los talleres Grivița lograron,
    después de sucesivos intentos, convencer a la dirección de los Ferrocarriles
    Rumanos para que subvencionara un equipo de fútbol. Hay dos fechas de
    nacimiento del equipo, el 11 y el 25 de junio de 1923, como dice el historiador
    Pompiliu Constantin, autor del volumen Rapid y el Rapidismo. Así
    nació el CFR Bucarest, un equipo de trabajadores ferroviarios del barrio de
    Giulești, y a mediados de la década de 1930 el equipo se convertiría en un
    serio competidor del poderoso Venus de Bucarest y el Ripensia de Timișoara. A
    mediados de la década de 1930, el CFR Bucarest cambió su nombre a Rapid de
    Bucarest y sus colores de violeta a burdeos y blanco. Los partidos se jugaban
    en el estadio ONEF, más tarde llamado Republicii, y desde 1936 en
    su propio estadio, el Giulești. En 1944, bajo la presión política del Partido
    Comunista, se convirtió en CFR de nuevo, y luego recibió el nombre de
    Locomotiva. No fue hasta 1958 que el equipo regresó al antiguo nombre de Rapid.


    El
    equipo se mantuvo popular durante muchos años, con una muy buena imagen para
    varias generaciones de aficionados. Pompiliu Constantin explicó las razones de
    esta popularidad.

    En
    esencia, esto sucede a finales de la década de 1930, pero especialmente después
    de la disolución de los clubes de entreguerras Carmen, Macabi y Venus. Muchos
    de los aficionados de estos equipos, en los años 40 y 50, se van al Rapid
    porque era prácticamente el único club que quedaba del período de entreguerras.
    Incluso encontré artículos sobre el número estimado de seguidores para el club
    Rapid, en algún lugar de los años 50 era claramente el club más popular. Pero
    en el periodo de entreguerras no era el club más popular, el Venus y el
    Ripensia eran más populares. La prensa de los años 50 estimó que había casi un
    millón de aficionados rapidistas.


    Después de 1945 y el
    establecimiento del régimen comunista, el Rapid se convirtió en uno de los
    favoritos. Pompiliu Constantin:

    Es
    un favorito, sin duda. Esto se debe, en primer lugar, a que el régimen
    necesitaba promover esta imagen de club obrero y del trabajador que no solo era
    un buen trabajador, sino también un buen atleta. Dej, a partir de los
    documentos y testimonios que he recopilado, no estaba realmente involucrado,
    puedo decir que para nada, en el recorrido del equipo. Mucho más rapidista es,
    en cambio, Gheorghe Apostol que también toma medidas serias para ayudar al club
    en los años 50, cuando el Rapid baja de categoría por primera vez. Apostol, el
    jefe de los trabajadores en ese momento en Rumanía, escribe una carta en la que
    pide a la Unión de Educación Física y Deportes, los líderes del deporte rumano,
    que aprueben la permanencia del Rapid en la primera división porque era el
    equipo más popular. Obviamente, eso no se acepta, el Rapid desciende, baja a
    segunda y después vuelve a ascender.


    El Venus de Bucarest y el
    Ripensia de Timișoara, los antiguos rivales del Rapid, habían desaparecido o
    luchaban en el anonimato, al igual que el Progres de Bucarest y el Petrol de
    Ploiești. Pero la aparición de otros equipos a finales de la década de 1940,
    fuertemente apoyados por las estructuras de poder del Estado comunista, el
    Steaua, el equipo del ejército, y el Dinamo, el equipo de la Milicia, cambia
    las rivalidades. Los nuevos adversarios crean una nueva identidad del
    rapidista, una identidad antisistema. Las formas más explícitas de la
    manifestación del rapidismo estaban en el estadio y eran los cantos. Uno de los
    más directos era: ¡Quién nos ha metido en B / Ceausescu PCR!, pero Pompiliu
    Constantin dice que eran episódicos, provocados por el estado de ánimo del
    momento, dependiendo de si el equipo ganaba o perdía. Sin embargo, el rapidismo
    también significaba relaciones más estrechas y una mayor solidaridad entre las
    personas. Pompiliu Constantin:

    En
    esta época creo que nace el rapidismo, especialmente esta actitud antisistema.
    El equipo ya está empezando a descender y permanece en la segunda división
    durante muchos años. Los partidarios resienten esto como un castigo por parte
    del régimen. Hay muchos partidos amañados y esto también se encuentra en los
    archivos. Estas cosas llegaron a oídos de los aficionados que iban a Cișmigiu
    porque allí se juntaban muchos aficionados. No era difícil darse cuenta de lo
    que amañaban. Además, las personas que se reunían en las gradas del Rapid ya se
    conocían y crearon una especie de mafia clandestina de cosas, especialmente
    durante la escasez de los años 80, cuando tenías que recurrir a un rapidista de
    confianza. Se llegó hasta los cantos episódicos en los partidos con el Dinamo y
    el Steaua.


    Hoy el Rapid de Bucarest ha
    alcanzado su centenario. Es mucho para una organización que ha pasado por
    tantos momentos complicados en la historia. Su objetivo, como cualquier entidad
    que mira hacia el futuro, es ser capaz de llegar aún a muchos más.

  • Radio Deutsche Welle

    Radio Deutsche Welle

    La historia de las transmisiones de radio en lengua rumana tiene una página dedicada a la estación de radio pública alemana Deutsche Welle. La primera emisión de la estación fue el 3 de mayo de 1953, desde Bonn, y fue considerada la voz con la que Alemania pedía perdón al mundo por las tragedias de la Segunda Guerra Mundial. En el discurso inaugural de la Deutsche Welle, el presidente de la República Federal de Alemania, Theodor Heuss, declaró que la misión de la estación de radio pública alemana podría resumirse en una palabra de origen francés: détente (relajación). La política de relajación y reconciliación tenía muchos componentes, pero la paz estaba inextricablemente vinculada a estos dos.


    En Deutsche Welle apareció, 10 años después de su nacimiento, el servicio rumano. Allí trabajó durante 30 años la historiadora Tatiana Korn, de 1963 a 1993. En 1962, Tatiana Korn dejó Rumanía después de casarse con un rumano de etnia alemana y llegó a la República Federal Alemana, donde se convirtió en periodista. En 1998, el Centro de la Historia Oral de la Radiodifusión Rumana contó junto a Tatiana Korn una historia breve de la Deutsche Welle en rumano.


    La emisora de radio Deutsche Welle fue fundada con el objetivo de presentar Alemania en todos sus aspectos al mundo. Por supuesto, desde el principio no fue posible establecer secciones en los idiomas de todos los países. Primero se empezó con las secciones para los países de África, luego para los países de Asia, para América y América Latina, y más tarde se fundó la sección de Europa del Este, a medida que la Guerra Fría se hacía más y más caliente. En Europa del Este comenzó con la Unión Soviética, después de se estableció una sección yugoslava, una sección húngara y, finalmente, las secciones rumana y búlgara se establecieron a principios del 63.


    El comienzo fue difícil, como cualquier comienzo. Y los recursos humanos para cumplir con los requisitos eran difíciles de encontrar, como contaba Tatiana Korn.


    “Se buscaba desesperadamente gente para trabajar en este departamento. Empezó con media hora de retransmisión. Había dos dificultades. En primer lugar, se trataba de la posibilidad de transmitir en onda corta a esta distancia, era muy difícil construir una estación de retransmisión. En segundo lugar, encontrar a las personas adecuadas para esta sección. Porque tenían que tener un muy buen conocimiento de la lengua alemana y uno perfecto de la lengua rumana. Tenía que ser una lengua rumana perfectamente hablada, sin acento. Porque se sabía, por ejemplo, que un alemán que hablaba con acento bávaro no era aceptado en una estación de radio. Debía hablar un alemán absolutamente limpio, sin acento regional. Y lo mismo se requería para los idiomas respectivos: un rumano sin acento alemán o acento húngaro. Y eso era difícil de encontrar. Además, tenía que tener una voz de radio. No todo el mundo puede hablar en la radio, ni cualquiera puede traducir.


    Los esfuerzos para encontrar periodistas competentes dieron sus frutos. Al principio, las emisiones en lengua rumana también se beneficiaron del apoyo voluntario de algunas personas que ofrecieron sus servicios como traductores especializados en tecnología, medicina, cultura y política. La sala de redacción rumana también se informaba con las suscripciones hechas a la prensa de Rumanía, porque se interesaba en el idioma utilizado. Los primeros equipos editoriales incluyeron periodistas como Nadia Șerban, Ioana Exarhu, Elisabeta Panaitescu, Mihai Negulescu o Virgil Velescu. La política de la estación era no emplear a antiguos exponentes del fascismo y del comunismo. Al principio, las emisiones eran más cortas, luego se hacían más y más largas. Deutsche Welle transmitía en rumano tres veces al día durante una hora. El programa consistía en 10 minutos de noticias, luego la revista de prensa, comentarios de actualidad, crónicas de temas de ciencia, tecnología, medicina y cultura. Tatiana Korn se refirió a todo esto y mencionó el público al que iba dirigido.


    Al principio, se transmitía a las 12 del mediodía aquí, es decir, a la 1 en Rumanía. Sabíamos que no era la mejor hora en términos de audiencia, es decir, no encontraríamos a la generación más importante en casa. En cambio, los jubilados estaban en casa escuchando y eran muy buenos multiplicadores para nosotros. «¿Has oído lo que ha dicho Deutsche Welle? ¿Oíste lo que dijo ese?». Escuchaban la radio y hablaban. Y para nosotros era muy importante, había gente que retransmitía nuestros mensajes. Y nosotros no podíamos transmitir en otras horas, porque era una cuestión de compartir frecuencias. En segundo lugar, las ondas cortas eran mucho mejores durante el día que por la noche. Y las posibilidades técnicas de hoy, con satélites y demás, no existían en ese momento.


    Muchos han hecho la comparación entre la Deutsche Welle y la radio Europa Libre. La diferencia entre las dos es que Europa Libre era una emisora de radio americana que también reflejaba la política de emigración rumana en Europa, y Deutsche Welle era una emisora de radio alemana. Una emisora de radio con identidad y personalidad propias que cumplió su misión ético-profesional con los estándares más altos.



  • Pro Memoria: El legado latino de los rumanos

    Pro Memoria: El legado latino de los rumanos

    Los rumanos y la lengua rumana son de origen latino, tal y como los historiadores y lingüistas han investigado durante más de 200 años. Sin embargo, las contribuciones de otras poblaciones y grupos étnicos a lo que es hoy la nación rumana no deben olvidarse, ya que no existen naciones puras en ninguna parte del mundo. Más que establecer los orígenes étnicos de los rumanos, los investigadores han querido saber lo bien que se han conservado estos en las mentes de los rumanos a lo largo del tiempo. Las ideas y las estructuras sociales de un tiempo dado también son heredadas y surgen nuevas, e influyen en lo que sabemos sobre nosotros mismos. Ahora es tendencia observar las naciones críticamente y refutar muchos conocimientos que eran el producto de su tiempo. No en pocas ocasiones, la crítica se ha ido radicalmente hacia el criticismo, y un equilibrio es obligatorio.


    El historiador Ioan-Aurel Pop es el presidente de la Academia Rumana, que se especializa en la Edad media y en las identidades étnicas medievales. Pop cree que un examen crítico actual de la idea nacional sirve para entender mejor lo que los rumanos son hoy.



    Debemos estudiarnos a nosotros mismos y ver por qué somos rumanos, qué hemos heredado de nuestros antepasados y qué hemos hecho bien y qué mal. Sin embargo, debemos admitir que hemos hecho más bien que mal, porque si hubiéramos estado equivocados todo el tiempo, hoy seríamos polvo y cenizas. Es decir, nos habríamos fundido en otros como, por ejemplo, los hunos, los gépidos, los ávaros, los pechenegos, los cumanos. Algunos todavía están, pero fundidos en otros, dispersos. A pesar de nuestra dispersión, porque hemos tenido algunos pequeños estados que nadie ha tenido en cuenta, nos levantamos.


    ¿Qué son los rumanos? Pop tiene una respuesta basada en las confirmaciones de las investigaciones hechas hasta el momento.



    Si alguien me pregunta qué son los rumanos, le respondo que, por el lenguaje, por el nombre, por la forma del cristianismo, somos occidentales. En cambio, por la organización de la iglesia, la lengua eslava como lengua de culto y de cancillerías, por el alfabeto cirílico, por la influencia de Oriente, estamos bajo la influencia Bizantino-eslava. Pero la latinidad nos define, sin embargo, porque para mí, en esta parte de Europa, la prueba más evidente de la nacionalidad es el idioma.



    El valor central de lo que significa ser rumano hoy en día es el idioma, según las evaluaciones más generales. El valor lingüístico dado a la nación rumana no es único, la mayoría de las naciones en el mundo se definen de esta manera. Ioan-Aurel Pop dijo que, en el pasado de los rumanos, los extranjeros que vinieron aquí mencionaron explícitamente la conciencia latina de los habitantes.



    Las fuentes deben tomarse como son y no deben molestar a nuestras fuentes; el problema es otro: no elegir fuentes. Si quiero tener la imagen del siglo XVI, tomo de todas las fuentes y trato de hacer un puzle. No podré llenar todos los huecos, los llenaré de hipótesis, porque eso es lo que hace el historiador. Pero trato de tener tantos puntos «completos» como pueda. Si Francesco della Valle decía que fue recibido una noche por los monjes del monasterio de Dealu en 1536, y de esos monjes del monasterio en la colina se enteró de la historia de la primera vez que desmontó Trajano, emperador de Roma, de su caballo, no tengo ninguna razón para no creerle. Pero digamos que no le creo, y entonces iré a ver qué dice otro autor que podría no decir lo mismo. Pero muchos, en sus textos latinos, incluso dicen: «se dice entre los rumanos que» o «He oído de algunos rumanos que son rumanos».



    La latinidad fue la idea central del nacimiento del Estado rumano moderno, pero Pop quiso decir que era un viejo componente de la conciencia rumana.



    Los eruditos boyardos moldavos que llegaron a las escuelas jesuitas de Polonia descubrieron que somos de Roma y regresaron y crearon la conciencia de la latinidad. Los intelectuales aumentaron la conciencia, trabajaron en ello porque algún campesino en la cima de la montaña no sabía sobre su origen o que había habido un primer y un segundo descabalgamiento. Como dice el cronista cantacuziniano sobre la conciencia medieval: el segundo descabalgamiento es el de Negru-voda y el primero es el de Trajano. Yo hablo de una cierta élite, pero dudo que esos monjes ortodoxos del monasterio de Dealu en la era de la Reforma hubieran venido a aprender en las escuelas superiores. A los soldados italianos y a Francesco della Valle los recibieron con buena comida y buen vino, y se fueron con una gran impresión. Una delegación sueca, en el siglo XVII, viene aquí y trata de hablar latín con los nobles húngaros en Oradea y Cluj. Nada, ellos solo hablaban húngaro. Y mientras cruzan la montaña hacia Rucăr, se sorprenden de que la gente común hable latín, incluso los campesinos. Es cierto que es un latín roto, decían ellos. Para «lactis» dicen «lapte» (leche), para «noctis» dicen «noapte» (noche), pero se llevaron bien con ellos. Cuando pedían «aqua», se les daba «apă» (agua).



    La historia antigua puede reconfirmar una verdad o, por el contrario, refutarla. La latinidad de los rumanos, criticada en varios períodos de tiempo, ha resistido y se reconfirma periódicamente.